Apocalipsis 16:12 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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La sexta copa va a producir efectos sumamente misteriosos, como misteriosa es, a primera vista, la advertencia del Señor en el versículo Apo 16:15. Vamos a ver aquí: 1) El efecto de la copa sexta (vv. Apo 16:12-14); 2) La admonición del Salvador (v. Apo 16:15); 3) La convocación de las tropas enemigas de Dios y de su pueblo para la batalla de Harmaguedón (o Armagedón, según suele escribirse v. Apo 16:16 ).

1. Dicen así los versículos Apo 16:12-14 en la NVI: «El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates, y su agua se secó para preparar así el camino a los reyes que vienen del oriente. Luego vi tres espíritus malignos (lit. inmundos) que parecían ranas; salieron de la boca del dragón, de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta. Son espíritus demoníacos que realizan señales milagrosas y se dirigen hacia los reyes del mundo entero, a fin de reunirlos para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso».

(A) Ahora le toca su turno al río Éufrates, llamado aquí «el gran río», como en Gén 15:18; Deu 1:7 y Jos 1:4. Su importancia estriba, más que en su caudal de agua, en ser como la frontera oriental del territorio que Dios había prometido al pueblo de Israel. Aunque su nombre no se menciona en Isa 11:15 y Zac 10:11, la predicción que se halla en dichos lugares es la misma que aquí. En tiempos de Juan, el Éufrates era también la frontera natural entre el imperio romano y las tribus indómitas del oriente.

(B) El secado del río Éufrates tiene aquí por objeto «preparar el camino de los reyes del oriente» (v. Apo 16:12). Esto tenía, para Juan y sus lectores, un precedente en el paso del mar Rojo y del río Jordán a pie enjuto. Hay quienes han visto en esta avalancha de hordas enemigas atravesando el Éufrates una invasión de partos y escitas, «enemigos natos de Roma, que hostigarían y castigarían a los ejércitos de la bestia» (Bartina, ob. cit., pág. 770). Pero el propio Bartina rechaza esta opinión, y alega que «también los reyes de todo el mundo reciben las plagas que les corresponden (v. Apo 16:19). Sería más justo dice considerar todo el pasaje (Apo 16:12-16) como una alianza de los reyes de la tierra con la bestia para tomar parte en la lucha definitiva contra la obra de Cristo». No hay, en efecto, ninguna razón para considerar este pasaje de otra manera que como una profecía de lo que los gobiernos del Lejano Oriente (en especial, China v. el comentario a 9:16 ) van a llevar a cabo antes de la batalla de Armagedón (gr. Harmaguedón).

(C) El río Éufrates es llamado (v. Apo 16:12) «el río el grande el Éufrates» (lit.). Su prominencia especial se debe a dos causas: (a) Ser el límite del antiguo imperio de Roma; (b) ser también el límite oriental de la tierra que Dios prometió a Abraham (v. Gén 15:18; Deu 1:7; Jos 1:4 en todos estos lugares dicho río es llamado «grande»). También hemos de repetir que Isa 11:15 y Zac 10:11 predicen el futuro evento que aquí comentamos, pero sin mencionar el nombre del río. Walvoord apunta al creciente poder de los países del Lejano Oriente (Japón, China, India, etc.), como evidente amenaza para irrumpir sobre el Oriente Medio. De cierto que tanto Japón como China se nos presentan ya hoy (en 1989) como enormes potencias en todos los órdenes: demográfico, militar, técnico y político.

