La Felicidad matrimonial

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matrimonios-felices-biblia«BIENAVENTURADOS LOS POBRES EN ESPÍRITU.» (Mateo 5:3)

La Felicidad matrimonial en la Biblia

Cuando el camino de rosas se esfuma y llega la realidad, ¿qué hace que unos matrimonios sean felices y que otros se suman en la miseria? ¿Es cuestión de suerte? ¿Son los buenos genesí ¿Es el mantenerse firme? ¡Qué va! La felicidad matrimonial que transciende las circunstancias cambiantes se fundamenta en las bienaventuranzas de Jesús. Echémosles un vistazo:

1) Bienaventurados los humildes

«Bienaventurados (felices…) los pobres en espíritu (humildes, que se consideran insignificantes)». El orgullo que consiste en echarse flores y reclamar derechos trae miseria, mientras que la humildad, el negarse a sí mismo y el mirar por las necesidades de tu compañero trae felicidad.

2) Bienaventurados los mansos: los amables, pacientes y apacibles.

Si tratas las dificultades y las deficiencias de tu marido o mujer con amabilidad, tacto y perseverancia demostrarás ese amor que sana los episodios dolorosos del matrimonio.

3) Bienaventurados los misericordiosos

Tarde o temprano nos haremos daño el uno al otro. Habrá heridas, decepciones y enfados, y también el deseo de hacérselo pagar. Pero así como la venganza engendra más venganza, la misericordia engendra más misericordia. La misericordia no es «dejarle que se salga con la suya». El tratarse con gracia es recíproco; crea un ambiente en el que, si caes, tu cónyuge te extenderá misericordia, y pone fin a los conflictos cuando ninguna otra cosa funciona.

4) Bienaventurados los pacificadores

La necesidad de «tener razón» y «ganar» no hace otra cosa que intensificar el conflicto. En el matrimonio, cuando uno «gana», ambos pierden. Renunciar a una victoria personal para ser pacificador es la máxima victoria. Estarías perdido por la eternidad si Jesús no hubiera cedido Sus derechos por tus faltas y pecados. El anillo no es el único símbolo del matrimonio cristiano, sino también la cruz grabada en él. Si rendimos el «yo» no crucificado, como lo hizo Cristo, fomentaremos la felicidad matrimonial.

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