El hombre y la mujer «bienaventurados»

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casados-felices-bienaventurados«BIENAVENTURADO EL HOMBRE QUE…» (Salmo 1:1 RVC)

El hombre y la mujer «bienaventurados»

He aquí una clave bíblica para ser bendecido: «Bienaventurado el hombre que no anda en compañía de malvados… que, por el contrario, se deleita en la ley del Señor, y día y noche medita en ella. Ese hombre es como un árbol plantado junto a los arroyos: llegado el momento da su fruto, y sus hojas no se marchitan. En todo lo que hace, prospera» (Salmo 1:1-3 RVC). El hombre y la mujer «bienaventurados» se destacan de la multitud porque su carácter es más profundo, sus ideas más creativas, su espíritu más moldeable, mayor su coraje, son mejores líderes, se preocupan más de los demás, su compasión es más genuina y sus convicciones están más arraigadas.

Tienen gozo en medio de la adversidad y demuestran una sabiduría propia de gente de más edad. Son como una caja de sorpresas y cuando crees que ya los has catalogado, resultan impredecibles. Cuando estás a su lado, al principio te sientes un poco inseguro porque no sabes qué esperar de ellos. Pero con el paso del tiempo te das cuenta de que se puede confiar en sus ideas y sus hechos. ¿Por qué? Porque tienen raíces profundas que están arraigadas y llegan hasta los manantiales de aguas. Por consiguiente, todo lo que emprenden «prospera».

Tú también puedes ser uno de ellos. Lo único que tienes que hacer es establecer una escala firme y clara de prioridades. El peor enemigo del crecimiento espiritual es el exceso de ocupaciones, lo cual va a unido a lo que la Biblia llama «mundanal» -es decir, dejarse arrastrar por el ritmo frenético de la sociedad, con el consiguiente descuido de las cosas de Dios. Lo mires como lo mires, el ingrediente clave para prosperar es el tiempo. No el tiempo que sobra, no los restos, sino el tiempo de calidad, tiempo para meditar y para comunicarte con Dios. Tiempo dedicado a Él sin prisas ni interrupciones.

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