Después de la víctoria de Josue

Después de la víctoria de Josué

«Luego Josué leyó todas las palabras de la ley, tanto las bendiciones como las maldiciones, según lo que estaba escrito en el libro de la ley.» Josué 8:34 (NVI)

El golpe había sido durísimo. Después de la resonante e imposible victoria sobre Jericó, Israel se perfilaba como un adversario indestructible. Pero el pecado oculto de Acan no solo perjudicó esa imagen ganadora sino que provocó también la muerte innecesaria de 36 soldados israelitas. El pueblo de Hai se envalentonó. Habían logrado algo imposible.

Todos los pueblos que habitaban la tierra prometida sabían que tenían los días contados. Temían al Dios de Israel y aunque todos dieron pelea, sabían que no podían vencerlos. La pequeña ciudad de Hai parecía un escollo muy sencillo de superar. Pero Israel perdió. Tras la derrota y el ajusticiamiento del pecador, Dios les promete una nueva victoria.

Josué separa a su ejército en tres alas, hace un avance engañoso que termina en una falsa huida, la retaguardia invade la ciudad desprotegida y la incendia, regresan los que huían y aplican la táctica de la tenaza atrapando entre dos flancos. Y los que se escapaban eran atacados por la tercera ala de reserva. Una victoria aplastante.

Tras el resonante triunfo tomaron el botín, celebraron, rieron y se relajaron. Josué reunió a todo el pueblo e hizo algo atípico para un soldado: Leyó las palabras de la Ley de Moisés. En lugar de sumarse al festejo y algarabía, el gran líder nos enseña una gran verdad. Jamás debemos apartarnos de las palabras de esta Ley, sino que de día y de noche debemos meditar en ella, para hacer todo lo que está escrito. De esa manera, decidiremos bien y haremos prosperar nuestro camino.

Josué sabía de la poca memoria del pueblo de Israel, y que el triunfo iba a hacer olvidar el castigo ejemplar que sufrió Acan por su pecado. Por eso vuelve a la fuente y les recuerda cuales son los mandamientos de Dios.

Igual que ellos, en los momentos de dificultad, solemos buscar a Dios e intentamos serle fieles. Oramos y leemos la Palabra buscando su aprobación y ayuda. Pero cuando el temporal pasa, y estamos en un buen momento, nos olvidamos de Dios y dejamos de leer y de orar. Sin darnos cuenta que es un gravísimo error. Josué nos insta a no repetirlo.

REFLEXIÓN – Después de la victoria, volvé a leer la Biblia.

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

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