Apocalipsis 7:9 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Apocalipsis 7:9 | Comentario Bíblico Online

El versículo Apo 7:9 comienza con un nuevo metá taúta («después de estas cosas»), con lo que se indica suficientemente que se trata de una multitud distinta de la anterior. Esta multitud se distingue de la de los 144.000 sellados, en tres importantes detalles: 1) Es incontable, mientras que los sellados tienen un número fijo; 2) Esta multitud es de toda nación, tribu, pueblo y lengua, mientras que los sellados son de las tribus de Israel únicamente; 3) Esta multitud es vista ya en el cielo, mientras que los 144.000 son sellados precisamente para ser protegidos en la tierra. Veremos primero la descripción que se nos hace de esta multitud (v. Apo 7:9); luego, lo que dicen (v. Apo 7:10); después, la reacción de los ángeles (vv. Apo 7:11, Apo 7:12); a continuación, la conversación de Juan con uno de los ancianos acerca de la identificación de la multitud (vv. Apo 7:13-17).

1. Dice el versículo Apo 7:9 en la NVI: «Después de esto miré y vi (lit. vi y ¡mira!) delante de mí una gran multitud que nadie podía contar, procedente de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas. Estaban todos en pie delante del trono y enfrente del Cordero. Vestían túnicas blancas y llevaban palmas en las manos».

(A) La expresión del original, idoú (¡mira! o ¡he ahí!) indica que se introduce en escena un espectáculo impresionante. ¡Qué bien se aplican aquí las palabras de Isa 53:11: «Verá el fruto de la aflicción de su alma y quedará satisfecho»! Dice Barchuk (ob. cit., pág. 145):

Esto, a nosotros los creyentes, nos regocija sobremanera, porque ello nos muestra que los resultados de la obra espiritual y del testimonio cristiano serán mucho más grandes de lo que nos parece. Porque nosotros vemos únicamente aquellos que vienen a la iglesia. Pero desconocemos todas las experiencias secretas que tienen lugar en los corazones humanos bajo la influencia de la Palabra de Dios y especialmente ante la imagen de la muerte.

Y un poco más adelante añade:

He aquí delante del trono del Altísimo, el apóstol Juan vio a todos esos salvados cual maravilloso ramillete de distintas flores, de distintos colores, formas y tamaños, quienes atados con el amor del Salvador ofrecían una belleza indescriptible.

(B) Esta incontable multitud era de extracción gentil, como lo muestra su descripción en términos de universalidad: «de toda nación y estirpes y pueblos y lenguas» (lit.).

(C) Todos ellos estaban en pie (gr. hestótes, participio de aoristo, que apunta a un acto importante en virtud del cual están en pie comp. con Apo 5:6. El mismo verbo, pero en participio de pretérito perfecto ). Juan los ve, pues, ya resucitados, puesto que se ha completado su número, mientras que en Apo 6:9 los ve como almas que estaban debajo del altar (comp. con Apo 20:4). En Apo 20:4 se habla primero de almas y, después, de resucitados. En cambio, aquí Juan los ve ya como resucitados y en el cielo. Esto nos muestra que las visiones de Apocalipsis van avanzando en espiral, no cronológicamente, hasta llegar al capítulo Apo 19:1-21

(D) Estaban en pie, dice Juan, «delante del trono y enfrente del Cordero», lo que indica una comunión íntima con Dios, al descubierto, constante e inefable.

(E) Iban vestidos de túnicas blancas, lo cual indica santidad plena, escatológica, en la gloria de la resurrección (comp. con Efe 5:27), una blancura que no se debe a sus méritos (v. Isa 64:6), sino a la misericordia perdonadora de Dios (Isa 1:18), que los ha limpiado en la sangre del Cordero (v. Apo 7:14, comp. con 1Jn 1:7).

(F) Las palmas en las manos son símbolo de alegría festiva y de victoria que Dios ha ganado por ellos y para ellos. Aunque no tengamos por inspirados a los libros de los Macabeos (sí los respetamos como históricos), 1Ma 13:51 y 2Ma 10:7, en la perspectiva histórica de Israel, nos muestran esto mismo.