(D) Juan vio (v. Apo 16:13) salir de las respectivas bocas del dragón, del Anticristo y del falso profeta, «tres espíritus inmundos como sapos» (versión de S. Bartina). Tanto la rana como el sapo son batracios, y el vocablo griego es, en efecto, bátrakhoi. Para los hebreos, todo animal acuático que no tuviese escamas era inmundo (v. Lev 11:10-12). La identificación de estos espíritus inmundos es sumamente fácil con el texto sagrado a la vista (v. Apo 16:14): No son otra cosa que demonios que han de tomar posesión de los líderes de las naciones, quienes por medio de una propaganda seductora y satánicamente organizada, hipnotizarán a sus respectivos pueblos para lanzarlos contra el pueblo de Dios. El reciente ejemplo de Hitler es una prueba de lo que el diablo puede llevar a cabo mediante un perverso personaje político. En el caso que comentamos, la «trinidad satánica» echará por sus bocas los espíritus demoníacos que harán presa en las mentes de la humanidad impía. Pero, ¿por qué se parecen esos espíritus inmundos a los sapos o a las ranas? Creo que F. F. Bruce está en lo cierto cuando asocia este detalle con la segunda plaga de Egipto (v. Éxo 8:2.).

(E) El versículo Apo 16:14 dice expresamente que estos espíritus inmundos, salidos de las bocas de Satanás, del Anticristo y del Falso Profeta, hacen señales (comp. con Apo 13:12-15), es decir, portentos que sobrepasan las fuerzas naturales del hombre y, por tanto, aparecen como milagros a los sentidos alucinados y a las mentes hipnotizadas de las masas impías. Con estos milagros (mejor dicho, seudomilagros), que parecen confirmar la verdad y el pragmatismo del sistema diabólico, será fácil persuadir a los líderes de los gobiernos del mundo para que unan sus fuerzas y se dispongan a dar el golpe de gracia así pensarán ellos al pueblo de Dios. Pero el texto sagrado no dice que se van a reunir «para la batalla de su (de ellos) gran día», sino «del gran día del Dios Todopoderoso», pues es Dios, no ellos, quien va a ganar la batalla.

(F) Esta batalla es, sin duda, el preludio de la gran batalla en cuyo clímax se producirá la Segunda Venida del Señor. El griego dice pólemon, guerra, en contraposición a mákhe, batalla, como puede verse en Stg 4:1, donde concurren ambos términos. Es, pues, toda una «guerra mayor» (comp. con Dan 11:44, Dan 11:45). ¿Cómo puede ser esto, cuando todo el mundo estará bajo el dominio del Anticristo? Hay quienes ven aquí una «reunión de ejércitos» para inmediatamente antes de la Segunda Venida. Pero es más probable la opinión de Walvoord, de que refleja un conflicto entre las naciones mismas, al final de la Gran Tribulación, cuando el imperio del Anticristo comenzará a desintegrarse rápidamente, para de nuevo juntarse, también rápidamente, a fin de combatir contra Jesucristo y sus ejércitos cuando Su gloria comience a manifestarse desde los cielos en el dia de Jehová (Zac 14:1-3). El final del versículo Apo 16:14 hace significativo el hecho de que interviene la omnipotencia de Dios.

2. A primera vista, el versículo Apo 16:15 parece un inciso fuera de lugar: «¡Mirad que vengo como un ladrón! Feliz aquel que esté velando y guarde junto a sí sus ropas, para que no tenga que salir desnudo y se vea expuesto a la pública vergüenza» (NVI).

(A) Que no es un inciso fuera de lugar, sino una admonición muy en su punto dentro del presente contexto, lo advertirá todo el que se percate de que estamos ante un escenario de guerra. Dice Bartina (ob. cit., pág. 771): «El soldado que está en campaña frente a un ejército enemigo acampado y expectante lleva puestas continuamente las armas y está en una situación de alerta continua … Si se descuida muellemente, caerán de improviso sobre él los adversarios y le vencerán. Si consigue escapar, será a costa del ridículo más pronunciado en sus virtudes militares». De manera parecida se expresa Bruce (ob. cit., pág. 1.703), quien añade: «Según la Mishnáh, el capitán del templo en Jerusalén rondaba de noche su recinto y, si algún miembro de la guardia del templo era sorprendido durmiendo en su puesto, se le despojaba de sus ropas, las cuales eran quemadas, y él era despedido desnudo y en confusión».

