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Génesis 50

1. Entonces se echó José sobre el rostro de su padre, y lloró sobre él, y lo besó.

2. Y mandó José a sus siervos los médicos que embalsamasen a su padre; y los médicos embalsamaron a Israel.

3. Y le cumplieron cuarenta días, porque así cumplían los días de los embalsamados, y lo lloraron los egipcios setenta días.

4. Y pasados los días de su luto, habló José a los de la casa de Faraón, diciendo: Si he hallado ahora gracia en vuestros ojos, os ruego que habléis en oídos de Faraón, diciendo:

5. Mi padre me hizo jurar, diciendo: He aquí que voy a morir; en el sepulcro que cavé para mí en la tierra de Canaán, allí me sepultarás; ruego, pues, que vaya yo ahora y sepulte a mi padre, y volveré.

6. Y Faraón dijo: Vé, y sepulta a tu padre, como él te hizo jurar.

7. Entonces José subió para sepultar a su padre; y subieron con él todos los siervos de Faraón, los ancianos de su casa, y todos los ancianos de la tierra de Egipto,

8. y toda la casa de José, y sus hermanos, y la casa de su padre; solamente dejaron en la tierra de Gosén sus niños, y sus ovejas y sus vacas.

9. Subieron también con él carros y gente de a caballo, y se hizo un escuadrón muy grande.

10. Y llegaron hasta la era de Atad, que está al otro lado del Jordán, y endecharon allí con grande y muy triste lamentación; y José hizo a su padre duelo por siete días.

11. Y viendo los moradores de la tierra, los cananeos, el llanto en la era de Atad, dijeron: Llanto grande es este de los egipcios; por eso fue llamado su nombre Abel-mizraim, que está al otro lado del Jordán.

12. Hicieron, pues, sus hijos con él según les había mandado;

13. pues lo llevaron sus hijos a la tierra de Canaán, y lo sepultaron en la cueva del campo de Macpela, la que había comprado Abraham con el mismo campo, para heredad de sepultura, de Efrón el heteo, al oriente de Mamre.

14. Y volvió José a Egipto, él y sus hermanos, y todos los que subieron con él a sepultar a su padre, después que lo hubo sepultado.

15. Viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos.

16. Y enviaron a decir a José: Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo:

17. Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban.

18. Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos.

19. Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios?

20. Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo.

21. Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón.

22. Y habitó José en Egipto, él y la casa de su padre; y vivió José ciento diez años.

23. Y vio José los hijos de Efraín hasta la tercera generación; también los hijos de Maquir hijo de Manasés fueron criados sobre las rodillas de José.

