Las Vitaminas para la salud espiritual. Cuarta parte
“…¿CÓMO ESTÁS, HERMANO…” (2 Samuel 20:9 NVI)
No olvides nunca la ley de la siembra y la cosecha. Dios ha establecido ciertas leyes inmutables. Una es la ley de la gravedad; otra la ley de la siembra y la cosecha.“Mientras la tierra permanezca no cesarán la sementera y la siega…” (Génesis 8:22). Esta ley funciona tanto negativa como positivamente. Si siembras lo bueno, recogerás buenas cosas; si siembras lo malo, cosecharás malas cosas. Consideremos el área de la educación de los hijos. Elí, el sumo sacerdote había sido llamado a ser ejemplo para la nación de Israel, y también para sus dos hijos. Ahora bien, aunque fue un dirigente extraordinario, fracasó como padre. Sus hijos, sacerdotes como él, se enriquecieron aceptando sobornos y hasta se acostaron con mujeres en el recinto del templo. Escandaloso, ¿verdad?
¿Qué dijo Dios al respecto? “…Yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado contra Dios y él no se lo ha impedido” (1 Samuel 3.13). Las consecuencias de este comportamiento en los hijos fueron que éstos murieron a manos de sus enemigos y que cuando la noticia le llegó a Elí, éste cayó muerto. En este caso la ley de la cosecha operó negativamente. Pero gracias a Dios que también sucede al revés. Escribe Pablo al respecto: “Sabiendo que el bien que cada uno haga, ése recibirá del Señor…” (Efesios 6:8). Eso quiere decir que todo el bien que tú procures para los demás, Dios te lo devolverá a ti. Ya sea una sonrisa, una oración, un regalo o un acto de servicio; empieza a sembrar buenas semillas y recogerás una gran cosecha de bendición.
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Que lindo mensaje, siempre hacer el bien para siempre estar de lado de la justicia de Dios. Muchas bendiciones por la labor gigantesca que hacen.