10 Malos Ideales Sobre La Esposa Del Pastor En La Iglesia

Diez Metas muy Injustas Sobre Las Esposas de los Pastores

En muchas iglesias, la esposa del pastor soporta pesadas cargas. A veces son expectativas imposibles sobre su persona. Para ser justos, este escrito podría referirse a cualquier miembro del personal de la iglesia, hombre o mujer, por lo que podría llamarse cónyuges de ministros. Para simplificar, y porque principalmente escucho a este grupo de personas, me refiero a ellas como esposas de pastores.

¿Cuáles son algunas de estas expectativas injustas?

He aquí las diez principales expectativas impuestas a estas damas de la fe, que decidieron casarse con un pastor:

1. Se espera de mí que asista a todos los actos de la iglesia. Una esposa nos dijo que a los miembros de la iglesia les molesta que la vean haciendo algo fuera de la iglesia.

2. Muchos miembros de la iglesia esperan que yo sepa todo lo que ocurre en la iglesia. En otras palabras, deben saber todo lo que sabe su pastor/marido.

3. Tenemos varios miembros de la iglesia que se sienten libres de quejarse conmigo de mi marido. Así que su iglesia tiene varios miembros que carecen de inteligencia emocional.

4. Los miembros de la iglesia me utilizan como asistente personal de mi marido, dándome mensajes por él. Una esposa compartió con nosotros que recibió once mensajes para darle a su marido después de un culto específico.

5. Todavía me sorprende la cantidad de miembros de la iglesia que esperan de mí que funcione como una empleada de la iglesia. Algunos esperan que dirija la música o toque el piano y además cante. De otros se espera que actúe en una función específica de empleado del ministerio, como discípula o maestra de niños.

6. Algunos de los miembros esperan que nuestros hijos sean perfectos y actúen sin error. Una esposa de pastor dijo que ella y su esposo eran nuevos en una iglesia cuando un miembro de la iglesia los confrontó acerca de sus hijos que se portaban mal. Su pecado extravagante era correr en la iglesia después de un servicio de adoración.

7. Se espera de mí que esté al lado de mi marido en todo momento. Si está en el hospital, se espera que vaya con él. Si sale con otros pastores, se espera que yo esté con sus esposas.

8. En la iglesia no tengo libertad para ser otra cosa que la esposa del pastor. Los miembros de la iglesia tienen una imagen determinada de mí y no me dejan ser yo misma.

9. Tengo que lidiar con las expectativas poco realistas y las críticas de mi marido todo el tiempo. Le atacan por todo, desde su forma de predicar hasta su corte de pelo. Me duele verlo tan desanimado y estresado.

10. No tengo amigos en la iglesia. No puedo confiarle a nadie mis sentimientos o luchas personales. Me juzgarán o contarán chismes sobre mí.

Estas son algunas de las expectativas comunes a las que se enfrentan las esposas de los pastores en muchas iglesias. Pueden ser fuente de frustración, soledad y resentimiento. Pero no tienen por qué serlo.

Si usted es la esposa de un pastor, puede encontrar gozo y satisfacción en su papel al:

• — Buscar diariamente la gracia y la fortaleza de Dios
• — Encontrar tu identidad y valor en Cristo, no en las opiniones de la gente.
• — Desarrollar una red de apoyo de amigos fuera de la iglesia
• — Comunicarte abierta y honestamente con tu marido sobre tus necesidades y desafíos.
• — Establecer límites saludables y decir no cuando sea necesario
• — Celebrar las bendiciones y oportunidades de ser la esposa de un pastor.

Si usted es miembro de la iglesia, puede ayudar a la esposa de su pastor:

• — Orando e intercediendo regularmente por ella y su familia
• — Alentándola con palabras de afirmación y aprecio
• — Respetando su privacidad y su tiempo personal
• — Permitiéndole usar sus dones y talentos de manera que se adapten a su personalidad y pasiones
• — No imponerle expectativas poco realistas o injustas, ni a ella ni a sus hijos.
• — Tratándola como amiga y hermana en Cristo.

Las esposas de los pastores son miembros valiosos de la familia de Dios y de la obra de Su reino. Honrémoslas y apoyémoslas mientras sirven junto a sus esposos. Ellas ciertamente lo merecen.