La verdad de la Verdad. Parte 1

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“TÚ AMAS LA VERDAD EN LO ÍNTIMO…” (Salmo 51:6)

Según una encuesta de la revista Psychology Today, más personas admiten haber engañado a su cónyuge que haber falsificado sus declaraciones de renta o sus cuentas. Casi la mitad de los encuestados dijo que si llegara a rayar otro vehículo en un aparcamiento, se iría sin dejar una nota, a pesar de que el 89 por ciento pensaba que eso está mal. Quizás la pregunta no debería ser: ‘¿Por qué Dios exige tanta sinceridad de nosotrosí’ sino ‘¿Por qué toleramos semejante falta de honradez?’ Afirma Jeremías: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas…” (Jeremías 17:9). Para muchos de nosotros, nuestro credo parece ser: “Conocerás la verdad y la verdad te hará “escurrir el bulto””

Cuando la mamá nos preguntó a la edad de tres años: ‘¿Pegaste a tu hermanito?’, sabíamos que decir la verdad tenía unas consecuencias. Así que aprendimos a justificarnos: ‘Bueno, es sólo una mentirijilla…” También aprendimos a disfrazar las cosas: ‘¿Que si pegué a mi hermanito?’ Pues depende de lo que se entienda por “pegar”. Es decir, mi mano tuvo contacto con él, pero no sé si un jurado consideraría eso pegar. Ya se sabe, todo es relativo.’ O también: ‘¿Qué pasa si pegué a mi hermano?’ Pues sí, mamá, le pegué. Pero no es culpa mía. Si no hubiera nacido con esos cromosomas agresivos que tengo y si no me hubieras dejado ver tanta televisión, nunca le habría pegado. Sí, pegué a mi hermano, pero no es mi culpa. Soy víctima de mis genes y de mi educación.’ Esto nos hace sonreír, pero el salmista dijo: “Tú amas la verdad en lo íntimo y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría” (Salmo 51:6). Y ésa es la verdad de la Verdad.

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