La amorosa voluntad de Dios

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cielo-de-DiosLa amorosa voluntad de Dios

Venid y vendámosle a los ismaelitas
y no sea nuestra mano sobre él;
porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne.
Y sus hermanos conivieron con él.
Y cuando pasaban los medianitas mercaderes,
sacaron ellos a José de la cisterna y le
trajeron arriba, y le vendieron a los
ismaelitas por veinte piezas de plata.
Y llevaron a José a Egipto.

Génesis 37:27-28
No somos los uficientemente sabios para juzgar las cosas, si en su esencia realmente son gozos o pesares, pero el Señor lo sabe; y porque nos ama con un amor generoso e ilimitado, no puede dejar de hacer que lo que es aparentemente duro, o cruel, o hasta malo, se convierta en nuestro máximo bienestar. Yo digo que «no puede dejar de hacer» simplemente porque ni siquiera es de imaginarse que un Dios como el nuestro pueda hacerlo de otra forma.

No es asunto de quién comienza nuestra prueba; si es humana, o diabólica o si es causa de nuestra propia torpeza. Si Dios permite la prueba, ha hecho que esta sea suya, y la convertirá en una carroza de amor que llevará nuestra alma al lugar de bendición que no hubiéramos alcanzado de ninguna otra forma.

Para el cristiano que se esconde en la fortaleza de la voluntad de Dios, no pueden haber «segundas causas», porque nada puede penetrar en esta fortaleza excepto si el sustentador divino de la fortaleza le da el permiso; y este permiso, cuando se otorga, significa que él lo adopta para nuestro bien. José fue vendido en Egipto por la maldad de sus hermanos, pero Dios hizo de es maldad la carroza que llevó a José al lugar de triunfo sobre los egipcios.

Así que tenemos la certeza, más de la que tenemos en que mañana saldrá el sol, que la voluntad de Dios es la cosas más amorosa que el universo contiene. Esto es así, no porque siempre parezca ser lo mejor, sino porque es lo mejor, ya que es la voluntad de un amor generoso e infinito.

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