Semana Santa: 4 Poderosos Devocionales para Pascua En La Biblia

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Semana Santa: 4 Poderosos Devocionales para Pascua En La Biblia

¡Es la Semana de Jesús! Amigos, queremos invitarlos a profundizar en la naturaleza de nuestro Salvador Jesús esta semana, también conocida como Semana Santa. Hemos seleccionado 4 devocionales para mostrar cómo, Él te conoce por tu nombre, Él escucha cuando hablas, Él quiere un asiento en tu mesa, Él está en cada libro de tu Biblia y mucho más. ¡Disfrútalos! ¿Qué significa que Jesús te conoce por tu nombre? En este devocional, veremos el significado bíblico y la importancia de esta verdad para nuestra vida cristiana.

Aquí dejo 4 poderosos devocionales para Semana Santa

Devocional 1: Jesús nos conoce personalmente y nos llama por nuestro nombre, lo que implica que lo sabe todo sobre nosotros, incluido nuestro carácter y potencial, y nos ama incondicionalmente. Debemos responder a su amor con gratitud, alabanza y compromiso.

Devocional 2: Jesús siempre nos escucha cuando oramos, intercede por nosotros ante el Padre y nos enseña a orar con confianza, humildad y perseverancia.

Devocional 3: Jesús quiere sentarse a nuestra mesa, simbolizando su deseo de tener una relación íntima y cercana con nosotros. Debemos recibirlo con alegría, gratitud y hospitalidad.

Devocional 4: Jesús se encuentra en todos los libros de la Biblia, y cada libro revela un aspecto diferente de su naturaleza, carácter y plan para nuestra salvación. Debemos leer y estudiar la Biblia con reverencia, curiosidad y obediencia.

1) Jesús nos conoce personalmente

La Biblia nos dice que Jesús es el buen pastor que conoce a sus ovejas y las llama por su nombre (Juan 10:3). Esto implica que Jesús nos conoce individualmente, no solo como parte de un grupo o una multitud. Él sabe todo acerca de nosotros: nuestros pensamientos, sentimientos, deseos, necesidades, fortalezas, debilidades, alegrías y tristezas. Él nos conoce mejor que nosotros mismos.

Jesús nos conoce por nuestro carácter, el nombre en la cultura bíblica no era solo una etiqueta para identificar a una persona, sino que reflejaba su esencia, su personalidad, su destino. Por eso, Jesús cambió el nombre de algunos de sus discípulos para mostrarles su propósito y su misión. Una muestra, a Simón le llamó Pedro, que significa roca, porque sobre él edificaría su iglesia (Mateo 16:18). A Jacob le llamó Israel, que significa el que lucha con Dios, porque prevaleció en su encuentro con el ángel (Génesis 32:28).

Jesús nos conoce por nuestro nombre porque Él ve lo que somos y lo que podemos llegar a ser. Él ve nuestro potencial y nuestro llamado. Él ve nuestra identidad y nuestro valor. Él ve nuestra dignidad y nuestra santidad.

Jesús nos conoce por nuestro nombre porque Él nos ama, el hecho de que Jesús nos conoce por nuestro nombre también revela su amor incondicional por nosotros. Él no nos ama por lo que hacemos o por lo que tenemos, sino por lo que somos: sus hijos amados. Él nos ama con un amor eterno, fiel y sacrificial. No solo eso, sino que él nos ama tanto que dio su vida por nosotros en la cruz para perdonar nuestros pecados y darnos la vida eterna (Juan 3:16).

Jesús nos llama por nuestro nombre porque Él quiere tener una relación íntima con nosotros. Él quiere que le conozcamos a Él como nuestro Salvador, Señor y Amigo. Él quiere que le sigamos, le obedezcamos y le sirvamos. Él quiere que le amemos con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas (Marcos 12:30).

¿Cómo responder al hecho de que Jesús te conoce por tu nombre?

