Algo para aprender acerca de los ángeles

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Algo para aprender acerca de los ángeles

Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. – Salmo 91:11

Es hora de aclarar las cosas. Los ángeles no es algo de niños. No son niños gorditos con cabello rubio, con arcos y flechas en sus manos. Los ángeles son guerreros grandes y fuertes; son seres reales y poderosos. Si usted es creyente, ellos son parte esencial de su vida.

En la Biblia vemos ejemplos de lo que los ángeles pueden hacer. Por ejemplo, cuando los hijos de Israel huían del ejército de faraón, la Biblia dice que de repente las ruedas de los carros de los egipcios fueron trastornadas. Simplemente dejaron de rodar.

¿Quién cree que causó eso? Los ángeles, por supuesto. Pero ellos no se han jubilado; siguen tan activos hoy como lo han estado siempre.

Hace años, en una de las guerras más importantes de la nación de Israel, el enemigo tenía los cañones apuntando hacia las ciudades israelíes. Esos cañones eran lo mejor en cañones que había en ese tiempo. Tenían un alcance de por lo menos 30 kilómetros y estaban equipados con miras electrónicas muy precisas. Pero sucedió algo muy extraño. Cada vez que disparaban los cañones a los israelitas, disparaban demasiado lejos o demasiado cortos del blanco. Sabemos que no había nada malo con los cañones, porque luego los israelitas los capturaron y dispararon al enemigo con ellos dando en el blanco.

¿Qué sucedió? Fueron los ángeles, ¿quién másí

Mi amigo, esto no es un cuento de hadas, sino un ejemplo tomado de la vida real de la participación de los ángeles en la vida del pueblo de Dios. Y si usted es hijo de Dios, tiene derecho a esperar que los ángeles hagan lo mismo por usted.

Por lo tanto, esté a la expectativa. Diga: «Gracias, Padre celestial, por encomendarme al cuidado de tus ángeles para que me guarden en todos mis caminos». Una vez que usted haya dicho esas palabras de fe, permanezca firme, no tema, no dude. Sea paciente y siga creyendo, y verá la salvación del Señor.

Hechos 12:1-17

12:1 En aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles.
12:2 Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan.
12:3 Y viendo que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro. Eran entonces los días de los panes sin levadura.
12:4 Y habiéndole tomado preso, le puso en la cárcel, entregándole a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno, para que le custodiasen; y se proponía sacarle al pueblo después de la pascua.
12:5 Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él.
12:6 Y cuando Herodes le iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta custodiaban la cárcel.
12:7 Y he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos.
12:8 Le dijo el ángel: Cíñete, y átate las sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Envuélvete en tu manto, y sígueme.
12:9 Y saliendo, le seguía; pero no sabía que era verdad lo que hacía el ángel, sino que pensaba que veía una visión.
12:10 Habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma; y salidos, pasaron una calle, y luego el ángel se apartó de él.
12:11 Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba.
12:12 Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando.
12:13 Cuando llamó Pedro a la puerta del patio, salió a escuchar una muchacha llamada Rode,
12:14 la cual, cuando reconoció la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino que corriendo adentro, dio la nueva de que Pedro estaba a la puerta.
12:15 Y ellos le dijeron: Estás loca. Pero ella aseguraba que así era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel!
12:16 Mas Pedro persistía en llamar; y cuando abrieron y le vieron, se quedaron atónitos.
12:17 Pero él, haciéndoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Jacobo y a los hermanos. Y salió, y se fue a otro lugar.

Escrito por: Kenneth Copeland

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