24. Y José dijo a sus hermanos: Yo voy a morir; mas Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob.

25. E hizo jurar José a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos.

26. Y murió José a la edad de ciento diez años; y lo embalsamaron, y fue puesto en un ataúd en Egipto.

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Génesis 50

(4) Muerte y sepultura de Jacob, 49:29-50:13. La narración de la muerte y sepultura de Jacob es bastante extensa y detallada. Por ello nos sirve para encontrar orientaciones sabias al enfrentar esta experiencia común a los seres humanos. Una vez terminada la bendición, último acto significante de un patriarca, Jacob reconoce que el final de su peregrinación terrenal ha llegado. Y como ser humano y como hombre de fe hace todas las preparaciones necesarias para enfrentar la última experiencia humana terrenal. El primer acto de preparación tiene que ver con su sepultura, y reitera ser sepultado en Canaán. Ello refleja el cumplimiento de una tradición familiar. Hay una sepultura familiar y la muerte se mira como una reunión con los antepasados. Es interesante notar que Jacob da una lista de todos los antepasados sepultados allí y se empeña en describir correctamente el lugar del sepulcro y el derecho de propiedad familiar adquirido legítimamente. Esta reiteración refleja además la fe en las promesas de Dios: Canaán será la tierra de Israel. El segundo acto de preparación tiene que ver con la transmisión de la visión o promesa patriarcal. Se asegura que el propósito divino continúe en su descendencia. Por ello, termina de dar todas las instrucciones necesarias a sus hijos. El tercer acto de preparación tiene que ver con el aspecto físico de la muerte. La narración resalta que Jacob enfrenta la muerte espiritual y físicamente con dignidad. Cuando se dio cuenta que “su hora había llegado” usó su última energía para volver a acostarse en la cama y recibir a la muerte sin resistencia, remordimientos o temor. Para aquel que había aceptado y cumplido el llamamiento de Dios, y quien había vivido en la fe en Dios, la muerte no era aterradora. Era el “acabar una carrera” con el gozo puesto en el premio por excelencia. Cuánta necesidad hay hoy día de permitir que la gente enfrente la muerte con dignidad. Por causa de la falta de aceptación completa de esta limitación humana, y por causa de los efectos del pecado, nuestra sociedad resiste a la muerte y usa recursos y técnicas costosos para prolongar, no la vida, sino la agonía de la muerte. La muerte jamás será vencida en el laboratorio científico, sino en la fe en el poder de Dios quien resucitó a Jesucristo de entre los muertos (1Co 15:54-57). Y usted, ¿quién es? 1Co 49:1-28 En cierto sentido más que bendiciones las palabras de Jacob a sus hijos fueron oráculos o profecías, es decir ciertas predicciones de lo que les iba a acontecer en los días postreros (v. 1). Jacob conocía bastante bien a cada uno de sus hijos y resume sus cualidades y debilidades para formular lo que de acuerdo con su manera de ser podría ocurrirles en la vida. Tratando de crear un paralelismo entre los hijos de Jacob y nosotros nos vendría bien la pregunta: ¿A quien de ellos me parezco yo? 1. Inestable como Rubén (v. 3). Rubén era principal en dignidad y principal en poder. Con muchos recursos personales y materiales. Lleno de posibilidades. Su debilidad era tener un carácter inestable como las aguas. Se dejaba controlar por las circunstancias del momento sin importarle mucho su destino. Esa inestabilidad lo condujo a cometer un pecado que su padre nunca pudo olvidar y que al fin le costó el derecho de ser el hijo primogénito (1Ch 5:1). Rubén nunca fue a su padre ni a Dios para pedir perdón. Su orgullo pudo más que su humildad. 2. Violento como Simón o Leví (v. 5). Sus armas eran instrumentos de violencia y en su desenfreno lisiaron bueyes. Su furor fue fiero, y su ira cruel. El carácter iracundo, grosero, agresivo siempre conduce a actuar más allá de lo que podría juzgarse como justa venganza. El daño hecho a su hermana Dina debía ser señalado, pero sin duda ellos obraron con exceso.El resultado de su violencia produjo que tuvieran que vivir separados de sus hermanos y esparcidos entre las tribus de Israel. El carácter iracundo siempre conduce al aislamiento y a tener que vivir separado pues irrita al que lo posee y daña a quienes lo rodean. Aún así, la muerte significa una separación y causa dolor y tristeza en los seres queridos. La manera propia de enfrentar estos sentimientos es expresarlos