Familia Cristiana: Unir a dos familias

La familia Familia Cristiana: Unir a dos familias

«QUIERO TRIUNFAR. EN MI PROPIA CASA.» (Salmo 101:2 NVI)

Si estás tratando de juntar a tus hijos y a los de tu cónyuge y crear una gran familia feliz, a continuación te presentamos unas ideas prácticas ofrecidas por consejeros matrimoniales: Lo que nosotros llamamos un «sueño romántico», nuestros hijos lo perciben muchas veces como un trastorno desestabilizador. Sé consciente de que no va a resultar fácil resolver los problemas o crear un ambiente de intimidad. Medita continuamente en 1 de Corintios 13: la clave para una familia estable es el «amor». Tendrás que ponerlo en práctica a diario. Tus hijos siguen tu ejemplo, así que en momentos de tensión, mantén una actitud amorosa. Recuerda que tú pudiste elegir, pero tus hijos no. No pidieron estar en esta situación, así que ponte en su lugar y esfuérzate para que se sientan cada vez más seguros durante el tiempo difícil de transición.

No esperes una felicidad instantánea. Sé realista acerca de las dificultades de mezclar dos familias. No existe la intimidad instantánea ni la compatibilidad absoluta. Se necesita tiempo para crear vínculos sólidos y estabilizar a una familia, por lo tanto, tómate las cosas con calma. Concédete un tiempo de duelo por las pérdidas ocurridas. Jesús dijo: «.Los que lloran.recibirán consolación» (Mateo 5:4). Cuando un padre o madre se casa por segunda vez, muchos niños ya han vivido en tres hogares diferentes: el de la familia biológica, el de la familia uniparental y ahora el de la familia «mezclada». Por otra parte, si tus propios hijos no viven contigo, también sufrirás un sentimiento de pérdida. Si no eres consciente de todos estos aspectos, el resultado será enojo y distanciamiento; para evitarlo, trata con el pasado antes de embarcarte en el futuro.

Casi la mitad de las familias donde hay un padre y una madre son familias «mezcladas». Si estás viviendo en una de ellas, considera los siguientes aspectos: Primero, cada hijo es único. Los niños pequeños aceptan a los padrastros mejor que los adolescentes. Tu autoridad, entonces, no tendrá el mismo peso con los niños más mayores, por lo que tendrás que tratarlos con sabiduría y gracia, mientras que te será más fácil con los pequeños, pues éstos necesitan sobre todo ser cuidados y protegidos. Segundo, crea nuevos hábitos familiares. Cada familia se rige por unas costumbres particulares: ‘En nuestra casa se hace así.’ Esos hábitos hacen sentir a los miembros que son parte de un grupo exclusivo. Cosas como asistir a la iglesia juntos, comer en familia, jugar o simplemente reírse juntos ayudan a establecer un necesario sentido de pertenencia y crean vínculos afectivos. Tercero, no les niegues a tus hijos el acceso a su padre o madre biológicos. La Biblia dice: «Bienaventurados los pacificadores.» (Mateo 5:9). No menosprecies a tu ex delante de sus hijos, y no uses a éstos de mensajeros. Los estudios realizados confirman que los niños que pasan tiempo con los dos se adaptan mejor a la nueva situación. Igualmente, eso merma la posibilidad de que sean atrapados en medio de la «batalla campal» y que resulten malheridos. Finalmente, actúa siempre teniendo en cuenta los intereses del niño. Habrá vacaciones y acontecimientos en los que tendrás que comunicarte con tu ex, así que acostúmbrate -por amor a tus hijos. Ellos necesitan tu amor y comprensión, sobre todo cuando las emociones están a flor de piel y todos se están adaptando. Respeta el pasado y no intentes imponer tu interpretación idealizada de lo que debe ser una familia. La paternidad demanda una gran madurez, ya sea que te encuentres en ella como padre biológico o al casarte con alguien con hijos.

Post data: Si no has orado, ahora es un buen momento de empezar; ¡lo vas a necesitar!

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