Las comparaciones son odiosas. Parte 1

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Las comparaciones son odiosas. Primera parte

«…SAÚL HIRIÓ A SUS MILES, Y DAVID A SUS DIEZ MILES» (1 Samuel 18:7)

 

En lugar de celebrar la victoria de David sobre Goliat con los que cantaban «David [hirió] sus diez miles», a Saúl le entró envidia, y eso abrió la puerta a un «espíritu malo» (1 Samuel 18.10).
Aquí hay tres enseñanzas:

1) Los que te ayudan hoy podrían herirte mañana.
 ¿Qué hacer, entoncesí Cuando Saúl mandó lanzas a David, éste se propuso no devolvérselas. Su actitud fue perdonar y orar por Saúl; gracias a eso, más tarde llegó a ser promovido. No es fácil hacer eso, pero es una estrategia que no falla. «Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.  Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos…» (Mateo 5:43-45).

2) Los que te aman hoy, podrían odiarte mañana.
 Sin embargo Dios dice: «Con amor eterno te he amado…» (Jeremías 31:3). Todas las otras formas de amor son cambiantes. Tal vez te hayas casado con alguien a quien no le gusta tu modo de ser, y te dices para tus adentros: ‘Me elegiste porque era muy franco; ahora no te gusto porque digo lo que pienso’; o «Te gustaba porque era muy tranquila; ahora dices que soy aburrida.» O tal vez te sientas traicionado por personas que te abren su casa pero luego te hacen la guerra. ¡Dios siempre será fiel!

3) Cuando hablen bien de ti, alguien se molestará.
 Notemos que no fue David el que cantó «Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles», pero se puede entender que eso les molestara a algunos, si bien David no alardeó de sus éxitos. A veces los que te felicitan pueden crearte enemigos. Hay personas incapaces de reconocer lo bueno de alguien, excepto si es suyo.

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