No Juzgue Olvidando Sus Pecados, No Sea Que Se Condene a sí Mismo

No Juzgue Olvidando Sus Pecados, No Sea Que Se Condene a sí Mismo

Que fácil nos resulta juzgar a los demás, somos maestros en esto, cualquier situación que se nos comenta o vemos, siempre seremos capaces (en palabras), de resolverlo mejor que los demás.

Por alguna razón tenemos la capacidad de olvidar nuestros errores y pecados cuando se trata de evaluar el actuar de los otros, ni siquiera nos damos el tiempo para reflexionar lo que vamos a responder, solo soltamos el juicio o la condenación, somos implacables.

Incluso nos atrevemos a aplicar la palabra de nuestro Dios para emitir esos juicios, porque es más fácil encontrar la palabra que condena, que la que consuela, que la que con amor ofrece perdón.

Por ejemplo, nos enteramos de que la hija de la vecina por segunda ocasión está embarazada y no se ha casado, y decimos: “esta muchacha no entiende, eso se busca por andar de loca” y no lo dejamos ahí sino que agregamos: “pero no solo ella tiene la culpa también sus padres que le solapan todo” y por si fuera poco decimos “eso es porque no les interesa caminar con Dios”, quizá si usted ha actuado así pueda argumentar que sus hijos son casados y han hecho todo bien, y que por otro lado usted ya envejeció y no cree vivir lo que juzga, pero como decía la madre de mi esposa: “no critiques a nadie, porque tienes hijos o tendrás nietos y quien sabe que sean capaces de hacer, y si no tienes hijos quien sabe si tu de pronto te aloques y cometas los mismos errores”

Por otro lado es muy probable que usted no se haya tomado el tiempo para ir y compartirles la palabra, sin embargo juzga que no les interesa caminar con Dios.

Jesús nos enseña:

Mateo 7:1-2 “No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.”

Y por otro lado encontramos en la Biblia esta historia en la que es claro que aún teniendo aparentemente sabiduría, de pronto queremos hacer a un lado nuestros pecados y emitimos juicios a la ligera:

2 Samuel 12:1-7 “1 Jehová envió a Natán a David; y viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. 2 El rico tenía numerosas ovejas y vacas; 3 pero el pobre no tenía más que una sola corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija. 4 Y vino uno de camino al hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la preparó para aquel que había venido a él. 5 Entonces se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte. 6 Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia. 7 Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre.…”

Que lección tan tremenda para el rey David, les invito a que nos analicemos en este aspecto, y que procuremos guardar silencio, dándonos el tiempo para pensar en lo que vayamos a decir, aquí en México decimos “no aviente piedras para arriba porque le pueden caer en la cabeza”, de otra forma diríamos, no juzgue olvidando sus pecados, no sea que se condene a sí mismo.

Dios les bendiga.

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