Si Jesús te conoce por tu nombre, eso significa que eres especial para Él. Eres único e irrepetible. Cuando Dios te creo, Él rompió el molde, eres valioso e importante. Eres acepto en el amado. Por lo tanto, debes responder a su amor con gratitud, alabanza y adoración. Debes responder a su llamado con fe, obediencia y compromiso. Debes responder a su propósito con esperanza, confianza y diligencia.

Recuerda siempre que Jesús te conoce por tu nombre y te invita a conocerle a Él. No hay mayor privilegio ni mayor bendición que está sobre la faz del universo.

2) Jesús escucha

Este es mi segundo devocional, queremos reflexionar sobre cómo Jesús escucha cuando hablas. A veces podemos sentir que nuestras oraciones no son escuchadas o que no tenemos nada que decirle a Dios. Pero la verdad es que Jesús siempre está atento a nuestra voz y desea hablar con nosotros diariamente.

La Biblia nos dice que Jesús es nuestro Sumo Sacerdote, que puede compadecerse de nuestras debilidades y que intercede por nosotros ante el Padre (Hebreos 4:14-16; Romanos 8:34). Él sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos y nos promete que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye (Mateo 6:8; 1 Juan 5:14-15). Él también nos enseña a orar con confianza, humildad y perseverancia (Mateo 6:9-13; Lucas 18:9-14; 11:5-13).

Jesús no solo escucha nuestras oraciones, sino también nuestros pensamientos, sentimientos y deseos más profundos. Él conoce nuestro corazón y nos ama tal como somos (Salmo 139; Juan 10:14-15). Él quiere que le contemos todo lo que nos pasa, lo que nos alegra, lo que nos preocupa, lo que nos duele, lo que nos ilusiona. Jesús quiere ser nuestro amigo más íntimo y fiel (Juan 15:13-15).

¿Cómo podemos aprovechar esta maravillosa oportunidad de hablar con Jesús? Podemos hacerlo en cualquier momento y lugar, ya sea en voz alta o en silencio, con palabras o con emociones. Podemos usar las Escrituras como guía para orar o simplemente expresar lo que hay en nuestro corazón. Además, debemos alabarle por sus atributos y obras, agradecerle por sus bendiciones y favores, confesarle nuestros pecados y debilidades, pedirle por nuestras necesidades y las de otros, y entregarnos a su voluntad y propósito.

Amigo, Jesús escucha cuando hablas. No dejes pasar esta oportunidad de acercarte a él y experimentar su amor y su paz. Él te espera con los brazos abiertos y el oído atento. ¡Habla con él hoy en esta semana santa!

3) ¿Qué significa que Jesús quiere un asiento en tu mesa? ¿Es una invitación literal o una metáfora de algo más?

En este tercer devocional de hoy, vamos a detallar lo que significa esta frase y la importancia, que aparece en varias ocasiones en el Nuevo Testamento.

La mesa es un lugar de comunión, de compartir, de intimidad. En la cultura judía del tiempo de Jesús, sentarse a la mesa con alguien implicaba reconocerlo como amigo, como igual, como parte de la familia. Por eso, los fariseos y los escribas se escandalizaban cuando veían a Jesús comer con publicanos y pecadores (Lucas 15:2). Para ellos, era una forma de contaminarse con la impureza de esos grupos marginados. Pero para Jesús, era una forma de mostrar su amor y su misericordia, de acercarse a los que más lo necesitaban, de ofrecerles perdón y salvación.

Jesús también compartió la mesa con sus discípulos, especialmente en la última cena, donde instituyó la cena del Señor. Allí les dijo: “Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí” (1 Corintios 11:24). Y también: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama” (Lucas 22:20). Con estas palabras, Jesús les reveló el sentido de su muerte y resurrección: un sacrificio de amor por la humanidad, una alianza nueva y eterna entre Dios y los hombres. Al participar de la cena del Señor, los discípulos recordaban a Jesús y con su misterio pascual.

Pero Jesús no solo quería compartir la mesa con sus discípulos en el pasado, sino también en el presente y en el futuro. Él mismo lo dijo: “De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios” (Marcos 14:25). Jesús nos promete que volverá a sentarse a la mesa con nosotros cuando venga su reino en plenitud, cuando se cumpla su voluntad en la tierra como en el cielo. Ese será el banquete escatológico, el banquete de las bodas del Cordero, donde habrá gozo y paz para siempre (Apocalipsis 19:9).

Entonces, ¿qué quiere decir que Jesús quiere un asiento en tu mesa? Quiere decir que él te invita a entrar en comunión con él, a aceptar su amor y su misericordia, a participar de su sacrificio y su victoria. Él te llama a ser su amigo, su igual, su hermano. El Señor Jesús te espera con ansias para celebrar contigo el banquete del reino. ¿Le darás un lugar en tu mesa? ¿Le abrirás tu corazón? Él está llamando a tu puerta: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).

4) ¿Sabías que Jesús está presente en cada libro de tu biblia?

No solo en los evangelios, sino también en el Antiguo Testamento y las cartas de los apóstoles. Por eso deseo mostrarte cómo puedes encontrar a Jesús en cada página de la palabra de Dios y cómo eso puede transformar tu vida.

Jesús es el centro de la historia bíblica. Desde el principio, Dios tenía un plan para enviar a su Hijo al mundo para salvarnos del pecado y la muerte. Por eso, en cada libro de la biblia podemos ver figuras, profecías, tipos y sombras que apuntan a Jesús como el Mesías prometido.

Por ejemplo, en el libro de Génesis vemos a Jesús como el Creador de todas las cosas (Juan 1:3), como la simiente de la mujer que aplastaría la cabeza de la serpiente (Génesis 3:15), como el hijo amado que fue sacrificado por su padre (Génesis 22:1-18), como el cordero que fue sustituido por Isaac (Génesis 22:13), como el hermano mayor que perdonó a sus hermanos que lo traicionaron (Génesis 45:1-15), y como el león de la tribu de Judá (Génesis 49:9-10).

En el libro de Éxodo vemos a Jesús como el libertador que nos saca de la esclavitud del pecado (Éxodo 3:7-10), como el cordero pascual cuya sangre nos protege del juicio de Dios (Éxodo 12:1-13), como el maná que nos alimenta en el desierto (Éxodo 16:1-36), como la roca que nos da agua viva (Éxodo 17:1-7), como el mediador que intercede por nosotros ante Dios (Éxodo 32:30-35), y como el tabernáculo que habita entre nosotros (Éxodo 40:34-38).

En el libro de Levítico vemos a Jesús como el sumo sacerdote que nos acerca a Dios (Hebreos 4:14-16), como el sacrificio perfecto que nos limpia de nuestros pecados (Hebreos 9:11-14), como el cordero de Dios que carga con nuestras culpas (Levítico 16:20-22), y como el día de la expiación que nos reconcilia con Dios (Levítico 23:26-32).

Y así podríamos seguir con cada libro de la biblia, mostrando cómo Jesús es el cumplimiento de todas las promesas, profecías y símbolos del Antiguo Testamento. Es posible ver a Jesús cómo el protagonista de los evangelios, el fundador de su iglesia, el autor de nuestra fe, el Rey de reyes y el Señor de señores.

¿Qué beneficios tiene para nosotros conocer a Jesús en cada libro de la biblia? Primero, nos ayuda a entender mejor la biblia, pues vemos cómo todo tiene sentido y coherencia en Cristo. Segundo, nos ayuda a amar más a Jesús, pues vemos cómo él es el centro de todo y cómo él se revela a nosotros en su palabra. Tercero, nos ayuda a vivir para Jesús, y entendemos cómo él es nuestro ejemplo, nuestro maestro, nuestro Salvador y nuestro Señor.

Te animo a que leas la biblia con ojos abiertos para ver a Jesús en cada libro. Te sorprenderás de lo mucho que puedes aprender de él y lo mucho que puedes crecer en tu relación con él. Recuerda que Jesús dijo: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39).

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