(B) Aunque el texto no lo dice, no cabe duda de que es Dios quien habla (comp. con Apo 3:3; Mat 24:43; Luc 12:35-40; 1Ts 5:2-4; 2Pe 3:10). El contraste entre los tomados por sorpresa y los fieles que velan se expresa en la bienaventuranza que aparece a continuación (la tercera del libro, después de las de Apo 1:3 y Apo 14:13). Un vistazo a Apo 3:3, Apo 3:18; Apo 19:8 nos ayudará a entender las metáforas de este versículo Apo 16:15. A la luz, en especial, de Apo 19:8, parece ser que las ropas simbolizan aquí rectitud de conducta, no la justicia imputada (comp. con 1Co 3:15). Se trata, pues, de los que han escapado de la muerte, pero siguen fieles (¿advertencia a los que dan un pobre testimonio?), quizás porque residían en partes alejadas de los límites del gran imperio del Anticristo, o porque han estado escondidos (comp. con Mat 24:16).

3. El versículo Apo 16:16 dice literalmente: «Y los reunió (gr. sunégaguen, de donde procede «sinagoga») en el lugar que es llamado en hebreo Harmaguedón». Har significa, en hebreo, «monte»; Maguedón es la forma con que el hebreo Meguiddó (v. Zac 12:11) es vertido por los LXX en 2Cr 35:22. «Meguiddó dice Bartina es un tell o montaña artificial imponente». La llanura circundante había sido escenario de grandes batallas (v. Jue. caps. Jud 1:4 y Jud 1:5; 2Re 9:27; 2Re 23:29, 2Re 23:30; 2Cr 35:20-24), por lo que llegó a ser símbolo de duelo nacional (v. Zac 12:11). Aquí también murieron Saúl, Ocozías y Josías. Aunque el valle mide 21 km por 28, no cabrían allí todos los ejércitos, pero lo que se indica en el texto es que será el área central del conflicto bélico. El versículo Apo 14:20 nos daba unos 300 km. Y, al tiempo de la Segunda Venida, parte de los ejércitos estará en Jerusalén (Zac 14:1-3). Todos los intentos antimilenaristas han fracasado en cuanto a lugar y tiempo. Hay quien ha llegado a interpretarlo como ¡la Primera Guerra Mundial!

4. La porción de Apo 9:14. parece, a primera vista, contradecir lo que aquí se afirma. La explicación más probable es que las siete copas siguen rápidamente a las trompetas y que allí se predicen ya los últimos resultados de la gran invasión que tiene lugar ahora (v. el paralelismo de la sexta trompeta con la sexta copa). Quizá se trata, de no años ni meses, sino de días en la rapidez de los sucesos. D. Pentecost (Eventos del Porvenir, págs. 261 272) apoya con abundante argumentación la secuencia de acontecimientos en esta forma: (A) La federación de los diez estados, capitaneados por la Bestia. (B) La federación del norte (Rusia y sus aliados). (C) La invasión desde el Oriente. (D) Intervención desde el sur (las potencias del norte de África). Ya antes de la Primera Guerra Mundial, escribía Moorehead: «Las vastas hordas de Asia intervendrán en la batalla, decisiva y avasalladora, del gran día de Dios». Esta especie de intuición, casi profética, es tanto más admirable cuanto que, a comienzos del presente siglo XX, nadie podía imaginar el potencial de la China actual.

5. Resta por decir que el detalle más importante del versículo Apo 16:16 es el sujeto (implícito) del verbo «reunió», que no es otro que «el Dios, el Todopoderoso» (lit.) del versículo Apo 16:14, que sirve de antecedente gramatical, siendo el versículo Apo 16:15 una admonición parentética del Señor Jesucristo. Esto muestra, una vez más, que, aun cuando los hombres piensen que son ellos los que tienen la iniciativa en el desarrollo de los acontecimientos de la historia, no son otra cosa que instrumentos en las manos de Dios para el cumplimiento de los propósitos divinos, meros «peones de ajedrez» en las manos del Gran Gobernador del Universo.

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