y pasar necesariamente por el proceso de duelo que incluyen actos emotivos y rituales. José, y toda la familia, expresa su dolor con llanto, recurso natural dado por Dios para descargas emotivas (catarsis). Los rituales canalizan cultural y religiosamente las expresiones y acciones que ayudan a la aceptación final y reajuste necesario ante la pérdida. Primeramente se realiza en Jacob el ritual egipcio. Se lo embalsama, actividad destacada de los egipcios por el cual el cadáver queda conservado en lo que conocemos como momia. Este acto estaba reservado sólo a faraones, príncipes o personas egipcias muy importantes. Jacob es considerado alguien digno de tal privilegio. Luego, se cumplen con él los días de luto propio de los egipcios: 70 días. 3. Alabado por su valentía como Judá (v. 8). Los hermanos de Judá lo alaban porque con dignidad y valor ha sabido someter a sus enemigos. Un ejemplo de esa valentía esta ilustrada en Num 10:14. De su simiente saldrán los reyes de Israel y Jesucristo el Rey de reyes y Señor de señores. Su control durará hasta que venga Siloh. Según esta expresión podría traducirse: "Hasta que venga aquel a quien pertenece el cetro"; además, la palabra "Siloh" también quiere decir "descanso y paz". Eso nos permite otra posibilidad de traducción: "Hasta que venga aquel a que trae descanso y paz." Sin duda, lo mejor es juntar ambas traducciones para decir: "Hasta que venga aquel a quien pertenece el cetro, pues él trae descanso y paz." 4. Próspero como Zabulón (v. 13). Puerto de navíos es una rica figura del lugar donde el comercio fluye y se intercambia entre naciones. Al ser el punto de encuentro marítimo, la región de Zabulón, gozaría de los beneficios económicos. Hasta Sidón: Sidón era un punto en la geografía, pero en los equivalentes morales un lugar de inmoralidad. El peligro de la prosperidad económica es que facilita el desorden moral. Si podemos usar nuestra prosperidad económica para ser de ayuda a quienes se encuentran zozobrando en un mar de ansiedades entonces seremos un consolador y seguro puerto de navíos como Zabulón. 5. Tímido y conformista como Isacar (v. 14). Vio que el lugar de descanso era bueno... Una persona fuerte como un asno, pero inclinada a buscar siempre lo que no exige mucho esfuerzo y las cosas fáciles. Y se sometió al tributo laboral: Isacar no estaba dispuesto a cambiar la comodidad aunque ello le costara un poco más. Muchas personas hoy prefieren dejar que las cosas se resuelvan por sí mismas en lugar de enfrentarlas con valor, aunque eso signifique perder un poco de comodidad. 6. Astuto como Dan (v. 16). Como víbora junto al sendero: Una persona que sabe aprovechar el momento de la oportunidad y sacar la mayor ventaja a su favor. Saben cuál es la mejor manera de derrotar a sus enemigos y emitir el juicio adecuado en medio de las divergencias. Los que son como Dan saben relacionarse con las personas de tal manera que las pueden llegar a controlar. Esta capacidad, bien usada, puede ser muy útil en el liderazgo cristiano. 7. Afortunados como Gad (v. 19). El nombre Gad significa "buena fortuna" o "afortunado", aquel hombre que a pesar de ser atacado por un batallón tiene la dicha de revertir el orden para ser él quien llega a controlar la pelea y vencer. La persona que frente a los problemas no se acobarda ni corre, sino busca la manera de atacarlos por atrás y finalmente sale victorioso. 8. Satisfecho como Aser (v. 20). Aser es símbolo de esos bienaventurados que tiene cubiertas todas sus necesidades personales, pero que a la vez tienen la capacidad de compartir lo que poseen con otras personas. En cierto modo todos los cristianos debiéramos sentirnos y ser como Aser. Satisfechos por la obra amorosa del Señor para con nosotros y dispuestos a compartir a Jesucristo con otras personas. 9. Libre y feliz como Neftalí (v. 21). Libre como una venada suelta. Otras traducciones dicen: "Como una encina frondosa que arroja ramas hermosas." Expresa la libertad de quien ha estado en cautiverio pero ahora disfruta con todo su ser su nueva oportunidad de vivir. Feliz como la que tiene hermosos venaditos. Otra traducción hace hablar a la venada diciendo que "pronunciará dichos hermosos". La felicidad es tal que un animal llega a hablar y proclamar su gozo. Neftalí es el símbolo de aquellos que disfrutan su nueva vida en Cristo y reflejan con todo su ser el gozo de la presencia del Espíritu de Dios. 10. Fructífero como José (v. 22). La razón de su prosperidad no radica en sí mismo sino en que el Dios de su padre le ayudará (v. 25). Este es el deseo de Jesús, que cada uno de sus discípulos sea fructífero. El secreto es mantenernos bien vinculados al Señor. 