7 Enseñanzas Acerca De La Cruz En La Biblia

7 Lecciones Sobre La Cruz de Cristo Según La Biblia

«PADRE, PERDÓNALOS, PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN» (Lucas 23:34)

Lección 1: Perdona a los que te han herido

Dos niños jugaban cuando por casualidad uno de ellos golpeó al otro con un palo. Esa noche, la madre del muchacho herido dijo: «Hijito, debes perdonar a Enrique antes de irte a dormir». De mala gana, él contestó: Bien, pero a no ser que me muera antes de que me despierte, ¡que se prepare mañana por la mañana…!». ¿Te das cuenta?

Cuando la gente nos hace daño, es difícil de creer que podría haber sido involuntario o por ignorancia. Y sin embargo, asombrosamente, después de haber recibido latigazos, ser humillado y clavado en una cruz, Jesús dijo:

«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lucas 23:34).

Perdonar significa negarte a seguir siendo una víctima. Por no sostener rencores o tomar represalias, te liberas del control que ejercen sobre ti los que te ofenden. Jesús dijo: «…orad por los que os ultrajan…» (Mateo 5:44b). Dietrich Bonhoeffer, que fue perseguido por los nazis, dijo: «Dios no promete que cuando bendigamos a nuestros enemigos, no nos van a utilizar con desprecio. Lo harán. Pero esto no nos puede dañar ni vencer mientras que oramos por ellos. Cuando así actuamos, hacemos por ellos lo que no pueden hacer por sí mismos».

El profesor Tony de Campolo pregunta con frecuencia a los estudiantes del colegio secular donde da clases qué es lo que saben acerca de las enseñanzas de Jesús. La respuesta es siempre la misma: «Amad a vuestros enemigos» (Lucas 6:27b). Más que nada, este mandato destaca la diferencia entre un discípulo de Jesús y uno que no lo es. El Señor dijo: «…de gracia recibisteis, dad de gracia» (Mateo 10:8). El practicar el perdón procede de una gratitud profunda a Dios por borrar una deuda grandísima que nunca hubiéramos podido pagar.

«DE CIERTO TE DIGO QUE HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO» (Lucas 23:43)

Lección 2: Tienda la mano a otros

La Biblia dice, que cuando Jesús estaba clavado en la cruz, «uno de los malhechores que estaban colgados lo insultaba… Respondiendo el otro, lo reprendió, diciendo: «¿Ni siquiera… temes tú a Dios? Nosotros… justamente padecemos…; pero éste ningún mal hizo». Y dijo a Jesús: «Acuérdate de mí cuando vengas en tu Reino». Entonces Jesús le dijo: «…hoy estarás conmigo en el paraíso»(Lucas 23:39-43). Mientras que uno se burlaba de Él, el otro reconocía sus pecados y recibía su gracia. La verdad es -aunque esto les fastidie mucho a las personas criticonas- que Dios dice: «…el que (los) confiesa [sus pecados] y se aparta de ellos alcanzará misericordia» (Proverbios 28:13b). Y esta promesa es para los que están perdidos, los más despreciados y los más bajos entre nosotros.

Si Jesús hubiera estado tan concentrado en su propio dolor, fácilmente no hubiera visto el sufrimiento de aquellos que estaban a su alrededor. Pero en lugar de esto, «extendió la mano» en amor, identificándose con el sufrimiento del otro. En la profundidad de su propia agonía, no solo prometió vida eterna al ladrón en la cruz, sino también lo consoló con estas palabras asombrosas: «…hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23:43).

Aquí hay una lección para nosotros que el patriarca Job aprendió. Él perdió a todos sus hijos y a su fortuna en un solo día, y aun así encontró sanidad y pasó a cosas más grandes. ¿Cómo? Escucha:

«Cuando Job hubo orado por sus amigos, el Señor le quitó la aflicción; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job. Después de esto… Job… vio a sus hijos y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación» (Job 42:10,16). Tendiendo la mano a otros es como nosotros mismos somos sanados.

“MUJER, HE AHÍ TU HIJO” (Juan 19:26-27)

Lección 3: Cuida de las personas que dependen de ti

Al perder a su hijo María se quedaba más desprotegida. De manera que, aparte de tener que hacer frente a su pena como madre, es posible que se preguntara qué le depararía el futuro. Jesús se apercibió de esto. En medio del caos, cuando “…vio… a su madre y al discípulo a quien Él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: ‘Mujer, he ahí tu hijo’. Después dijo al discípulo: ‘He ahí tu madre’” (Juan 19:26-27).

Cuando los demás discípulos huyeron por miedo, Juan siguió a Jesús todo el camino al monte Gólgota, y fue aun “más lejos”. La Biblia nos dice (y la historia lo confirma) que una vez que Jesús encomendó a María a su cuidado, Juan realizó ese encargo, y “…desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa” (Juan 19:27).

Aquí hay algo que debemos aprender. Nunca dejes que tu propio sufrimiento te ciegue a las necesidades de los que dependen de ti. Cuando estés envuelto en tus propios problemas es fácil asumir que tus seres queridos entiendan tu situación automáticamente, pero eso no es así necesariamente. Mientras esté bien que les dejes ayudarte, nunca viertas tus asuntos sobre ellos, o esperes que sufran porque tú sufres. La Biblia dice: “Nada hagáis… por vanidad…, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo. No busquéis vuestro propio provecho, sino el de los demás” (Filipenses 2:3-4). Jesús siempre estaba más preocupado por las necesidades de la gente que por las suyas, y nosotros deberíamos seguir su ejemplo.

“DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS DESAMPARADO?” (Mateo 27:46b)

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Semana Santa Lecciones De La Cruz

Lección 4: Dirige a Dios tus preguntas más difíciles

¿En el Gólgota, Jesús hizo una de las preguntas más desgarradoras que hayan sido registradas alguna vez: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46b). Estas palabras se encuentran en el Salmo 22:1, donde David derramó su alma en desesperación, preguntándole al Señor: “¿Por qué me has echado fuera? ¿Es que no te importo?”. ¿Alguna vez te has sentido así? La Biblia dice que en el monte Gólgota, Dios, “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros seamos justicia de Dios en Él” (2 Corintios 5:21).

Para romper el eslabón que nos ata al pecado y hacer posible nuestra salvación, Jesús sufrió una separación temporal de su Padre. En aquel preciso momento Él se sintió dejado de la mano de Dios. Si alguna vez te has sentido abrumado y abandonado, sabes por experiencia que no hay otro ser viviente que tenga una respuesta satisfactoria a tú “¿por qué?”. Con la mejor intención del mundo, nuestros seres queridos solamente pueden entendernos hasta cierto nivel. Tan solo Dios puede derramar su “bálsamo” de sanidad sobre tu corazón destrozado y ayudarte a entender (o por lo menos aceptar) lo que está pasando. Es por eso que debes acudir a Él para recibir las respuestas.

Pero aquí tienes la otra cara de hacerle esas preguntas tan difíciles al Señor: es preciso que estés dispuesto a aceptar la respuesta y a hacer lo que Él te diga. La Biblia dice que “…es imposible que Dios mienta…” (Hebreos 6:18b); en el caso de no recibir la contestación que estás esperando, da por sentado de que Él te escucha. También puedes estar seguro de otra cosa: el que hace que “…todas las cosas (los) ayudan a bien…” (Romanos 8:28), siempre envía la respuesta que es mejor para ti. ¡De manera que puedes confiar en Él!

“¡TENGO SED!” (Juan 19:28b)

Lección 5: Reconoce tu naturaleza humana

Combina la tortura de ser crucificado con la pérdida de fluidos corporales en el clima de Judea, y puedes entender por qué Jesús tuvo sed. Sin embargo, la Biblia dice que cuando le ofrecieron “…vino mezclado con mirra,… Él no lo tomó” (Marcos 15:23b). ¿Y por qué no? Porque le hubiera adormecido su percepción y quiso quedarse alerta. No te equivoques, Jesús podría haber llamado a una multitud de ángeles para rescatarle. Pero Él eligió morir por nuestros pecados. Dijo: “Nadie me (la) quita [la vida], sino que Yo de mí mismo la pongo” (Juan 10:18). Esto también explica por qué Juan escribió: “…sabiendo Jesús que… todo estaba consumado [Él cumplió todas las profecías acerca de su crucifixión], dijo…: ‘¡Tengo sed!’” (Juan 19:28).

Su próxima declaración cambiaría tanto a la historia que Él quería que su voz fuera alta y clara: “¡Consumado es!” (versículo 30). Cuando te encuentres en un valle oscuro como Jesús en aquel día lo estuvo, puede nublar tus pensamientos y hacer que pierdas todas las perspectivas a no ser que expreses tus necesidades a aquéllos a tu alrededor. Reconociendo su sed física, Jesús quiso recordarnos a cada uno de nosotros que hay veces cuando no somos autosuficientes y que necesitamos la ayuda de otros. Si no fuera así, ¿por qué dejaría Pablo escrito: “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid… la ley de Cristo” (Gálatas 6:2). David escribió: “Como el padre se compadece de los hijos,… el Señor… se acuerda de que somos polvo” (Salmo 103:13,14b). Dios nos recuerda que somos simplemente seres humanos; ¡nosotros somos los que lo olvidamos! Lo esencial es que Jesús era lo bastante humilde para reconocer su humanidad, y nosotros tenemos que aprender a hacer lo mismo.

“¡CONSUMADO ES!” (Juan 19:30)

Lección 6: No puedes añadir nada

En el tabernáculo (del Antiguo Testamento) había diferentes objetos, como la mesa para el pan de la proposición que representa nuestra necesidad de compañerismo, el candelabro que simboliza nuestra necesidad de luz y entendimiento (lee Éxodo 25:30-31), etc. Pero no había ninguna silla. ¿Por qué? Porque el trabajo del sumo sacerdote nunca se terminó y por eso no podía sentarse. Pero después de que Jesús exclamó: “¡Consumado es!” (Juan 19:30b), Él volvió al Cielo y se sentó a la diestra de su Padre; la obra de nuestra redención había terminado. Las palabras griegas por ‘¡Consumado es!’ literalmente significan ‘pagado integramente’. Es lo que la gente de aquél entonces escribía en un recibo cuando se había pagado la cuenta. La muerte de Cristo cubre cada uno de tus pecados -desde la cuna hasta la tumba- y el ofrecer buenas obras como un pago parcial insulta al Señor.

No puedes añadir nada a algo que se ha terminado. Imagínate una mesita de café en una carpintería labrada con mucho esmero y lista para ser entregada. Entonces llegas tú y tomando una tablita de madera dices: “Está bien, pero aun le falta algo; déjeme mostrárselo”. Inmediatamente el maestro carpintero te detiene y te dice: “Ni hablar de eso; ¡lo que usted va a hacer es destruirla…!”. O imagínate que recibes un regalo muy caro de un ser querido. En seguida sacas un billete de cinco euros y dices: “Toma, déjame ayudarte con los gastos”. No, lo que conseguirás con una propina es ofender al dador… Le estás robando su alegría y menospreciando el sacrificio que le costó comprarte el regalo. Escucha: “…esto no [es] de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe…” (Efesios 2:8b-9). La fe que salva simplemente significa confiar únicamente en la obra consumada de Cristo.

“…EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU” (Lucas 23:46b)

Lección 7: Déjalo en las manos de Dios

Algunas ansiedades con las que luchamos parecen ser interminables, como las preocupaciones por el dinero, problemas familiares e inquietudes acerca de la salud. Incluso cuando tenemos unos días libres y debiéramos descansar nos quedamos en vela esperando lo peor y preguntando: “¿Cuánto tiempo más, Señor?”. El único modo de tener verdadera paz es cuando cometemos el desenlace de todo ello al Señor. Cuando Jesús exclamaba: “…Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23:46b), no era un grito de derrota o de resignación. No, era un acto de confianza que significaba que Él entregaba el control a su Padre. La sangre reconciliadora había sido vertida y finalmente la obra de nuestra salvación se había completado. Pero antes de que Jesús pudiera hacer esa oración tuvo que orar: “…no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42b), en otras palabras: “Padre, te dejo a Ti el resultado”.

En Filipenses 3:10-11 Pablo escribió: “Quiero conocerlo a Él y el poder de su resurrección, y participar de sus padecimientos hasta llegar a ser semejante a Él en su muerte, si es que en alguna manera logro llegar a la resurrección de entre los muertos”. Todos queremos gobernar y reinar con Cristo un día, solamente no queremos someter nuestra voluntad a la suya hoy. Pero esto no funciona así. Jack Hayford escribió: “El camino a seguir… ha sido siempre… el ‘camino de la cruz’. Ella no sólo nos lleva hacia Jesús, sino también hacia la vida y hacia la sabiduría de los caminos de Dios en todas nuestras relaciones y búsquedas… conforme al modelo de Jesús… frente a nuestras luchas más intensas”. De manera que, no importa con lo que estés luchando hoy, ponlo en las manos de Dios de una vez por todas. Cuando lo hagas, experimentarás su paz y ¡no estarás descontento con el resultado!

3 COMENTARIOS

  1. in this abla de la cruz veamos que dice algunos versiculos de la Biblia Hebrea
    Hechos 5:30 el Dios de nuestros antepasados levanto a Jesus a quien ustedes mataron colgandolo en un madero.
    Version Popular Cuarta Edicion Hechos 5.30 el Dios de nuestros antepasados resusito a Jesus el mismo a quien ustedes mataron colgandolo en una cruz. Nueva Version Internacional Hechos 2:23 Este fue entregado segun el determinado proposito y el previo conocimiento de Dios y por mrdio de gente malvada ustedes lo mataron clavandolo en la cruz,
    Nueva Version Internacional Hechos 10:39 Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la tierra de los Judios y en Jerusalen lo mataron colgandolo de un madero.
    Nueva Version Internacional Galatas 3:13 Cristo nos rescato de la maldicion de la ley al hacerse maldicion por nosotros pues esta escrito «maltito todo el que es colgado de un madero.
    Nueva Version Internacional Hechos 13:29 Despues de llevar a cabo todas las cosas que estaban escritas aserca de el lo bajaron del madero y lo sepultaron.
    PREGUNTA EN TODOS ESTOS VERSICULOS QUE SE PUEDE PENSAR DE PAUBLO(SAUL) QUE SE LE ABIAN PASADO LAS COPAS.
    LOS TRADUCTORES AL TRADUCIR LA BIBLIA NO PUSIERON LO MISMO YA QUE LA BIBLIA ESTA ESCRITA EN HEBREO, ARAMEON, Y JUDIO.
    ES UNA PENA MUY GRANDE DE QUE LA GENTE NO BUSQUE VERSICULO POR VERSICULO

  2. SOY UN PASTOR CUBANO QUE VIVO Y MINISTRO EN CUBA, ESTOS SON MUY BUENES ESTUDIOS QUISIERA TENER LA OPORTUNIDAD DE DESCARGARLOS PARA USARLOS EN LA ESCUELA DOMINICAL DE MI IGLESIA. BENDICIONES

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