El Dominio Propio Y La Biblia

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El Dominio Propio Y La Biblia

“…NO NOS HA DADO DIOS ESPÍRITU DE COBARDÍA, SINO DE PODER, DE AMOR Y DE DOMINIO PROPIO” (2 Timoteo 1:7)

En la obra “Los Miserables” de Víctor Hugo se menciona a un sacerdote, quien “estaba destinado a padecer la suerte de cada recién llegado a un pueblo pequeño donde había muchas bocas parlantes, pero pocas cabezas pensantes”. Una mente indisciplinada se convierte en una mente retrasada. Y eso es muy peligroso porque con mucha facilidad la mente sucumbe al conocimiento general y a otras influencias de su alrededor. Pocas cosas importantes se aprenden en un monólogo, sea un sermón o un discurso. Hay muchos oradores elocuentes hoy quienes son infatigables en dar su opinión sobre cualquier tema, proporcionando un encantamiento de conceptos que exime a la persona de explorarlos por sí misma.

En el libro de los Hechos leemos que los de Berea escudriñaron “…cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hechos 17:11b). Preguntar: “¿Por qué?”, “¿Cómo?”, “¿Quién lo dice?” no es un acto de rebeldía, es sabiduría divina. Hoy en día uno sabe perfectamente que una respuesta inadecuada a un comentario político, o a un tema religioso, o a un asunto de política social puede hacerte perder los amigos, la reputación e incluso el empleo. Una mente fiel a Dios, sin embargo, se resiste a aceptar esta manera de pensar tajante. Pone en la balanza cada cuestión y se pregunta si la Biblia lo menciona directa o indirectamente. Lo analiza a la luz de la historia: ¿cómo lo ha enfrentado el pueblo de Dios anteriormente? Sopesa la cuestión en términos de capacidad de reflejar el amor redentor de Cristo. Se pregunta: “¿Va a proporcionar credibilidad o vergüenza al reino de Dios al cual yo represento?”.“…NOS HA DADO DIOS… DOMINIO PROPIO” (2 Timoteo 1:7)

G.K. Chesterton dijo una vez de Abraham Lincoln: “Este gran hombre tenía un ‘vicio secreto’ que era mucho más impopular entre sus seguidores que el hábito de la bebida; tenía la costumbre de pensar”. Busca la compañía de buenos pensadores. Salomón dijo: “El que anda entre sabios será sabio…” (Proverbios 13:20). Cuando sometemos nuestras vidas a Cristo, Él no nos dice que dejemos de pensar, sino que renovemos nuestro entendimiento (cfr. Romanos 12:2b). ¿Cómo ganamos a alguien para Cristo? ¿Atacando sus pensamientos? No, eso lo aleja. Debemos hacer tres cosas:

(1) Convencerle de que realmente nos preocupamos por él;
(2) Convencerle de que el Señor realmente se preocupa por él;
(3) Encontrar dónde está dañado y aplicar el “bálsamo” curativo de la Palabra de Dios.

Cuando se trata de compartir nuestra fe, muchos de nosotros sólo están cómodos cuando hablan con los que están abatidos. ¡Eh!, ¿y quién va a alcanzar a los que se encuentran muy bien? Pablo dijo: “Persevero en dar testimonio a pequeños y a grandes” (cfr. Hechos 26:22). Cuando visitó Atenas, terminó en el Areópago, donde se dirigió a algunos de los mejores cerebros de la ciudad (cfr. Hechos 17:18-19). Sus palabras son una demostración brillante de una mente que funcionaba muy bien porque estaba espiritualmente agudizada. Pablo no era un hombre insignificante en aquella región, sino uno que estaba en contacto con el mundo a su alrededor. Estaba cómodo en una ciudad lejana como era Derbe, una comunidad de negocios como Éfeso, una capital política como Roma, y un centro intelectual como Atenas. “…a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos” (1 Corintios 9:22b). Así que, entrena tu mente, dedícala a los propósitos de Cristo y úsala para ponerte en contacto con tu mundo.

2 COMENTARIOS

  1. El devocional me ha sido una gran herramienta para crecimiento, me gustaría saber si puedo usarlo para desarrollarlo a manera de devocional impreso y darlo a los hermanos de la iglesia. Muchas gracias.

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