La prisa – el enemigo de tu alma
«POR TANTO, QUEDA UN REPOSO PARA EL PUEBLO DE DIOS…» (Hebreos 4:9)
Si de verdad quieres tener una relación más profunda con Dios, estarás luchando constantemente contra la prisa. El gran peligro no es que renunciemos a la fe, sino que nos vamos a distraer tanto por cosas menos importantes que nos conformaremos con un variante mediocre de ella. Nadie era más solicitado que Jesús, y aun así se retiró regularmente de la actividad para poder estar solo y orar. Estaba muy ocupado, pero nunca estresado, cosa que enseñó a sus discípulos. Escucha: Entonces los apóstoles se reunieron con Jesús y Le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado.
Él les dijo: «Venid vosotros aparte, a un lugar desierto, y descansad un poco». (Eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer.)» (Marcos 6:30-31). ¿Suena familiar? Porque la prisa que no considera el amor es el gran enemigo de tu alma. A menudo, la ira causa enfados. Nos impide recibir el amor del Padre para dárselo a los que lo necesitan. Es por eso que Jesús nunca se apresuraba.
La verdad es que, aunque nos quejemos tanto de ello, nos gusta meternos en prisas; nos hace sentir importantes. Esto causa que la adrenalina siga haciendo su trabajo. Significa que no tenemos que hacer demasiado caso a nuestro corazón. Nos guarda de sentir la soledad. Así que, ¿cuál es el remedio? El aislamiento. Después de pasar cuarenta días solo con Dios en una montaña (lee Éxodo 24:18b), Moisés volvió a su pueblo con (a) un rumbo claro; (b) nuevas fuerzas y (c) la certidumbre de que el Señor estaba con él. ¿Te sientes agotado? «Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios…» (Hebreos 4:9).
¿Te gustó este artículo?
Suscríbete a nuestro canal de YouTube para ver videos sobre temas bíblicos.
Visita nuestros cursos bíblicos.
Se miembro de nuestro ministerio y obten todos los recursos.