LA DESTRUCCIÓN DE FORTALEZAS EN TU VIDA CRISTIANA

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LA DESTRUCCIÓN DE FORTALEZAS EN TU VIDA CRISTIANA

«…LAS ARMAS DE NUESTRA MILICIA… PODEROSAS… PARA LA DESTRUCCIÓN  DE FORTALEZAS…» (2 Corintios 10:4)

Aunque David era un hombre valiente, fuerte y creativo, se  pasó la vida luchando contra una debilidad. ¿Cuál era? Un espíritu lujurioso que resurgía de vez en cuando; y las personas más  allegadas a él lo sabían. Cuando envejeció y no podía entrar en calor, le llevaron a una chica joven para que se echara a su lado en la cama con el fin de que él «…entrará en calor» (1 Reyes 1:2b).

Imaginaron que si esto no conseguía que la sangre de David  circulara, ¡debía estar muriéndose!

Pero hay algo triste en ello. David pasó su debilidad a su hijo Amnón, el cual acabó violando a su propia hermana (lee 2 Samuel 13). Y, aunque David se enfadó, no confrontó ni castigó a Amnón porque ¿qué podía decir? Después de todo ? ¡de tal palo, tal astilla! La lujuria no es solamente un capricho o un antojo pasajero. Es un pecado. Cuando pasa de una generación a otra, se convierte en una fortaleza enemiga (se llama predisposición genética).

Quizás en algún lugar de tu árbol genealógico haya un padre adicto al trabajo, una madre emocionalmente desequilibrada o un/a hermano/a que bebía demasiado, y ahora tú te encuentras luchando con los mismos problemas. Dios dice: «…las armas de nuestra milicia… poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas…» (2 Corintios 10:4). Por lo tanto, antes de correr hacia un centro de rehabilitación o a un juzgado para divorciarte, identifica y nombra  a tu atadura y luego ora pidiendo a Dios que rompa la «soga» que tu familia tiene alrededor del «cuello». Hazlo antes de que contagie a la siguiente generación. No se la pases ? ¡tírala al lugar de donde vino! ¿Cómo? ¡Haciendo que Jesús sea el Señor de cada área de tu vida!

Bendiciones y que Dios bendiga tu día.

5 COMENTARIOS

  1. CONDUCTAS APRENDIDAS,,, DAVID QUE QUIEN APRENDERÍA, PUES DE SU PADRE ISAI, NO SOBRESALE POR ESOS ASPECTOS, SINO UN PADRE NORMAL COMO CUALQUIER OTRO. TAMPOCO AQUI ENTRARÍA TRANSFERENCIA O PREDISPOSICIÓN GENÉTICA. PEOR HABLAR DE MALDICIONES GENERACIONALES. LO QUE PASA EL SER REY Y DISPONER DE VIDAS Y TODO LO DEMAS NO ES POCA COSA, O COMO SE DICE COMÚNMENTE «LA OCACION HACE AL…» Y EL QUE LO SUPERA EN CRECES ES EL REY SALOMON. QUE PESE HABER SIDO GRANDEMENTE POR DIOS EN TODOS LOS CAMPOS DE SU VIDA, EN LO PERSONAL, EN LO QUE DEPENDIA DE ÉL, SE DEJÓ LLEVAR POR SUS CONCUPISCENCIAS ENTREGÁNDOSE A DIOSES PAGANOS DETRÁS DE SUS AMANTES.
    LAS FORTALEZAS NACEN, DEL PROFUNDO CONOCIMIENTO Y ACCIONAR EN LA PALABRA DE DIOS.ESE CONOCIMIENTO NOS PERMITE, DISCERNIR ENTE LO BUENO Y LO MALO, NOS PERMITE DERRIBAR FORTALEZAS INTERNAS Y EXTERNAS DE NUESTRO ALREDEDOR. NOS PERMITE DAR TESTIMONIO DE VIDA CRISTIANA, ANTE LA CUAL NO HAY FORTALEZA QUE SE RESISTA Y VAMOS A PASO DE VENCEDORES. DESTRUYENDO FORTALEZAS YA NO PROPIAS, SINO AJENAS.

  2. Shyrlei De Alessandro · Docente en I.P.E.M. Nº 30 – Eduardo Simón Nemirovsky
    Hola… como les va?…. la verdad es que sus publicaciones me ayudan bastante a la reflexión, así que las disfruto, pero me gustaría sumar al análisis que uds hacen, cuando hablan de «predisposición genética», me parece mas bien que en gran parte de los casos deberíamos hablar de «conductas aprendidas», «modelos familiares» «aprendizajes culturales» … no siempre tenemos que luchar contra la genética, las más de las veces debemos luchar contra monteones de cosas que tenemos incorporadas como parte de la cotidianeidad y eso de verdad son grandes fortalezas, porque a veces asumimos como correctas conductas, acciones, actitudes, costumbres, ideologías, etc. que a la luz de la Palabra de Dios son Pecado y en nuestras vidas son fortalezas que estan ocultas detras de lo cultural o socialmente aceptado y debemos destruir. «Examínenlo todo; retengan lo bueno. Absténganse de toda especie de mal.Que el mismo Dios de paz los santifique por completo; y que guarde irreprensible todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, para la venida de nuestro Señor Jesucristo.» (1° Tes. 5:21-23)

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