La Seguridad después de la Cruz

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La Seguridad después de la Cruz

«Al desembarcar, vieron unas brasas con un pescado encima, y un pan.» Juan21:9 (NVI)

Compartía esta idea mi amigo Rubén en un mensaje, y me pareció excelente para comunicarla. Siete discípulos habían vuelto a pescar. Hacía tres días que Jesucristo había sido crucificado y tenían miedo y vergüenza. Pedro estaba en esa barca, con más carga que ninguno. Él había negado tres veces al Señor. Los experimentados pescadores pasaron toda la noche intentando pescar, pero no sacaron nada. Cansados y malhumorados por el fracaso, escuchan al amanecer una pregunta.

¿Tienen algo para comer? Les pregunta metiendo el dedo en la llaga. Les peso decir que no, tal vez algunos ni levantaron la mirada. Y se quedaron frustrados haciendo nada ¡Tiren la red a la derecha y van a pecar!, les gritó el caminante. Tal vez de mala gana, o para que se calle, o para demostrarle que no había pesca lo hicieron. ¡Y no podían sacar la red de la cantidad de peces que había!

Entonces reconocieron que era el Señor Jesús. Y cuando llegan a la orilla, la misma persona que les pedía comida, les había preparado un delicioso desayuno. Así es Jesucristo. El que había sido traicionado y abandonado por sus discípulos en el huerto, el que fue negado por Pedro es quien va a buscarlos para darles de comer. Debería haber sido al revés, y los ofensores deberían haber ido a buscar al ofendido para disculparse.

Pero fue al revés. Así es nuestro Dios. El mismo que ofendemos y cuestionamos, el mismo que se duele por nuestros pecados, es el que viene a buscarnos a la orilla de nuestro mar de fracasos y frustraciones para darnos un aliento de bendición. Jesucristo está más allá de las ofensas. No es que no le duelan, pero su grandeza, su amor y su misericordia hacen que siga siendo fiel aunque nosotros seamos infieles.

Tal vez hoy estás en la barca de enojo, de la frustración, del fracaso, de la culpa, del pecado, o del olvido de Dios, tal vez volviste a tus viejos hábitos con los brazos cansados y estás queriendo pescar algo para superar el mal momento, sin darte cuenta que Jesucristo te está invitando a participar de su bendición. No te recrimina tu pecado o tu olvido. Te invita a volver.

Jesucristo está en la orilla de tu vida y te está esperando. Solo volviendo a él podés disfrutar de los peces y el pan.

REFLEXIÓN – Volviendo hay bendición.

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

2 COMENTARIOS

  1. Que bendición esta palabra, el SEÑOR añada cada día mas de su conocimiento para que sigan bendiciendo almas.

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