Las Iglesias Cristianas Que Lideran Con El Temor

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Las Iglesias Cristianas Que Lideran Con El Temor

Liderar desde el miedo y el temor: Muchas Iglesias lo hacen en estos últimos tiempos

Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? (Marcos 4:40).

Es muy sencillo ver a un pastor enseñar en temor y no con fe cuando predica a la iglesia y hace un llamado a la fidelidad y justicia.

El temor no es el sonido que hacen las rodillas cuando chocan una a la otra ante una situación difícil. Tampoco son las gotas de sudor de tus manos o de tu rostro cuando enfrentas una circunstancia complicada. A eso le llamo valor.

Seguir adelante y enfrentar lo difícil, pero correcto, cuando sabes muy bien que a algunos no les vas a gustar, requiere verdadero valor y coraje.

Creo que a veces el valor es escaso en el trabajo de la iglesia en estos días. El temor casi siempre se sienta en el asiento del conductor.

El temor retrocede. El temor pone la seguridad del trabajo por encima de todo lo demás. El temor teme la ira de algunos miembros de la iglesia con un don espiritual, y por este don piensan que pueden hacer la vida miserable al pastor que Dios levanto.

El temor no quiere mover el barco, quiere que todos estén a bordo y felices antes de tomar cualquier decisión. El temor no duerme cuando un miembro de la iglesia está molesto.

El temor duda en hacer algo diferente, algo que nunca se haya intentado antes, algo fuera de la práctica normal, algo que pueda ser cuestionado. La fe establece que el hoy es el camino, ahora debemos andar en él.

El temor rechaza el cambio mientras que la fe ama las cosas nuevas que nuestro Dios como creador siempre está haciendo.

El temor no acepta lo nuevo y se agarra a lo viejo, mientras que la fe respeta algunos hechos del pasado, pero nunca se casa con las herramientas, solo se compromete con el divino Maestro.

El temor quiere calmar a los que pueden causar más problemas; la fe quiere complacer siempre a Dios.

El temor se quiebra ante las amenazas; la fe toma ve las amenazas, las ignora y sigue adelante.

El temor rechaza algo que Dios quiere por lo que puede parecer, por lo que puedan decir los de fuera, por el deseo de agradar al mundo. La fe entiende esta precaución, pero ha aprendido a reírse de la situación.

El temor se niega a arriesgarse con las personas. La fe nunca pierde la oportunidad para hacerlo una y otra vez.

El temor se recusa a seguir adelante cuando no ve el camino, la provisión no está en la mano y el voto no es del 100%. La fe obedece, independientemente de lo lejos que pueda ver, de lo que tenga en mano y de cuántos estén a favor.

El temor se niega a salir sin saber a dónde va. La fe avanza con su paso firme y fuerte.

El temor es demasiado prudente. «Señor, sabía que eres un hombre duro. Cosechas donde no has sembrado. Por eso, escondí tu talento» (Mateo 25:24-25). La fe sabe que el que salva su vida la perderá (Lucas 9:24) y «Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo. Pero si muere, da mucho fruto» (Juan 12:24).

El temor nunca quiere salir de la barca. La fe dice: «¡Señor, manda que yo también camine sobre las aguas!» (Mateo 14:28).

El temor no diezma. ¿Qué sucede si pierdo mi trabajo? El temor no dará testimonio a su vecino. ¿Y si se ofende? El temor no hablará ante un grupo grande de personas. ¡Me pongo nervioso!

«El temor trae tormento y castigo», dice la Escritura. Y así es (I Juan 4:18).

Hay, claro, un lugar correcto para el miedo con sentido común. Aquí nuevamente debo diferenciar al miedo natural del temor como fuerza espiritual activa de satanás. El miedo natural nos fue dado por Dios para protegernos. Pero, cuando este miedo humano de protección nos paraliza se convierte en la fuerza del diablo contra nosotros.

Debido al miedo natural tenemos seguros de vida, nos colocamos los cinturones de seguridad. Cerramos con llave las puertas de la iglesia por la noche y hay guardias de seguridad en nuestros condominios. No tenemos «temor» como precaución o protección.

Aunque sabemos que vivimos en un mundo caído en el que la gente malvada se deleita en hacer cosas terribles a cualquiera que diga vamos a seguir a Cristo.

También hay algo que se parece mucho a la fe, pero que se llama presunción. La presunción significa ir donde el Señor no nos envió, haciendo lo que Él no ha pedido, reclamar lo que no ha prometido y esperar que Él cumpla algo simplemente porque lo queremos. Si Pedro, hubiera salido de la barca sin una orden expresa de Jesús y esperado caminar sobre las aguas o que el Señor lo sujetará, habría sido solo pura presunción.

Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? (Marcos 4:40).

Pienso que cuando estemos delante del Señor en el Juicio del trono blanco esa será la pregunta del momento. Se nos dieron tantas oportunidades de hacer cosas maravillosas para Él, y logramos tan poco debido a nuestros temores.

No olvides: La fe honra al Señor. El temor lo insulta. Y créeme, tú y yo no queremos insultar al Señor de los cielos y de la tierra.

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