¡Cuidado Con Amar Más Tu Ministerio Y Olvidarte De Jesús!

Cuidado-Con-Amar-Más-Tu-Ministerio-Y-Olvidarte-De-Jesús-biblia-versiculos
¿Es Posible Amar El Ministerio y Olvidar a Jesús? ¿Qué Dice La Biblia?

¿Es Posible Amar El Ministerio y Olvidar a Jesús? ¿Qué Dice La Biblia?

Fue espectacular y glorioso el recorrido milagroso que los discípulos de Jesús experimentaron. Los llamados 70 se sintieron tan bien cuando fueron enviados por Jesús de puerta en puerta para declarar las buenas noticias del reino.

La Biblia dice que ellos trajeron para Jesús un excelente reporte de como había sido su misión.

El Señor Jesús, envió a estos 70 discípulos con una sola advertencia:«He aquí que os envío como corderos en medio de lobos» (Lucas 10:3). Y con una promesa: «Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia» (Mateo 10:7-8).

Este tipo de cosas (milagros) que Jesús mando a sus discípulos hacer son cosas tremendas y digo más, extraordinarias. Piensa conmigo que hoy hicieras todas estas cosas, unque sea una por alguien:

Haz de cuenta que hoy oras por alguien con cáncer y al orar Él Señor lo sano instantáneamente.
Haz de cuenta que algún familiar tuyo muere y Dios lo levantará de la muerte por medio de ti y oración.
Ahora imagina que alguien con una enfermedad en un órgano, es curado cuando tú oras en el nombre de Jesús.
Imagina que Dios te dé una palabra de sabiduría y al acto echarás fuera demonios que poseían la vida de una persona.

¿Puedes pensar en algo más espiritual y sobrenatural que estas cosas? Ser usado por Dios para ser un milagro en la necesidad de una persona.

Las «Grandezas del ministerio»

Es impresionante que Lucas siendo un médico testificará estas cosas, él escribe: Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre (Lucas 10:17). Si eres pastor, ministro o un hermano fiel al Señor y has vivido de esta gracia y poder de Dios, sabes de lo que estoy hablando. Ciertamente, conoces que estas cosas grandes o pequeñas que Dios hace por medio de nosotros nos traen una alegría y un gozo indescriptibles.

Me llama la atención como Jesús responde a esa alegría de los 70 discípulos, después de esa «euforia colectiva» que vivieron cuando fueron enviados. Él dice: Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará (Lucas 10:18-19).

El fin de Satanás se estaba próximo. Su poder e influencia estaban a punto de acabar. En cuestión de meses, Jesús irá a la cruz, donde Dios «despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz» (Colosenses 2:15). Jesús vio cómo Satanás caía de su pequeño trono hecho por él mismo.

Y algunas de las señales más poderosas de la caída de Satanás son las victorias, grandes y pequeñas, que experimentamos en el ministerio. Jesús ha dado su Espíritu para que esté con nosotros – en nosotros – confiándonos autoridad en su nombre incluso sobre Satanás, dándonos poder para mover montañas en el ministerio.

Un Mayor placer, y una alegría mayor

Es interesante que Jesús no paro por allí, sobre el poder y la autoridad de los 70 sobre el mal. Él dijo: Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos (Lucas 10:20).

¿Cuál es el más grande milagro? ¿Qué Dios haya libertado a alguien de un demonio por medio de ti o que te haya rescatado a ti del infierno? Nuestro corazón es muy orgulloso, y pensamos que lo segundo no es muy difícil. Dentro de nosotros sabemos que necesitamos de ayuda, pero creemos en nosotros mismos como que Dios ha hecho en nosotros, una remodelación en la casa y no una casa nueva. Tristemente, para nuestro orgullo es fácil maravillarnos de lo que Dios hace a través de lo que nos esforzamos en el ministerio, que de lo que Él ha hecho en nosotros, a pesar de nuestra debilidad y esfuerzo humano.

Esta es una mala manera de pensar y en el fondo podemos encontrar nuestro ministerio para Jesús más excitante, que el ministerio de Jesús en mi propia vida.

Aunque, debemos decir que por muy emocionante que sea ser utilizado por Dios en el ministerio, Jesús promete un placer mucho mayor. No encontraremos nuestro más profundo gozo en el trabajo de nuestras propias manos en este tiempo, ni siquiera en las cosas santificadas que hagamos para Jesús y su nombre. No, Dios escribió nuestro gozo más profundo con una tinta diferente y en otro mundo, en un libro que nos promete la vida mucho después de que todo nuestro ministerio en esta vida sea un dulce, pero leve recuerdo.

Nada puede competir con el gozo inefable de ser acepto en el cielo – una eternidad de felicidad inconmensurable e inmerecida, una aventura interminable que mejora a cada paso.

El apóstol Pablo considera todo como basura en comparación con Cristo

Pero, ¿por qué Jesús usa un lenguaje tan «grosero» («no os alegréis de esto») cuando ambas experiencias -nuestra propia salvación y nuestro ministerio a los demás- son innegablemente de mucho valor y satisfactorias? El propio apóstol Pablo dice para aquellos a los que sirvió en el ministerio: «Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida?» (1 Tesalonicenses 2:19; también Filipenses 4:1). ¿Corregiría con reprensión Jesús a Pablo? No te regocijes en esto, Pablo, de que otros han sido salvados, fortalecidos y movilizados a través de tu ministerio. ¡Esta es una interesante pregunta para hacernos!

No, Jesús no está reprendiendo todo el gozo que tenemos en el ministerio, sino el tipo de «gozo» en el ministerio que eclipsa el gozo en Jesús. Cuidado con amar a Dios más por lo que hace a través de ti que por lo que hace por ti.

Sí, Pablo se alegró mucho de sus discípulos, pero también dice en otra parte: «Pero cuantas cosas eran para mí ganancia», no sólo materialmente, sino en el ministerio, «as he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aún estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo» (Filipenses 3:7-8).

¿Podríamos nosotros decir lo mismo que Pablo? ¿Estaríamos tan realizados en Cristo Jesús si nuestro ministerio se quebrara en pedazos delante de nosotros, o si nuestros dones desaparecieran en un momento? O ¿si nuestra amistad o relaciones no fueran fructíferas, o si nuestra influencia y prosperidad financiera acabará mañana? Ante todo esto Jesús dice: «Alegraos porque vuestros nombres están escritos en el cielo».

No puedes servir a la vez a Dios y al ministerio

¿Qué es lo que da en tu corazón gozo: lo que Dios hace por medio de ti, o lo que ha hecho por ti?

¿Dónde está más propenso tu pensamiento a perderse: cómo Dios puede elegir usarte, o que él eligió salvarte en primer lugar?

¿Cuándo sientes más gozo y satisfacción: cuando consideras tus recientes conquistas o triunfos en el ministerio, o cuando consideras la inagotable, siempre creciente herencia que te espera al otro lado de todo tu ministerio en este tiempo?

«No os alegréis de esto» -de que hayáis hecho tantos amigos en nombre de Jesús, o de que os hayáis sacrificado para ayudar a los pobres, o de que hayáis defendido la causa de la justicia, o de que hayáis llevado a tantos a la fe salvadora- «sino alegraos de que vuestros nombres están escritos en el cielo» (Lucas 10:20).

Conoce el placer más profundo, más seguro y más elevado que nadie nunca ha tenido – más profundo que los matrimonios más felices y románticos, más seguro que las montañas más majestuosas o las playas más hermosas, y más alto que los más grandes milagros o éxitos en el ministerio.

Conoce el gozo y la alegría de tener tu nombre escrito en el corazón de Dios, y de ser guardado por él para algo mucho mejor que cualquier cosa que puedas haber experimentado o logrado hasta ahora (1 Pedro 1:4-5). Y sepa que la mejor manera de preparar sus manos para un ministerio fructífero en este tiempo no es sorprenderte con tus dones, sino deslumbrarse de la gracia de Dios.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí