El proseguir en Cristo Jesús

Leyendo Biblia abiertaEl Proseguir en la Biblia

«No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto, sin o que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual también asido por Cristo Jesús.» Filipenses 3:12(RVR)

Estábamos paseando con Juampi y con Connie y ya resulta obvia la diferencia de movilidad. A pesar de la silla eléctrica de Juampi, hay cosas y lugares que él no puede acceder. Un simple escalón es suficiente para imposibilitar su posibilidad de llegar a una meta. Y aunque sea un tema de todos los días, cada vez que sucede es un nuevo golpe al alma.

Mientras paseábamos por la rambla, no hubo ningún inconveniente. Pero cuando Connie quiso bajar donde estaban las piedras, Juampi se quedó con Miri y bajamos con Connie para que saltara y corriera. Juampi nos miraba de arriba. Y se mezcla el placer de ver a mi hija corriendo con la tristeza de ver a mi hijo en silla de ruedas. El mismo dolor, también lo tiene Juampi y a veces lo expresa con total claridad.

Se queja y cuestiona de por qué le tocó a él este tema de la parálisis y de sus tantas imposibilidades. Por que no puede caminar, ni usar bien las manos, ni jugar a la pelota. No hay respuesta a sus preguntas, ni razonamientos para calmarlo. Solo podemos abrazarlo y llorar con él. Y por lo general estos cuestionamientos vienen luego de un día cuando jugó mucho y está cansado.

Y luego que lloró y se quejó, Juampi vuelve a sorprendernos poniéndose las pilas para continuar con su difícil vida. Sería más fácil abandonar y dejarse caer, deprimirse y dejar de esforzarse. Sería más cómodo. Pero no. Juampi vuelve a levantarse y avanza otro pequeño paso. Y luego otro. Alentado por su mami de hierro, vuelve a sacudir su tristeza y se levanta nuevamente.

Mientras pensaba en mi hijo y en su capacidad de proseguir, me cuestioné mi debilidad espiritual para abandonar con tanta facilidad mi compromiso con Dios por cualquier razón. ¿Qué es más fácil? La repuesta es obvia, y aunque sea tan simple, nos cuesta mucho cumplir lo esperado por Dios.

Pablo es un gran ejemplo de esto. Nunca se cansaba, nunca abandonaba, nunca se deprimía, nunca bajaba los brazos. Tenía excusas de sobra, y razones más que poderosas para dejar de predicar el evangelio. Sin embargo, Pablo proseguía.

REFLEXIÓN – ¿Y Tu?

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

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