Apocalipsis 11:15 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Estos versículos me recuerdan lo que dijo el Señor Jesucristo en Luc 21:28: «Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca». En efecto, la séptima trompeta predice el advenimiento del Reino de Cristo en la tierra, lo cual se cumplirá ya en el Milenio. Dicen así dichos versículos en la NVI: «Tocó el séptimo ángel su trompeta, y se dejaron oír en los cielos grandes voces, que decían:

El reino del mundo se ha tornado el reino

de nuestro Señor y de su Cristo,

y él reinará por los siglos de los siglos .

Y los veinticuatro ancianos, que estaban sentados en sus tronos en la presencia de Dios, cayeron sobre sus rostros y adoraron a Dios, diciendo:

Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso,

el que es y el que era,

porque has tomado tu gran poder

y has comenzado a reinar.

Las naciones estaban furiosas

y tu cólera ha llegado.

Ha llegado el tiempo oportuno de juzgar a los muertos,

y de dar recompensa a tus siervos los profetas,

a los fieles y a los que reverencian tu nombre,

a los pequeños y a los grandes

y de exterminar a los que destruían la tierra ».

Entonces se abrió el templo de Dios en los cielos, y dentro de su templo se vio el Arca Sagrada de su pacto. Y se produjeron relámpagos, estruendos, truenos, un terremoto y una tremenda granizada».

1. Nótese, al final del versículo Apo 11:15, ese futuro «reinará». El verbo está en futuro porque antes han de cumplirse los acontecimientos de los capítulos Apo 12:1-18 al Apo 19:1-21. Ahora es cuando van a completarse todos los hechos de la segunda mitad de la última semana de Daniel.

2. Al llegar a este punto, es necesario hacer una distinción cuya ignorancia es la causa de la equivocación en que incurren los amilenialistas. Son muchos los lugares de la Biblia en los que se nos asegura que Jehová reina. Así, los salmos Sal 93:1-5, Sal 97:1-12 y Sal 99:1-9 comienzan con esas palabras. Esto quiere decir, no sólo que Dios es soberano y que el reinar sobre el Universo le compete de iure, por derecho propio, sino también que se le obedece, pues un rey reina de veras solamente cuando se cumple su voluntad. Y el mundo, en general, no cumple la voluntad de Dios, sino la del diablo (v. Luc 4:6 y 1Jn 5:19). La crucifixión de Cristo quitó al diablo el derecho de invocar su dominio sobre la humanidad (v. Col 2:15). Pero el Señor sólo reina de facto, de hecho, sobre aquellos que le obedecen y cumplen su ley. Es ahora, en el contexto de esta porción de Apo 11:15-18, comparada con el Sal 2:1-12, cuando el reinado de Dios y de su Ungido va a ser efectivo sobre la humanidad.

3. «El reino del mundo (lit., es decir, considerado como un solo gran Imperio) se ha tornado el reino de nuestro Señor (es decir, de Dios) y de su Cristo (esto es, su Ungido, su Mesías)» (v. Apo 11:15). ¿Cabe una noticia más venturosa? Cuando llegue ese momento glorioso, Cristo va a gobernar sobre pueblo obediente. Es cierto que no todo será «trigo limpio», porque habrá muchas rebeldías ocultas. De ahí que se nos diga (Sal 2:9, comp. con Sal. 9:23; Sal 110:5, Sal 110:6; Apo 2:26, Apo 2:27; Apo 12:5; Apo 19:15) que los regirá (o los quebrantará) con vara de hierro, pero, al fin y al cabo, su autoridad se impondrá completamente. ¡Por fin, habrá paz absoluta! Una paz que sólo al final del Milenio se verá trágicamente alterada, para dar paso al acto final de la Historia que desembocará en la paz completa e inalterable de la eternidad.

4. Los versículos Apo 11:16-18 nos presentan a los 24 ancianos tributando a Dios un himno de alabanza y acción de gracias por el definitivo triunfo contra el mal. Se postran, como lo hicieron ante el Creador (Apo 4:10) y ante el Cordero (Apo 5:8, Apo 5:14), y adoran a Dios (v. Apo 11:17) como a su Señor (gr. kúrie), Dios Hacedor de cielos tierra, y Todopoderoso que todo lo dirige y controla, por haber recobrado de hecho lo que le pertenecía por derecho, entra en plena posesión del reino que le habían usurpado. Nótense otros detalles interesantes:

(A) Según los MSS de mayor prestigio y antigüedad, el texto del versículo Apo 11:17 dice: «el que es y el que era», omitiendo lo de «y el que está viniendo» puesto que lo que era futuro se da ahora ya por cumplido. Como dice Caird, «ahora el futuro queda apresado en el eterno presente».

(B) El himno de los ancianos no sólo canta el poder y la gloria de Dios, sino también su justicia. De ahí que el himno tenga tantas reminiscencias de otros lugares, especialmente del Sal 2:1-12, donde vemos que el mundo rebelde se levanta contra Dios y contra su Ungido, pero Jehová se ríe de estas bravatas de los malvados y, con todo el peso de su autoridad soberana, entroniza en Sion a su Hijo, dándole por heredad los confines de la tierra.

(C) Ahora (v. Apo 11:18), el día de la ira (v. Sof 1:15; Sof 2:2) ha llegado, y la visitación de juicio contra los rebeldes para destruir a los que han venido destruyendo la tierra, el territorio escogido de Dios, a la vez que ha llegado también el tiempo de dar recompensa a los siervos de Dios que han sufrido por la causa del Evangelio: en primer lugar, a los profetas especialmente dedicados a la proclamación del Evangelio en la época más difícil de la Historia; asimismo, a los santos, es decir (con toda probabilidad), a los convertidos del pueblo escogido, cuyos sufrimientos se detallan en Apo 12:13-17; Apo 13:7; y finalmente, en general, a todos los temerosos de Dios, sean pequeños o grandes. Dice Salguero (ob. cit., pág. 423): «Los que temen al Señor son los que reverencian su nombre y observan sus mandamientos». El Sal 115:13 promete la bendición de Dios a todos «los que aman a Jehová, a pequeños y a grandes» (v. también Apo 13:16; Apo 19:5, Apo 19:18; Apo 20:12).

(D) En cuanto a la identificación de «los destructores de la tierra» (v. Apo 11:18, al final) y el juicio de Dios contra ellos, pueden verse Apo 6:8; Apo 8:8, Apo 8:11; Apo 9:11; Apo 11:7, compárese con Jos 10:11; Job 38:23; Sal 18:12; Isa 30:30; Eze 13:11, Eze 13:13. Téngase en cuenta que también se puede destruir por omisión (v. Mat 25:31.).

5. El versículo Apo 11:19 ilumina todo el capítulo siguiente, a la vez que es iluminado por él. La esperanza segura que el remanente judío albergará durante la Gran Tribulación (Apo 12:13-17) se basa en que, como dice enfáticamente Pablo en Rom 11:29 (un texto de mucha fuerza contra los antidispensacionalistas), «los dones de Dios y su llamamiento son irrevocables» (NVI). El pacto de Dios con Israel es firme y estable, y llegará el día en que obtenga pleno y definitivo cumplimiento. Veamos los detalles.

(A) El pacto de Dios con Israel se nos recuerda, efectivamente, en la frase «se vio el Arca Sagrada de su pacto» (NVI). El original dice textualmente: «Y fue abierto el santuario de Dios, el que está en el cielo, y fue vista el Arca de su pacto en su santuario».

(B) Según leemos en Heb 9:12, Heb 9:24, el verdadero «Lugar Santísimo», del que era figura el del templo hebreo, está en el cielo. El velo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo a consecuencia de la separación impuesta por el pecado de los hombres (Isa 59:2), impedía el libre acceso a la presencia de Dios, pero la muerte de Cristo rasgó ambos velos, el simbólico y el real, de tal manera que ha quedado libre el acceso al trono de la gracia (Heb 4:16; Heb 10:19-22).

(C) Según la tradición judía, recogida en el apócrifo 2Ma 2:5-8, el Arca de la alianza (o del pacto) volvería a aparecer cuando se restableciese el reino de Dios. Aunque el Arca desapareció el año 586 a. de C., cuando Nabucodonosor arrasó Jerusalén, 2Ma 2:4-8 dice textualmente: «Se decía también en el escrito cómo el profeta (Jeremías), después de una revelación, mandó llevar consigo la Tienda y el Arca; y cómo salió hacia el monte donde Moisés había subido para contemplar la heredad de Dios. Y cuando llegó Jeremías, encontró una estancia en forma de cueva; allí metió la Tienda, el Arca y el altar del incienso, y tapó la entrada. Volvieron algunos de sus acompañantes para marcar el camino, pero no pudieron encontrarlo. En cuanto Jeremías lo supo, les reprendió diciéndoles: Este lugar quedará desconocido hasta que Dios vuelva a reunir a su pueblo y le sea propicio. El Señor entonces mostrará todo esto; y aparecerá la gloria del Señor y la Nube, como se mostraba en tiempo de Moisés, y cuando Salomón rogó que el Lugar fuera solemnemente consagrado » (Biblia de Jerusalén).

6. La terrible tormenta con que se cierra el capítulo comprende señales semejantes a las que acompañaron la alianza del Sinaí. Todas estas perturbaciones atmosféricas, reveladoras de la majestad de Dios, aparecen durante las intervenciones extraordinarias de Jehová en la historia de la humanidad, como si el Universo se hiciese eco de la justiciera visitación de Dios.

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