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¿Es Tu Liderazgo Como El de Moisés o Como El de Jesús?

¿Liderazgo al estilo de Moisés o liderazgo como el modelo de Jesús?

«Él era el pastor, ellos eran las ovejas, y las ovejas no se transforman en pastores.»

Escritura: Hebreos 3:1-6, Hebreos 1:1-5:10, Génesis 3:6-12:2

¿Alguna vez te conté sobre un pastor de 65 años de edad se paró sobre su escritorio para ilustrar por qué su perspectiva era la más importante que la de otras personas? el dijo: «Nadie más puede ver lo que yo veo», «porque nadie más tiene la misma función».

Él no creía que era más importante que otras personas: creía que su posición lo era. De hecho, fue un siervo de Dios dedicado, alguien que dedicó su vida a pastorear una iglesia durante más de cuarenta años. El decía «Desde esta altura puedo ver lo que los demás no pueden ver», con los pies plantados sobre el escritorio de nogal. «No se trata de mí, se trata de mi papel como pastor. Dios me puso aquí.»

Estoy hablando de un buen hombre, un hombre trabajador, que amó ferozmente a Jesús y estableció una iglesia en un barrio urbano durante las décadas en que otros pastores e iglesias dejaron la ciudad. Pero después de cuarenta años no había un sucesor claro para el papel de pastor. Los miembros de su staff habían ido y venido mientras el pastor se quedaba.

El pastor puede haberlo considerado como el manto del liderazgo, o el llamado solitario a ser un líder. Era respetado y admirado, pero la gente de la iglesia sentía la distancia entre él y ellos. Las generaciones más jóvenes vieron la brecha entre el vecindario alrededor de la iglesia (que se estaba haciendo más joven) y la membresía de la iglesia (que se estaba haciendo más vieja). Construyó una iglesia; lo que no hizo fue hacer discípulos.

La iglesia estaba llena de gente que amaba y respetaba a su pastor. Lo veían como un gran hombre (y en muchos aspectos era un gran hombre). Sin embargo, la gente de la iglesia no tenía ninguna expectativa razonable de que pudieran tener una fe como la suya. Él era el pastor, ellos eran las ovejas, y las ovejas no se transforman en pastores.

En términos de métricas modernas de la iglesia su ministerio fue efectivo: cientos (si no miles) de conversiones y bautismos, una iglesia de más de mil personas, y una larga carrera de ministerio en el mismo lugar. Pero el lado humano, interpersonal, su «libro contable» era más difícil de equilibrar: miembros de su staff (ministros) frustrados usualmente se fueron en malos términos, miembros de la iglesia que amaban a Jesús pero que no tenían una madurez real en Cristo, y la posibilidad muy real de que cuando el pastor se jubile, la iglesia se enfrentará también a un declive pronunciado en números «exitosos».

¿Fue llamado este hombre por Jesús? Sí, por supuesto. ¿Sus métodos eran semejantes a los de Cristo? En muchos sentidos sí: era un hombre íntegro y apasionado, totalmente dedicado a Dios y a su iglesia. Pero en un aspecto importante, no: el pastor bien intencionado trabajó activamente para mantener una separación entre él y su gente. Era un modelo de Moisés (gran hombre/gran líder) en lugar de un modelo de Jesús (uno de nosotros). El modelo de Moisés enfatiza la diferencia entre el líder y el pueblo; el modelo de Jesús busca transformar al pueblo en la imagen del líder. Moisés nombró un sucesor; Jesús hizo copias de sí mismo.

El modelo de Moisés marca la diferencia entre el líder y el pueblo: el modelo de Jesús busca transformar al pueblo en la imagen del líder.

Una de las razones por las que Jesús hizo discípulos tan efectivamente es que su primera acción fue convertirse en uno de nosotros.

Su segunda acción fue demostrar las posibilidades de la vida con Dios a través del Espíritu Santo.

Jesús, la impresionante Segunda Persona del Eterno Dios Trino, dejó de lado el papel de «dios» y se hizo hombre. No fingió ser un hombre, se convirtió en un hombre. Desde el principio, el Señor quiso reproducirse en nuestras vidas. La Escritura llama a esto «traer muchos hijos (e hijas) a la gloria», con la meta de que hubiera una vasta y santa familia. (Hebreos 2:10-11)

Jesús sufrió los mismos problemas de la vida que nosotros sufrimos, trabajó y sudó y se rió y lloró y experimentó la vida como nosotros; su camino a la santidad es nuestro camino y tampoco tomó atajos. Nuestros oídos pueden ser entrenados para escuchar al Espíritu y nuestros ojos pueden ser entrenados para leer las Escrituras de la misma manera que él lo hizo.

Jesús constantemente les recordaba a los discípulos que la visión del mundo del liderazgo no era su visión. El mundo ama a los grandes líderes que sobresalen de la multitud; Jesús se identifica con nosotros tan fuertemente que cree que podemos llegar a ser como él. Tampoco es sólo una pregunta para los líderes. Va al corazón de nuestras propias expectativas personales.

Debemos preguntarnos: ¿Realmente creo que puedo ser transformado a la imagen del Maestro? ¿Quiero seguir su ejemplo o simplemente usarlo como un Salvador?

Vino a mostrarnos cómo vivir. Vino a reproducirse en nosotros. Su acción salvadora en la cruz es la obra del Hijo de Dios; la obediencia que lo llevó a la cruz es obra del Hijo del Hombre. No podemos pagar el precio por el pecado de nadie, pero podemos enseñar a otros a ser como Jesús.

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