El Legado de Dios Para Tu Futuro

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UN LEGADO PARA EL FUTURO SEGÚN LA BIBLIA

UN LEGADO PARA EL FUTURO SEGÚN LA BIBLIA

José vivió hasta los 110 años. Cuando murió dejó atrás una poderosa confirmación del destino divino para la nación de Israel:

”Y José dijo a sus hermanos: Yo voy a morir; más Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob.

25 E hizo jurar José a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos.

26 Y murió José a la edad de ciento diez años; y lo embalsamaron, y fue puesto en un ataúd en Egipto» (Génesis 50:24-26 RV1960).

El pueblo de Dios, ahora conocido como la nación de Israel, vivía en Egipto cuando murió José, habiendo llegado allí para sobrevivir de una hambruna a nivel mundial. Pero como un heredero de las promesas de sus ancestros espirituales, José sabía el destino final de Israel—y no era Egipto.

Antes de su muerte, José dijo a la gente, “No van a vivir aquí para siempre. Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob” Grandes hombres de Dios van y vienen, pero el pacto de Dios sigue sin cambios (Salmos 119:89).

José les ordenó a sus hermanos que pusieran sus huesos en un ataúd y lo llevaran con ellos a la Tierra Prometida cuando regresen a Canaán. Aún en la muerte, José no se olvidaba del destino divino de Israel. Él sabía que el pueblo de Dios regresaría a su Tierra Prometida, y José quería estar enterrado allí también.

Después de la muerte de José, los hijos de Israel continuaban multiplicándose y poblando la tierra de Egipto (Éxodo 1:7). Al final, llego al poder en Egipto un nuevo gobernante y por sentirse amenazado por el crecimiento de la población y el poder de los israelitas, los esclavizó.

Por años los israelitas trabajaron arduamente bajo el sufrimiento de los capataces que les hicieron la vida pésima con trabajos forzados. Pero por más que los afligían los egipcios, más se multiplicaron los hijos de Israel.

A lo largo de estos años oscuros y días interminables de trabajos forzados y sufrimiento, ahí estaba el ataúd que contenía los huesos de José, una promesa de su legado y de su destino. “Algún día”, dijo José, “¡Ciertamente Dios los visitará! ¡Ustedes no se quedarán en Egipto para siempre!”

No tenemos un ataúd para mirar el pasado, más tenemos una tumba vacía porque Jesucristo resucitó. A pesar del sufrimiento que hayas pasado en el camino a tu destino, tienes el legado de Su muerte, Su resurrección, y Sus promesas para tu futuro.

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