El Temor y el respeto a Dios

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temor-a-DiosEl Temor y el respeto a Dios

«Cuando Giezi, el criado de Eliseo, hombre de Dios, pensó: Mi amo ha sido demasiado bondadoso con este sirio Naamán, pues no le aceptó nada de lo que había traído. Pero yo voy a correr tras él, a ver si me da algo. ¡Tan cierto como que el SEÑOR vive!» 2 reyes 5:20 (NVI)

La historia del general Naamán que buscaba curarse de su lepra es bien conocida en la Biblia. Este hombre busca a Eliseo el profeta de Dios y es curado milagrosamente. Tuvo sus dudas y conflictos, pero finalmente logró su completa sanación. A Connie le encanta la parte cuando se tira una y otra vez al agua y no pasa nada y se levanta del agua mirando su piel leprosa sin cambio. Hasta que en la séptima zambullida queda curado.

Pero la historia no termina allí. Tiene una posdata triste y muy habitual. El profeta Eliseo tenía un siervo, un ayudante, que lo había asistido durante años. Había estado a su lado durante mucho tiempo ¡Qué enorme privilegio estar al lado de un gran siervo de Dios y aprender diariamente de su sabiduría! Es una enorme ayuda a la mejora espiritual diaria que Dios demanda.

Luego del milagro, Naamán en agradecimiento quiere darle a Eliseo muchos regalos, ¡estaba feliz quería compartir esa alegría! Pero el profeta reusó recibir sus regalos generosos por la curación. Así que el general feliz y agradecido emprende el regreso a su casa. Y acá comienza esta terrible historia. Giezi, el siervo del profeta piensa que su maestro se equivoco y que tendría que haber recibido el regalo. Ese pensamiento, se impuso tan fuerte en su mente que se convence que fue un gravísimo error no tomar los regalos.

Entonces arma un ardid de mentiras, busca al general, consigue dinero y ropa y se vuelve sin cargo de conciencia. Actúa impunemente, consciente de su pecado y sin remordimiento ¿Cómo puede alguien que supuestamente estaba tan cerca de Dios premeditar un pecado, cometerlo y seguir sin culpa por la vida?

Este problema de Giezi es muy habitual también hoy y la única respuesta es que simplemente nos falta temor de Dios. Ni un buen maestro en la iglesia, ni cantar las canciones, ni tener un buen testimonio, ni tener un ministerio, te puede ayudar al momento de ser seducido por el pecado. Solo el temor y el respeto a Dios pueden detenerte antes de pecar.

REFLEXIÓN – ¿Vas a actuar como Giezi?

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

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