(G) La multitud aparece, según el participio de presente del versículo Apo 7:14 («los que están saliendo …»), como una procesión jubilosa que entra en el cielo, al estilo de la Fiesta de los Tabernáculos (Lev 23:40) y de la entrada de Jesús en Jerusalén (Mar 11:8; Jua 12:13). Su identificación con los de Apo 6:9 y Apo 20:4 nos hace ver que las palmas que llevan no son sólo de victoria, sino también de martirio, en el sentido de haber perdido violentamente la vida, en la persecución encendida por el Anticristo, «por causa de la palabra de Dios» (Apo 6:9). Todos ellos palpan ahora (¡y qué consuelo y estímulo para nosotros!) aquello de Rom 8:18: «Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse».

(H) Para muchos autores es una dificultad insoluble el hecho de que una multitud incontable se haya convertido tan sinceramente como para dar la vida por la Palabra de Dios, precisamente cuando la Iglesia se supone ya arrebatada y, por tanto, el Espíritu Santo se ha marchado de en medio, según la interpretación que dimos de 2Ts 2:7. Para resolver esta dificultad es preciso tener en cuenta dos factores:

(a) El arrebatamiento de la Iglesia inmediatamente antes de la Gran Tribulación será un acontecimiento tan extraordinario que no podrá menos de afectar a cientos de miles de personas; quizás, a millones. Basta imaginarnos qué pasará en las casas en que haya personas inconversas conviviendo con familiares cristianos, cuando éstos suban, ya transformados en personas glorificadas, aptas para el cielo, a encontrarse con el Señor en el aire. Es cierto que, como siempre, en algunos la reacción será de mayor endurecimiento (comp. con Luc 16:31), pero en muchísimos otros será de pánico, previo a la convicción de pecado (comp. con Hch 16:30). Si a esto se añade el testimonio, durante los primeros meses de la persecución, de los 144.000 sellados, fácilmente puede entenderse que el número de los convertidos al Señor, durante casi siete años, sea incontable.

(b) Es cierto que el Espíritu Santo se habrá hecho de en medio (lit. v. 2Ts 2:7) en el arrebatamiento de la Iglesia, pero eso no significa que su ministerio de aplicación de la salvación, en sus múltiples formas, haya cesado por ello. SÓLO HABRÁ CESADO COMO AGENTE INCORPORADOR Y ESPÍRITU CORPORATIVO DE LA IGLESIA (1Co 12:13; Efe 4:5), pero seguirá en su obra de convencer de pecado a los impíos, regenerar a los inconversos y santificar a los convertidos. En otras palabras, ejercerá las mismas funciones que desempeñaba con respecto a los santos del Antiguo Testamento.

2. A continuación vemos lo que esta incontable multitud decía (v. Apo 7:10): «Y clamaban con voz potente, diciendo:

La salvación se debe a nuestro Dios,

que está sentado en el trono,

y al Cordero » (NVI).

El original dice textualmente: «La salvación a nuestro Dios, etc.», pero, como bien ha traducido la NVI, no quieren decir que deseen la salvación a Dios ni a nadie, sino que expresan el reconocimiento de que se la deben a Dios y al Cordero (comp. con Apo 19:1), lo cual es un eco de Sal 3:8 y Jon 2:9 (al final). Es de notar que el Cordero es reconocido aquí, en pie de igualdad con el Padre, como autor de la salvación y, por tanto, como digno igualmente de adoración, alabanza y gratitud.

3. «A continuación (vv. Apo 7:11, Apo 7:12), vemos la reacción de los ángeles ante este grito de alabanza y gratitud: «Todos los ángeles estaban de pie (comp. con Apo 4:9, Apo 4:11; Apo 5:11-13) alrededor del trono y en torno a los ancianos y a los cuatro seres vivientes. Cayeron sobre sus rostros delante del trono y adoraron a Dios, diciendo:

¡Amén!

La alabanza, la gloria,

la sabiduría, la acción de gracias, el honor,

el poder y la fortaleza (gr. iskhús, la fuerza),

a nuestro Dios por los siglos de los siglos.

¡Amén! »

(A) Vemos ahora que también los ángeles se unen a la multitud, puestos (simbólicamente, pues no tienen cuerpo) en pie, en este grito de adoración, postrándose delante del trono.

(B) La adoración de los ángeles comienza (v. Apo 7:12) por un «¡Amén!», con el que ratifican la alabanza y la adoración de la multitud incontable, y terminan con otro «¡Amén!», como rubricando sus propias alabanzas por haber hecho triunfar a una multitud tan grande. Los ángeles, que anhelan mirar desde el cielo la obra de la salvación en la tierra (1Pe 1:12) y que «son enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación» (Heb 1:14), sienten una inmensa alegría por cada pecador que se salva (Luc 15:10), lo cual contrasta con el odio homicida de Satanás (Jua 8:44; 1Jn 3:12). Tanto la alabanza de la multitud, como la de los ángeles, nos recuerda la alabanza y la adoración de David a Jehová delante de toda la congregación de Israel en 1Cr 29:10., aunque aquello fue un pálido reflejo de la grandiosa liturgia celeste.

(C) En el comentario a 5:12, ya explicamos algunos de los elementos de esta liturgia, así como algunas diferencias con el septenario (número de plenitud, como allí) que vemos aquí, y que son las siguientes:

(a) En Apo 5:12, los siete elementos de alabanza al Cordero van unidos, como enracimados, con un solo artículo inicial, mientras que aquí cada elemento va precedido de su propio artículo.

(b) En ambos lugares coinciden seis elementos; el único elemento diferente es ploútos (riqueza) en Apo 5:12, mientras que aquí aparece eukharistía (acción de gracias).

(c) En Apo 5:12, los ángeles mencionan al Cordero porque se unen al Cántico (aunque ellos no cantan, ni se canta tan pronto como ellos se unen al coro) de la Iglesia arrebatada los 24 ancianos, como representantes de la Iglesia y de los cuatro seres vivientes. En cambio, ahora son sólo ellos los que alaban al que está sentado en el trono, pero no al Cordero, puesto que ellos no son partícipes de la salvación (v. Heb 2:16).

(D) Notemos también aquí el significado de cada uno de los siete elementos que componen esta adoración:

(a) Euloguía (bendición) expresa la alabanza a Dios por sus maravillas en la creación y en la salvación (comp. con Sal 103:1-5, Sal 103:19-22).

(b) Dóxa (gloria) es la manifestación esplendorosa de la grandeza y de los atributos salvíficos de Dios: amor, sabiduría y poder.

(c) Sophía (sabiduría) es la infinita destreza con que Dios planea y ejecuta sus designios.

(d) Eukharistía (acción de gracias) es el reconocimiento y estima debidos a Dios por los innumerables beneficios que derrama sobre todas sus criaturas, especialmente sobre sus hijos los creyentes.

(e) Timé (honor) es el reconocimiento de la excelencia de una persona y de los méritos que ha contraído con respecto a nosotros, y, ¿quién es más excelente, misericordioso y benéfico que Dios?

(f) Dúnamis (poder) es la infinita capacidad para ejecutar todos sus designios Dios es el Todopoderoso (Apo 1:8).

(g) Finalmente, «iskhús» (fuerza) es la energía, puesta en acción, con que el «poder» de Dios ejecuta dichos designios. Todos estos siete elementos se reconocen y alaban por toda la eternidad: «por los siglos de los siglos».

4. El capítulo termina con una conversación que Juan sostiene con uno de los 24 ancianos (vv. Apo 7:13-17): «Entonces uno de los ancianos me preguntó: Estos de las túnicas blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido? Yo respondí: Señor, eso tú lo sabes . Entonces me dijo: Éstos son los que vienen (nótese el presente, ya explicado) de (gr. ek, preposición de procedencia) la gran tribulación; han lavado sus túnicas y las han blanqueado en la sangre del Cordero. Por eso, están delante del trono de Dios y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado en el trono extenderá sobre ellos su tienda. Nunca volverán a tener hambre, nunca volverán a tener sed. No les agobiará el sol, ni el calor abrasador de ninguna clase. Porque el Cordero que está en el centro del trono será su pastor; Él les conducirá a las fuentes de agua viva, y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos » (NVI).

(A) Vemos primero (v. Apo 7:13) que uno de los 24 ancianos hace a Juan una pregunta que éste no sabe, porque no puede conocerlo, contestar. Esta forma literaria, típicamente semita, la encontramos en lugares como Jer 1:11.; Eze 37:3 y Zac 4:2. En efecto, Juan sólo sabe lo que se le dice por revelación; y, hasta ahora, no le ha sido revelada la identidad ni las características de esta gran multitud.

(B) Juan responde (v. Apo 7:14) con una fórmula de respeto y cortesía: «Señor mío» (lit., según la mayoría de los MSS más fidedignos). Lo de «tú lo sabes», no es sólo un reconocimiento de que el anciano lo sabe, sino que expresa, ante todo, un deseo, como si dijese: «También yo querría saberlo».

(C) A continuación, el anciano explica, en frases densas y de riquísimo contenido, toda la felicidad de los salvos que se hallan ya en el cielo:

(a) El original dice: «Éstos son los que salen …», no porque falten aún algunos por salir, sino porque los compara a una procesión con palmas de victoria, que entran en el santuario de Dios, al estilo de un salmo gradual.

(b) El anciano los describe saliendo de la Gran Tribulación. El griego original no usa la preposición apó, que indicaría distancia y preservación, sino ek, que significa procedencia; en otras palabras: salen de en medio de la Gran Tribulación, como habiendo pasado por ella. Esto basta para distinguirlos de la Iglesia, que ya aparece arrebatada al comienzo del capítulo Apo 4:1-11.

(c) A la tribulación se la llama megáles (grande), que aquí tiene la fuerza de un superlativo, pues es la mayor de todos los tiempos (v. Mat 24:21, Mat 24:22), y va a durar (mejor dicho, ya en este punto ha durado) 42 meses, 3 años y medio, 1260 días, pues todo es lo mismo (v. Apo 11:2, Apo 11:3; Apo 12:14 y Apo 13:5).

(d) Nótese el contraste entre el presente «salen», que denota la reciente cesación de las pruebas y aflicciones de esta multitud, y los aoristos «lavaron» y «emblanquecieron», que indican un hecho sucedido en el pasado, de una vez por todas.

(e) «En la sangre del Cordero» (v. Heb 9:7.) pone de relieve el perdón de los pecados por fe en el que murió en la Cruz como sustituto nuestro (Isa 53:5-7), sin olvidar que todo pecado posterior a la conversión es lavado con esa misma sangre (1Jn 1:7).

(f) El anciano pasa (v. Apo 7:15) a describir la función sacerdotal que esta multitud, ya en la presencia de Dios, desempeña en el cielo: «Sirven (gr. latreúousin, verbo de servicio cultual) día y noche (comp. con Rom 12:1) Barchuk los contrasta con los creyentes domingueros en su santuario» (gr. nadoói, que indica el santuario propiamente dicho, no sólo el templo gr. hierón ).

(g) A renglón seguido, dice el anciano, en símbolos bien conocidos, cuál será en el cielo la felicidad de estos bienaventurados:

Primero (v. Apo 7:15), «el que está sentado en el trono (es decir, Dios el Padre) extenderá sobre ellos su tienda» (NVI). Al comparar esto con Apo 21:3, vemos el alcance de esta frase. El verbo que Juan usa aquí (skenósei) es el mismo de Apo 21:3 y de Jua 1:14. Expresa la extensión de la shekinah de Jehová para morar con los suyos, por toda la eternidad, en una misma tienda de campaña. La presencia de Dios que se manifestó primeramente en el tabernáculo y después en el templo de Jerusalén, se manifestará constantemente entre los hijos de Dios, y no en casos extraordinarios como entonces, sino que será un privilegio ordinario y continuo de todos los redimidos, los cuales habrán terminado su peregrinación por el desierto de esta vida y habrán entrado en la verdadera Tierra Prometida (v. Heb 11:9, Heb 11:10, Heb 11:14-16). Toda la Nueva Jerusalén será un santuario (Apo 21:22, Apo 21:23).

Segundo (vv. Apo 7:16, Apo 7:17), «Nunca volverán a tener hambre, etc.». La feliz condición que aquí se describe tiene una referencia explicita en Isa 49:10 (y, en parte, en Isa 25:8), pero tiene su final cumplimiento en Apo 21:4. También incluye resonancias de Sal 23:1, Sal 23:2 y Eze 34:23. En Sal 23:1-6 e Isa 49:10, Jehová es el pastor, pero aquí, como en Jua 10:1-42, Cristo es el pastor. En Eze 34:23 (comp. con Jer 30:9), se atribuye este oficio a David, quien ya había muerto; lo cual indica, una vez más, la tipológica identificación de David con su «hijo» por excelencia: el Mesías.

Tercero, este pastoreo (v. Apo 7:17) del Cordero, dentro del contexto que estamos estudiando, significa que Cristo suministra el antídoto para el desasosiego que nos asedia, y la completa satisfacción de la sed de felicidad, sed que no puede ser apagada por ninguna cosa de este mundo. ¡Cosa insólita! ¡El Cordero, convertido en pastor!

Apocalipsis 7:9 explicación
Apocalipsis 7:9 reflexión para meditar
Apocalipsis 7:9 resumen corto para entender
Apocalipsis 7:9 explicación teológica para estudiar
Apocalipsis 7:9 resumen para niños
Apocalipsis 7:9 interpretación bíblica del texto

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí