Somos culpables…

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Somos culpables…

Las abejas productoras de miel hacen una labor maravillosa. Viven en comunidades que llamamos colmenas, tienen una reina y producen ese delicioso manjar: la miel. La humanidad depende de la miel para consumo, hacer productos  para la piel, el cabello, medicinales, etc.

 

Recientemente vi  una película infantil  – recordando mi infancia  –  que trataba sobre una huelga de las abejas que nunca paraban de producir miel, hubo alguien que las comandó y “ganaron”. Pararon la producción y les fue devuelta toda la miel que habían producido, llenando grandes contenedores, dedicándose luego a descansar. Mientras tanto las plantas, sobre todo las flores comenzaron a marchitarse por falta de la polinización que en parte es desarrollada por estos animalitos cuando andan de flor en flor. Cuando alguien le mostró al promotor de la huelga lo que estaba sucediendo se arrepintió y decidieron ayudar a restaurar lo que se estaba perdiendo.

En la palabra de Dios, se habla de los cristianos o seguidores de Jesucristo, como la sal de la tierra y la luz del mundo; diciendo que si la sal se arruina y la luz se esconde,  para nada sirve. Las abejas no paran de producir, el cristiano de igual manera debe hacerlo. Pablo decía:

 ”He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.”      (2 Tim. 4:6-8).

Como fiel obrero nunca desistió de su entrega por quien le había llamado.  Nuestra tarea es “estimular, rogar, insistir para que otros quieran ser como Jesucristo y si es necesario en el trayecto morir, debemos estar dispuestos”

 

Pablo decía ser un “embajador en cadenas” en Efe. 6:20, pero al fin al cabo embajador, representante de Dios en la tierra. La abeja está dispuesta a dar su vida (picando) en defensa de su colmena…

¿Qué daríamos tú y yo por la humanidad perdida si amáremos a Jesucristo y a las personas por quienes Él murió?

En la película la humanidad se estaba perdiendo por falta de obreros…

¿Hacia dónde sabes que va el alma del que muere sin Jesucristo?

 

¡Ten ánimo y atrévete por el Espíritu Santo a  tomar nuevas decisiones al respecto! Al fin y al cabo, si eres cristiano has muerto al mundo y a sus vanidades y te es más conveniente convertirte en obrero del Señor.

 

¿Puede algo ser más importante?

 

 

Bendiciones,

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