Simeón y Ana: Figuras de Fe En La Biblia

simeon-abrazando-a-Jesus-biblia-versiculos
Simeón y Ana: Figuras de Fe En La Biblia

«Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. …. Había también una profetisa llamada Ana. …. Nunca se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones.» – (Lucas 2:25, Lucas 2:36, Lucas 2:37).

Encuentro de generaciones: Ancianidad y niñez

Es conmovedor visualizar la escena donde la vejez y la infancia se encuentran en el Templo. A lo largo de la vida de Jesús, vemos cómo la hipocresía abunda a su alrededor, cuestionándonos si quedaba algo de religiosidad genuina entre los que habitaban estos recintos sagrados. Pero en este momento, el velo se levanta y vemos a un hombre y a una mujer judíos. Ambos, con sus vidas santas y dedicadas, esperaban ansiosamente la llegada del Mesías. En un monumento a soldados desconocidos en Virginia, se inscriben estas palabras: «Quiénes eran, nadie sabe; qué eran, todo el mundo lo sabe». Podemos aplicar estas palabras a Simeón y Ana. Quizás nunca sepamos quiénes eran en términos de identidad histórica, Lucas no se esfuerza en contárnoslo; pero su esencia, su diario vivir, sus anhelos más profundos y cómo eran percibidos por Dios, son evidentes para cualquiera que lea este capítulo del Evangelio. Simeón y Ana ingresaron al Templo precisamente cuando el Niño Salvador estaba presente, y a ellos se les reveló la gloria del niño.

La esperanza nunca debe ser abandonada

Antes que nada, aprendemos de esta narrativa que nunca debemos abandonar la esperanza. Cuenta la historia que cuando Alejandro Magno cruzó Asia, regaló casi todas sus pertenencias a sus amigos. Cuando uno de sus capitanes le preguntó: «Señor, ¿qué te queda para ti?», Alejandro respondió: «Me quedo con la esperanza». Aunque la Biblia no especifica que Simeón fuera un anciano (Lucas 2:29), es universalmente creído que sí lo era. Pero, a lo largo de sus años, Simeón se asemejó a Alejandro: había perdido mucho, pero se había aferrado a la esperanza. Eran tiempos oscuros para Israel; la trompeta de Juan el Bautista aún no sonaba; parecía que no había esperanza para los judíos, y algunos de los más nobles se habían resignado a la desesperación. Pero este valiente «esperó el consuelo de Israel», y ahora sabemos que su espera no fue en vano. ¿Qué alimentaba esta esperanza en su corazón? Esta se nutría de su justicia y piedad (Lucas 2:25). Si no hubiera estado arraigada en una vida recta y en comunión con Dios, su esperanza se habría marchitado mucho antes. Las conductas deshonestas y el descuido de Dios siempre acarrean la pérdida de la esperanza, ya que esta florece como fruto del cumplimiento de los dos primeros mandamientos divinos. Mantengamos, pues, la esperanza como lo hizo Simeón; mantengámonos alerta y expectantes hasta el final; y recordemos que solo es posible mantener una actitud de alegría y disposición al servicio cuando somos justos y fieles.

La obra de Dios va más allá de Su promesa

La siguiente lección es que el obrar de Dios supera a su promesa. Hay una antigua leyenda que dice que Simeón había luchado con las palabras de Isaías 7:14, y mientras oraba y debatía sus dudas, le fue revelado que vería al Hijo de la Virgen con sus propios ojos. Todo lo que se atrevía a esperar era un destello: «un breve vistazo» y «una palabra pasajera» le habrían bastado. Vivía en espera del momento en que alguien le dijera: «¡He aquí el Mesías!». Ahora, cuando ha llegado el ansiado momento -y ¿es sólo un vistazo del Mesías lo que obtiene?– toma en sus brazos al Hijo de todas sus esperanzas (Lucas 2:28). No es de extrañar que estallara en tan gloriosa alabanza; había obtenido más de lo que podía pedir o imaginar. La promesa de Dios lo había sostenido durante muchos días de cansancio; pero el cumplimiento fue mayor que la promesa. Todos debemos recordar esto al entrar en un nuevo año, y al hablar de las promesas del año. Dios tiene una forma real de cumplir, y sus copas tienen el alegre arte de desbordarse. El diablo es un prometedor muy generoso e incansable, pero cómo se cumple la promesa que nos lo cuenten nuestros días pasados. Las promesas de Dios son muchas y grandes; pero para una fe viva y de oración como la de Simeón, el cumplimiento es mayor que la promesa.

Simeón y Ana vieron a Jesús en el Templo

También notamos que Simeón y Ana vieron a Jesús en el Templo. Los pastores lo habían visto en el pesebre, y los magos de Oriente también. Pero estas dos almas justas no lo vieron en el pesebre, sino en la Casa de Dios. Es cierto que todos debemos encontrar a Cristo en el pesebre, es decir, descubrirlo en las humildes moradas de la vida. En lugares no necesariamente consagrados, pero donde se realiza el trabajo cotidiano, debemos percibir la presencia de Jesús. Pero, por otra parte, es igualmente cierto que lo echaremos de menos si no asistimos a la iglesia; y nunca debemos entrar en un lugar de adoración sin la oración: «Señor, queremos ver a Jesús». El icónico misionero cristiano Columba recibió su apodo, «Colum de las iglesias», cuenta la historia, porque desde niño era muy fiel del culto en la iglesia; al igual que Simeón, vio a Jesús en el Templo.

Hasta que no hayamos visto a Jesús, no estaremos listos para morir

Finalmente, aprendemos que hasta que no hayamos visto a Jesús no estaremos preparados para morir (Lucas 2:29-32). Los niños no suelen pensar mucho en la muerte; Dios no ha querido que lo hagan. Pero a veces, incluso a los niños, les llega el pensamiento: ¿Cuándo está una persona preparada para morir?. Pues bien, el pasar de los años tiene poco que ver con ello, aunque todos los jóvenes puedan pensar lo contrario. No estamos listos para morir cuando llegamos a los setenta años; estamos listos cuando hemos visto a Cristo como nuestro Salvador. ¿Han visto los hijos de la familia a Cristo de esta manera? ¿Están orando los padres y las madres para que esto ocurra? A los niños les encanta cargar al bebé. Sácalo de los brazos de Simeón, y dáselo a ellos.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí