Apocalipsis 5:8 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Al llegar a este momento, los 4 seres vivientes y los 24 ancianos se prosternan delante del Cordero en señal de adoración.

1. Acaba de celebrarse, por decirlo así, el acto solemnísimo de la regia investidura del Cordero, como lo demuestran las señales de homenaje y pleitesía por parte de los súbditos (v. Apo 5:8): «Y después que lo tomó (el rollo), los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero. Cada uno tenía un arpa y sostenían sendas páteras de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los fieles» (NVI). Los tres himnos que siguen en este capítulo dan a entender claramente que, efectivamente, al Cordero se le rinden honores divinos. Todos los 24 ancianos llevan arpas o cítaras en las manos, es decir, instrumentos de música festiva y gozosa, propia para el culto del templo, así como incensarios de oro llenos de perfume. El texto mismo declara explícitamente (v. también Apo 8:3, Apo 8:4 y comp. con Sal 141:2) que el incienso quemado en presencia del Señor es símbolo de la oración de los creyentes especialmente en su función sacerdotal intercesora.

2. A continuación (vv. Apo 5:9, Apo 5:10), tenemos el primer himno: «Y cantaban un cántico nuevo:

Digno eres de tomar el rollo

y abrir sus sellos,

porque fuiste inmolado,

y con tu sangre compraste para Dios

a hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación.

Tú has hecho de ellos un reino y sacerdotes

para servir a nuestro Dios,

y reinarán sobre la tierra ».

(A) Hasta ahora, nadie había cantado; sólo habían dado voces. Si en este «cantar» se incluyen los cuatro seres vivientes, ha de entenderse que lo hacen como seres vivientes representativos de todo el Universo, pues los ángeles nunca se presentan en la Biblia cantando (v. el v. Apo 5:11), sino diciendo. Cantar pertenece a los seres humanos. El hecho mismo de que los 24 ancianos estén cantando nos muestra que representan a la Iglesia, a los creyentes ya completamente redimidos (Rom 8:23). Ahora es cuando el Hijo de Dios, que es también el Hijo del Hombre, es alabado en lengua humana y con las mismas modulaciones musicales que Él también asumió al hacerse verdadero hombre como nosotros (Heb 2:14).

(B) Ya en el Antiguo Testamento cada nuevo acontecimiento en que la mano poderosa de Dios se extendía para librar a su pueblo de la opresión de sus enemigos, daba lugar a un nuevo canto de alabanza y de acción de gracias (v. por ej. Éxo 15:1-21; Jue 5:1-31). Pero ahora este cántico nuevo tiene una relevancia peculiar, por cuanto en él se ensalza la mayor y definitiva liberación llevada a cabo por Dios en favor de su pueblo, y se rinde al Mesías honor y adoración por el momento solemne de su investidura como Sumo Profeta y Rey Soberano del Universo, lo cual se muestra en su poder y competencia para romper los sellos y abrir el rollo.

(C) El himno refleja tres momentos: (a) El presente, en que Cristo recibe el rollo, con todas las consecuencias que veremos a lo largo del Apocalipsis; (b) El pasado, que es la redención de la humanidad y la fundación y salvación final de la Iglesia; (c) El futuro, porque la actuación victoriosa de Jesucristo en los últimos tiempos, hasta desembocar en la gran batalla de Armagedón, queda ya garantizada desde ahora.

(D) Notemos que en el himno se expresa clara y definidamente el hecho de que el Cordero es digno de tomar el rollo y abrir todos los sellos precisamente por haber sido inmolado y haber conseguido, con dicha inmolación, eterna redención para el pueblo de Dios, extendido a toda la humanidad: (a) «de todo linaje (o tribu; gr. phulés)», estirpe o raza (el vocablo griego entra en términos castellanos que tienen que ver con la filogénesis); (b) «lengua» implica la comunidad de gentes de la misma habla, ya que una raza o estirpe puede hablar diversas lenguas, y una misma lengua puede ser común a varias razas o estirpes; (c) «pueblo» parece subrayar una misma cultura, tanto religiosa como científica y, particularmente, ética; (d) «nación», en fin, connota las fronteras geográficas y la diferente administración política.

(E) El original (v. Apo 5:10) dice, según algunos (pocos) MSS, «reinaremos». Según algunos otros MSS, dice: «reinan» (en presente), lo cual resulta muy problemático en este contexto del Apo 5:1-14, distinto del de 1Pe 2:9. La mayoría (y los más importantes) de los MSS dicen «reinarán». Personalmente, opino que la lectura «reinaremos» entró en el texto porque algún copista pensó que eso era lo que lógicamente podía esperarse de quienes aparecen ya con vestiduras sacerdotales y coronas regias los (24 ancianos); pero ha de tenerse en cuenta que este himno lo están cantando, no sólo los 24 ancianos, sino también los 4 seres vivientes, a quienes no se puede aplicar ni la redención ni la realeza. Lo de «reinarán sobre la tierra» tiene una importancia extraordinaria, ya que solamente puede cumplirse si se admite el reino mesiánico milenario en la tierra (comp. con Apo 20:4, Apo 20:6).

3. A continuación, Juan tiene una nueva visión y escucha un nuevo himno (vv. Apo 5:11, Apo 5:12): «Luego miré y oí la voz de muchos ángeles, en número de millares de millares, y de diez mil veces diez millares. Estaban en derredor del trono, de los seres vivientes y de los ancianos. Decían a grandes voces:

Digno es el Cordero que fue inmolado,

de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,

la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza » (NVI).

(A) En una nueva visión (gr. kai eídon kai ékousa. Lit. Y vi y oí, los dos en aoristo), Juan escucha un nuevo himno, en el que a los seres vivientes y a los ancianos se asocian los ángeles. Puede advertirse que, tan pronto como se asocian los ángeles, ya no se habla de cantar, sino de decir a grandes voces (comp. con Job 38:7; Isa 6:3). Ni aquí, ni en Apo 7:11, se designan los ángeles de las tres categorías superiores, sino todos los demás ángeles, cuyo número se cifra textualmente en «miríadas de miríadas» (diez millares de diez millares) y en «millares de millares» (millones). Vemos que la NVI ha traspuesto las cifras, quizá para evitar un anticlímax, al ir de lo mayor a lo menor. La razón por la cual los ángeles no entran en escena, sino después de los ancianos, podría ser porque los propios ángeles son instruidos por la Iglesia en los misterios de la redención (v. Efe 3:10).

(B) Lo que decían «a grandes voces» los ángeles, con los seres vivientes y con los 24 ancianos, es que el Cordero, precisamente por haber sido inmolado, es digno de recibir siete (número de plenitud y perfección) aspectos de alabanza que proclaman la plenitud de la dignidad personal y de la obra redentora de Cristo; a la gloria, el honor y el poder, mencionados ya en el segundo himno dirigido al Creador en Apo 4:11, añaden otros cuatro. Con algunas variantes, son también siete en Apo 7:12. Nótese que un solo artículo abraza a los siete sustantivos, que aparecen así como ensartados en un solo racimo. De estas siete cosas, hay cuatro que Cristo posee ya por derecho propio y por haber sido inmolado: poder (v. 1Co 1:24), riquezas (2Co 8:9; Efe 3:8; Col 1:15, Col 1:16), sabiduría (también en 1Co 1:24) y fortaleza (Efe 6:10; 2Ts 1:9 según el texto griego ). Las otras tres cualidades expresan la actitud de los hombres hacia el Cordero: honor (Heb 2:9), gloria (Jua 1:14; Heb 2:9) y alabanza (o bendición Mar 11:9). Léase 1Cr 29:10-12, y se verá cuánto se parece este himno al de David en su oración a Jehová. No estará de más examinar aquí, aunque hayamos de repetir algunos conceptos, el significado preciso de cada uno de los siete términos:

(a) Poder (gr. dúnamis) es aquí la capacidad infinita que Dios tiene para llevar a cabo sus proyectos.

(b) Riquezas (gr. ploútos) es la abundancia de toda clase de recursos que están a disposición del Señor.

(c) Sabiduría (gr. sophía) es la perspicacia profunda, la cordura infinita y la inimitable destreza de Dios para planificar y llevar a cabo su programa de acción en los destinos del mundo y de la humanidad.

(d) Fortaleza (en sentido de fuerza; gr. iskhús) es el vigor, la robustez, la solidez y la resistencia de una persona, que le facilitan la superación de todos los obstáculos.

(e) Honor (gr. timé) es la estima, la valuación y la consideración que se tienen respecto a la dignidad y funciones que desempeña una persona.

(f) Gloria (gr. dóxa) es, por parte de las cosas creadas, el reconocimiento y la expresión del esplendor que emana de los atributos divinos, especialmente del poder, del amor y de la sabiduría que Dios despliega en la obra de la salvación.

(g) Finalmente, alabanza o, mejor, bendición (gr. euloguía) es, por parte del hombre, la expresión digna y laudatoria de la plenitud de los atributos divinos en los que se basa la salvación del hombre, mientras que, de parte de Dios, es la concesión de «toda buena dádiva y de todo don perfecto» (Stg 1:17) y que, en la plenitud expresada por el verbo hebreo shalam, da su sentido al término «paz» (hebr. shalom), con lo cual el bendecir que procede del hombre es meramente un «bien-decir», mientras que el de Dios es un «bien-hacer».

4. Sin solución de continuidad, se introduce (vv. Apo 5:13, Apo 5:14) otro himno: El Universo en sus cuatro partes (cielo, tierra, debajo de la tierra y mar), con todo lo que contienen, se unen en este quinto himno a las alabanzas que los ángeles, los seres vivientes y los ancianos habían expresado en el versículo Apo 5:12: «Luego oí a toda criatura en el cielo, en la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y todo cuanto en ellos se contiene, que decían:

Al que está sentado en el trono y al Cordero,

sea la alabanza, el honor, la gloria y el poder,

por los siglos de los siglos .

Los cuatro seres vivientes dijeron: Amén , y los ancianos se prosternaron y rindieron adoración» (NVI).

(A) Este quinto himno dicho, no cantado va dirigido conjuntamente al que está sentado en el trono y al Cordero (otra nueva indicación de que al Cordero no se le supone todavía sentado en el trono). El himno une las alabanzas al Dios Creador con las dirigidas a Jesucristo Redentor. Ha de notarse que a Dios Padre y al Cordero se atribuyen cuatro cosas en las que cada elemento parece tener una intervención peculiar: Bendición (cielo), honor (tierra), gloria (en redimir de debajo de la tierra) y dominio (gr. krátos, dominio o soberanía, con lo que la RV 1977 resulta aquí más exacta que la NVI), sobre el mar y sus monstruos.

(B) El Profesor Grau hace notar (ob. cit., pág. 159) que, en el himno precedente, todas las cualidades aparecen agrupadas con un solo artículo, mientras que aquí cada una lleva su artículo, como si se les quisiera dar su propio énfasis. También hace notar que aquí no se menciona la dignidad que comportó la obra de la redención («El Cordero es digno …»), sino sólo la íntima y consustancial dignidad, que es exclusiva de las personas divinas por lo que son en sí desde la eternidad. También que, en Dan 2:37, Dan 2:38, aparecen algunos de estos atributos en la «cabeza de oro» de la estatua de Nabucodonosor, pero allí leemos que son otorgados por Dios, no poseídos por derecho propio.

(C) Como rúbrica final del gran himno de toda la creación a Dios y al Cordero (v. Apo 5:14), los seres vivientes decían (lit. Gr. élegon) constantemente (de ahí la continuidad en el pasado, puesto que Juan está consignando una visión pasada del pretérito imperfecto): «Amén», poniendo su sello de aprobación, y el de Dios mismo, a esta adoración universal. Al final del himno, y en dos aoristos, el texto dice que «los ancianos cayeron (rostro en tierra) y adoraron». Lo de «al que vive por los siglos de los siglos» no figura en los MSS originales, sino que pasó al Textus Receptus procedente de una traducción latina.

(D) Con esto se cierra la alabanza y la adoración que las tres clases de seres creados ángeles, hombres y cosas tributan constantemente a Dio Padre y a Jesucristo. Como concluye Grau (ob. cit., pág. 160), «si Cristo no fuera Dios, los versículos Apo 5:12 y Apo 5:13 serían una blasfemia». Por otra parte textos como Efe 1:22, Efe 1:23; Efe 4:10; Flp 2:9-11; Col 1:15-19Col 1:15-19; Col 2:9, Col 2:10, etc., y sobre todo, Heb 1:2., nos describen el papel que Cristo desempeña desde su ascensión a la diestra del Padre.

5. La consecuencia práctica de todo este capítulo, en palabras de W Hendriksen, es que «todas las cosas deben glorificar a Dios: Su voluntad es ejecutada en el Universo. El trono gobierna. El Cordero reina. Como resultado de ello, los creyentes no tienen por qué temer en tiempos de tribulación, persecución y angustia» (ob. cit., pág. 93). En lo que se equivoca Hendriksen y todos los amilenialistas es en aplicar todo esto a la época presente, sin percatarse de que, desde Apo 4:1, hemos entrado ya en el Día de Jehová, «en las cosas que han de suceder después de éstas» (Apo 1:19, al final).

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