¿Qué tanto amas a Dios?

¿Qué tanto amas a Diosí

Es posible que hayas pasado por esto, recién conociste de Dios, has iniciado una relación con Jesucristo, estas realmente entusiasmado por esta nueva vida que tienes frente a ti y que te pertenece, haces planes para cuando finalmente tu pastor te asigne alguna tarea, hablas con la persona encargada del mantenimiento del templo y vas con alegría a limpiar los pisos y lavar los sanitarios, si hay que colaborar en alguna actividad allí estas tu levantando la mano, cada mañana te levantas a orar y en el curso del día escuchas alabanzas, por la noche estas ansioso porque llegue el momento de la enseñanza o la célula y te preguntas que aprenderás hoy.

No es para menos, después de haber estado viviendo un infierno, de sentirte un fracaso o de estar viviendo momentos angustiantes que te llevaron a intentar quitarte la vida, después de haber dado tumbos de un lado a otro sin encontrar consuelo ni propósito en tu vida, después de haber recibido aquella noticia aterradora de que tenías una enfermedad incurable, después de haber lastimado a tantas personas, un buen día Jesús toco a tu puerta y te dijo que te amaba, hacia mucho que no escuchabas esas palabras, te dijo que eras muy importante para él y que deseaba estar a tu lado, justo después de que te habías quedado sin nadie a tu alrededor, no hay en ti más que amor hacia él y un profundo y sincero agradecimiento.

Pero han pasado algunos meses de ello y ahora tu mente está plagada de pensamientos que te dicen, ya es mucho el trabajo que tienes, necesitas descansar, los otros hermanos no hacen nada y tú te estás desgastando cada día más, no es necesario ir cada día a las enseñanzas, hace mucho que no disfrutas de un domingo porque prácticamente todo el día te la pasas en la iglesia, antes no le dabas tiempo a tu familia por estar con tus amigos y ahora no se lo das porque te la pasas visitando para compartir la palabra, es más quizá deberías dejar de levantarte a orar y mejor invertir ese tiempo en hacer ejercicio, definitivamente debes renunciar a las actividades de la iglesia porque ¿cuándo tendrás una vida?.

Sabes, es triste llegar a esto pero muchos de nosotros lo hacemos, empezamos a perder de vista todo lo que Dios hizo por nosotros, se nos hace poco de repente, se nos olvida lo que éramos y de donde Dios nos rescato, y nuestro amor por él es mermado y muchas veces se extingue.

Hoy quisiera que juntos hiciéramos memoria de lo que fuimos y le devolviéramos valor al perdón de nuestro Dios, que reflexionáramos y nos dispusiéramos a amarle mucho, para ello te invito a leer la siguiente historia:

Lucas 7:36-47 “36 Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. 37 Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; 38 y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. 39 Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. 40 Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro. 41 Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; 42 y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará másí 43 Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. 44 Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. 45 No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. 46 No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. 47 Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amo mucho; más aquel a quien se le perdona poco, poco ama. 48 Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados.”

Dos enseñanzas encontramos aquí, una que si mucho se nos ha perdonado mucho debemos amar y no perder de vista nunca todo aquello que fue borrado de nuestra vida, esto implica que nuestra entrega a Dios no debería de desaparecer ni tampoco ser disminuida, más bien nuestro agradecimiento tendría que ser infinito.

Pero la segunda es de esperanza, si consideras que mucho has pecado, entonces ama mucho al Señor, enjúgale sus pies con tus lágrimas, bésalo sin cesar, póstrate a sus pies y muéstrale que nada te importa sino demostrarle ese amor que solo él merece, derramando sobre él tu mejor perfume y sin duda el te verá y te dirá “Tus pecados te son perdonados.”

Dios les Bendiga.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí