Apocalipsis 1:12 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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En estos versículos Juan describe lo que efectivamente vio. Tanto la figura del Señor como el escenario en que Juan lo vio son de una majestad sobrecogedora. Dicen dichos versículos en la NVI: «Me volví para ver la voz que me hablaba. Y, al volverme, vi siete candelabros de oro, y por entre los candelabros estaba alguien como un hijo de hombre , vestido de una túnica que le llegaba hasta los pies, y ceñido a la altura del pecho con un fajín de oro. Su cabeza y su cabello eran blancos como lana blanca, tan blancos como la nieve, y sus ojos eran como fuego llameante. Sus pies eran como el bronce fundido que brilla en el crisol, y su voz era como el sonido de una gran catarata. En su mano derecha llevaba siete estrellas, y de su boca salía una espada aguda de dos filos. Su rostro era como el sol cuando brilla con todo su esplendor».

1. La extraña frase: «Me volví para VER la VOZ que me hablaba» es una figura de dicción muy expresiva para dar a entender que se volvió a ver quién era el que así le hablaba (lit. hablaba conmigo). El verbo epéstrepsa (en aoristo) que Juan usa aquí significa, como el hebreo shub, volverse (en general), «darse la vuelta», como es aquí el caso, ya que la voz le sorprendió a Juan de espaldas. Es el mismo verbo que se usa, como el hebreo shub, para designar la conversión a Dios (v. por ej., Hch 3:19; 2Co 3:16; 1Ts 1:9; 1Pe 2:25, entre otros lugares).

2. Lo primero que apareció a los ojos de Juan fueron «siete candelabros de oro». El vocablo lukhnía significa «candelabro», mejor que «candelero» o «candilero». Entre el altar y el Arca estaba el candelabro de los siete brazos, pero aquí no son siete brazos, sino siete candelabros. Recordemos lo de los siete espíritus del versículo Apo 1:4 y echemos un vistazo a Éxo 25:31-40. Es la menorah con sus siete neroth o lámparas de aceite. Sabido es ya el significado del número 7. El oro es símbolo de realeza, de pureza y de santidad, por lo que se le llama «el rey de los metales»: es hermoso, raro y es inmune a la acción de los ácidos. El único que le ataca (y por eso es llamado «agua regia») es una mezcla de ácido nítrico y clorhídrico. De ahí que toda el Arca y los querubines del Lugar Santísimo estuviesen recubiertos de oro.

3. Las iglesias o comunidades cristianas son comparadas aquí a siete candelabros de oro. El candelabro tiene las siguientes características: (A) No tiene luz propia; necesita recibirla. Todo creyente necesita recibir su luz, así como el poder, del que dijo «Yo soy la luz del mundo» (v. Jua 8:12; 2Co 12:9, 2Co 12:10; Flp 4:13), y lo mismo digamos de cada congregación cristiana. (B) Está puesto para alumbrar, es decir, para dar luz a los demás, como el Bautista (v. Jua 5:35: «era una lámpara gr. lúkhnos que ardía y alumbraba» los dos participios están en participio de presente continuativo ); hay que arder iluminando o iluminar ardiendo, que es lo mismo, con el óleo del Espíritu (v. Zac 4:1-14): La mecha de nuestra vida sólo arde con el aceite de obediencia al Espíritu Santo (Efe 4:30; Efe 5:18; 1Ts 5:19; 2Ti 1:6) y la llama del testimonio de la gracia. (C) Aquí tenemos 7 iglesias, que lucen con más o menos brillo, pero verdaderas iglesias de Cristo, que reflejan en el número 7 toda clase de experiencias espirituales y de vicisitudes temporales: la plenitud espiritual divinoprofética, así como la plenitud del juicio y del castigo (v. Apo 1:1. Barchuk, Explicación del Libro del Apocalipsis, págs. 36, 37).

4. «Y en medio (v. Apo 1:13) de los siete candelabros …» (comp. con Jua 19:18; Jua 20:19, Jua 20:26), como Salvador, Protector, Señor y Juez de la Iglesia (Mat 18:20; Mat 28:20), por pequeña que sea la comunidad local, está (¿cómo está?, ¿fuera de la puerta? v. Apo 3:20 ) «alguien como hijo de hombre», no porque no sea hombre de veras (v. Heb 2:14), sino por ser algo más que un simple hombre. Juan alude a Dan 7:13. El título, frecuente en los evangelios, aparece sin artículos en el original, por ser ya un nombre o epíteto propio y exclusivo de Él. Expresa su humanidad perfecta, así como su mesianidad. El hecho de que Jesús, y sólo Él, aparezca en medio de los siete candelabros, nos enseña que la iglesia no necesita de otros intermediarios (sacerdotes, obispos, Papa). Los pastores o ancianos de la iglesia no son representantes de Dios, sino ministros de Dios y siervos de Dios y de su Iglesia (v. Hch 20:28; 1Pe 5:1-4). Se nos describe a continuación, por medio de brillantes símbolos, la figura de Jesucristo:

(A) «Vestido de una túnica que le llegaba a los pies y ceñido a la altura del pecho con un fajín de oro» (v. Apo 1:13. NVI). Se describe así a Jesús como sumo sacerdote y como rey: La túnica talar es el «mecil» o traje del sumo sacerdote, con la faja de oro propia de la nobleza real (v. Heb 4:14, Heb 4:15; Apo 19:16), la cual le ceñía los pechos en señal de alta dignidad (gr. mastós, pecho, en contraste con hai osphúes, los lomos, de Luc 12:35, pues los trabajadores se ceñían por la cintura).

(B) La cabeza y la barba blancas (v. Apo 1:14) como la lana blanca y como la nieve lo más blanco que se conoce, simbolizan la eternidad, y corresponden a la descripción que, en Dan 7:9, se hace del «Anciano de días», esto es, de Jehová. También simbolizan la santidad, la pureza completa (comp. con Isa 1:18), especialmente por ser también la cabeza blanca, lo mimo que la barba.

(C) Los ojos como fuego llameante (v. Apo 1:14), es decir, que emite destellos continuamente, simbolizan una vista clara, penetrante, que juzga y refina (comp. con Heb 4:12; Heb 12:29), al par que se hace insoportable para los impíos (v. Apo 6:15-17).

(D) El original dice (v. Apo 1:15) que sus pies eran semejantes al bronce bruñido, resplandeciente (gr. khalkolibánoi, lit. cobre resinoso). Los comentaristas lo traducen de diferentes maneras: «hialina», «electro» (comp. con Eze 1:4), «azófar» (mezcla de cobre y cinc). Esto nos hace a la memoria el color de la «serpiente ardiente» de Núm 21:9. Es como el bronce que «se ha hecho incandescente en un horno». Esto es símbolo del tremendo poder con que Cristo pisotea (Apo 19:15) y consume a sus enemigos.

(E) «Y su voz como el sonido (v. Apo 1:15) de una gran catarata» (NVI). En el versículo Apo 1:10 había dicho «como de trompeta». De nuevo vemos la misma imagen de Eze 1:24. Puede referirse a un estruendo de cascada, como traduce la NVI, o al ruido de una lluvia torrencial, pero lo más probable es que indique «el mar alborotado» en medio de una tormenta, semejante a los imponentes temporales que Juan estaría acostumbrado a presenciar frente a las costas del mar Egeo, cuando estaba en Patmos. Si su voz era tan potente y aterradora (v. Mat 25:41, Mat 25:46; Luc 23:46; Jua 5:28, Jua 5:29; Jua 11:43; Jua 18:6), ¿qué será cuando venga a juzgar? (v. Apo 6:16, Apo 6:17).

(F) «Tenía (v. Apo 1:16) en su mano derecha siete estrellas.» La mano derecha es la mano del honor, del poder y de la autoridad (v. el v. Apo 1:20). No las llevaba en la palma, como la vida de David cuando estaba en peligro, sino en el puño (el Nuevo Testamento hebreo dice beyad, en la mano como poder yad , no como palma kaph ). Eso quiere decir que las siete estrellas están en lugar seguro; ¡el Señor es dueño de ellas y de su destino! En el versículo Apo 1:20 veremos el significado de las estrellas y de los ángeles. Por ahora, basta decir que, en todo caso, estar en la mano de Cristo significa que están a su servicio y son responsables ante Él.

(G) «Y de su boca (v. Apo 1:16) salía (es decir, estaba saliendo, pues el verbo está en participio de presente) una espada aguda de dos filos.» La espada es aquí la espada larga de ataque (gr. rhomphaía, en contraste con la mákhaira de Efe 6:17 daga para el combate defensivo cuerpo a cuerpo y de Heb 4:12 en función de bisturí de dos filos ). Con ella descuartiza, juzga y ejecuta (comp. con Apo 2:12, Apo 2:16; Apo 19:15, Apo 19:21); sale de la boca del Verbo y es la que juzga a los rebeldes (Jua 12:48). Dice W. Hendriksen: «No destruyamos la unidad del símbolo. Por ejemplo, no interpretemos la espada … como las tiernas y dulces influencias del Evangelio en su misión de convertir» (ob. cit., pág. 59). Hay autores, como Bartina, que opinan, sin fundamento alguno, que la boca no significa aquí la boca del rostro, sino la escotadura superior del vestido real, de donde pendía la espada con su vaina, de acuerdo con la abertura de que habla Éxo 39:23.

(H) Finalmente (v. Apo 1:16), de su rostro se dice que «era como el sol cuando brilla en su poder» (lit.), es decir, en todo su esplendor (NVI) en el cenit del cielo y sin nubes que empañen su brillo. Cristo es el Sol de justicia (Mal 4:2, comp. con Jua 1:9 y Jua 8:12. V. también Luc 2:32 «luz … gloria …»). Como dice Barchuk (ob. cit., pág. 39): «Él es la fuente de toda luz. Lo que significa el sol para la naturaleza, así es Cristo para la vida espiritual. Como la naturaleza no podría existir sin el sol, ni tendría vida alguna, así tampoco hay vida espiritual alguna en aquellas almas donde Cristo no vive». Ante esta descripción del aspecto de Cristo, palidecen todos los cuadros, obra de manos humanas, que pretendan representar su figura. Sólo a través de estos símbolos podemos atisbar algo de su gloria.

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