11. Agresivo como Benjamín (v. 27). En el sentido negativo la agresividad puede ser hiriente y traer lágrimas y dolor a otras personas. Este fue el caso de Benjamín. En el sentido positivo la agresividad puede ser ese impulso hacia la lucha por lo noble, lo bueno, lo que merece tomar los riesgos para ofrecer a otros algo nuevo y digno. Que Dios nos ayude a evitar ser como Benjamín y a canalizar nuestra agresividad para el bien. Este resumen de los hijos de Jacob resalta las cualidades que cada uno manifestaba. Representa un desafío para nosotros para buscar imitar lo bueno y evitar lo malo en cada uno. Seguramente Jacob pudo reflexionar sobre las influencias que habían dejado sus huellas en cada uno de los hijos. Por más llamativo y cuidadoso que haya sido el privilegio egipcio, quedaba lo más importante: la sepultura hebrea en Canaán. Y José toma la iniciativa en dar cumplimiento a este acto. El primer paso necesario es obtener el permiso oficial de traslado. Aquí podemos notar también algunas características sobresalientes de José como un líder. Por más privilegios que él haya tenido, y por más necesario y comprensible sean que él sepulte a su padre, solicita el permiso correspondiente de su autoridad superior. Aun en un acto familiar, vestido de dolor y digno de compasión, José se hace sujeto a la autoridad y no da lugar a desconfianzas. Dos cosas son resaltantes en el pedido de permiso. Primero, él no lo pide directamente al faraón. Ruega a sus “colegas”, a los de la corte, que lo hagan por él. Puede ser que la situación era muy emotiva y que tal vez él no tuviera la energía emocional para ello. Pero más bien refleja un comportamiento correcto y prudente que explica cómo José se mantuvo en el pináculo de poder, en un ambiente político donde abundan las intrigas y detracciones. José aparentemente servía sin competencia ni abusos. Lo hacía en “colaboración” y respeto con los otros funcionarios del faraón. Este era un momento que él necesitaba la ayuda de sus colaboradores y en sumisión se hace reconocedor que él aún con toda la autoridad que tenía, “necesita” del concurso de los demás. La humildad y la prudencia no son generalmente las armas que se usan en retener cargos políticos, sino la competencia, la intriga, la eliminación y el abuso de poder. En José, como en Daniel, no se podía “hallar ningún pretexto, ni corrupción ni negligencia” porque era fiel en todo (Dan 6:4). Segundo, José declara que el permiso que pide se debe a un juramento hecho a su padre y es temporal. El se compromete a regresar a Egipto y seguir sirviendo al imperio. En la cultura egipcia, los antepasados eran considerados en muy alta estima y el faraón comprendería muy bien este pedido de José. El regreso era una garantía al faraón que José seguía reconociéndose como súbdito. El faraón concede el permiso, provee todo lo necesario para un cortejo digno y ordena que las más altas autoridades, representativas de todas las esferas gubernativas de Egipto, escoltas y sirvientes acompañen a José en esta sepultura. Así como José reconoció la investidura del faraón, éste reconoce la alta investidura de José y lo trata con toda dignidad. A pesar de toda la esplendidez imperial, Israel debe recibir el ritual y sepultura propios de su pueblo. En cumplimiento, toda la familia se traslada con José a Canaán, excepto los niños y el ganado que garantizan un regreso seguro (Exo 10:8-11). La ruta que sigue el cortejo es muy significante, ya que no es la directa, sino la ruta a Canaán por el este, lo cual significó el cruce de la península de Sinaí. Esta es la ruta que tomarán los hijos de Israel para conquistar Canaán. En un sentido, Jacob ya estaba anticipando esa conquista. Al llegar al Jordán y antes de cruzarlo, se cumple el ritual hebreo de lamentación y siete días de duelo. La única referencia de ubicación de este lugar es que queda al lado oriental del río Jordán. Aparentemente los cananeos se impresionan por la lamentación intensa e identificando a la caravana como egipcia, ponen al lugar un nombre recordatorio del evento: Abelmizraim. Y por último se realiza la sepultura hebrea. Son los hijos —no los médicos egipcios— quienes finalmente sepultan a Jacob. Y la sepultura es en el sepulcro patriarcal de Macpela, Hebrón, no las monumentales sepulturas de Egipto. (5) José asegura la sobrevivencia de la familia de Jacob en Egipto,Exo 50:14-21. Una vez muerto Jacob, la vida de la familia no termina. Todos regresan a Egipto y reinician sus actividades. José, por haber sido designado en lugar del primogénito, queda como el patriarca de la familia. Además, por su posición política, él tenía autoridad y poder sobre todos, incluyendo su propia familia hebrea. Esta situación alarma a sus hermanos, quienes temen un acto de venganza por parte de José. La tradición familiar de los patriarcas estaba llena de conflictos que muchas veces quedaban “apaciguados” por respeto al pa- triarca. Los hermanos de José toman la iniciativa y esta vez, son ellos los que enfrentan a José y procuran una solución final y definitiva. Hasta ahora en la narración no hubo un acto específico de expresión de arrepentimiento o pedido de perdón por parte de los hermanos a José. Fue siempre éste el que había tomado la iniciativa en la reanudación del relacionamiento. Movidos por el temor causado por un sentimiento de culpa que hasta ahora no pudieron resolver, se unen y acuerdan un “plan” para con José. Pero este plan no es de destruir a José, sino el de pedir perdón y buscar una reconciliación completa. Tal vez la intención original fue simplemente el conseguir un “perdón o favor político” que les permitiera sobrevivir en una sociedad donde no podrían tener autoridad o representación. Es interesante que los hermanos atribuyen a José dos posibles actitudes que fueron las que les hicieron maquinar en contra de él: rencor y deseos de venganza. Así se presentan ante José y manifiestan dos propuestas de solución. La primera es un pedido de perdón que póstumamente lo ponen en los mismos labios de Jacob su padre. Así el pedido tiene más autoridad, más fuerza. Ellos no se sienten todavía capaces de peticionar directamente a José, sino que necesitan un intermediario o “padrino”. Mucho de esto hay todavía en nuestro pueblo latino. No hemos llegado a la madurez de enfrentar las situaciones directamente y con dignidad. El pedido de perdón es por la maldad —dimensión social— o el mal que el pecado ocasiona, y por el pecado —dimensión religiosa— contrario a Dios. Aquí hay pesar no sólo por la consecuencia del pecado, común en muchos pedidos de perdón de líderes religiosos y políticos hoy día que han caído en faltas: “Pido perdón por el mal que mi acción ha causado.” Esto no es arrepentimiento de pecado, sino pesar por la consecuencia del pecado. Pero hay también expresión de un arrepentimiento por el pecado, por la acción misma que está fuera de la voluntad de Dios, no importa si causa o no consecuencia en otros. La segunda propuesta es un ofrecimiento de sumisión: se postran y se declaran siervos de José. Aquí hay una imitación perfecta de lo que Jacob hizo con Esaú y que José y los hermanos vieron con sus propios ojos cuando niños (Exo 33:1-8). La primera reacción de reconciliación es la expresión de fuertes emociones por parte de José y de sus hermanos. En todo conflicto personal se acumulan fuertes sentimientos que impiden muchas veces la actuación racional y la resolución. Estos sentimientos deben ser ventilados apropiada y previamente al intento de una comunicación razonada. La otra reacción es la que corresponde únicamente a José. Con entereza él resuelve la situación de la siguiente manera. Primero, les conforta en lo que es más urgente: no temáis (v.19). Este es uno de los sentimientos más fuertes y paralizantes del hombre que está en desobediencia a Dios. Segundo, les informa cuál es el lugar o llamado que él ha tenido en la vida: él no está en el lugar de Dios, sino que fue escogido como instrumento para mantener vida. El seguirá actuando consecuentemente con ese llamado. Afirma su liderazgo patriarcal y su cargo imperial, pero les asegura que esos cargos los tiene para responsabilizarse del sustento a ellos y de la generación que les sigue. Tercero, ubica a los hermanos en el lugar que les corresponde. En verdad, ellos pensaron hacer mal y lo que hicieron fue una maldad. Sólo Dios pudo cambiar la consecuencia de esa maldad. Es Dios quien tiene el control último de todas las circunstancias y hace cumplir su propósito a pesar del pecado humano. Aquí José reafirma su “filosofía de la historia”. Por eso, ya no tiene en cuenta la consecuencia de esa maldad, pero no puede resolver el sentimiento de culpabilidad de sus hermanos. Cada uno tendrá que enfrentarse con Dios por sus pecados, porque sólo Dios puede perdonar los pecados. Todo lo que él puede hacer por sus hermanos es fortalecerles espiritualmente, ser proveedor de todo lo necesario para el diario vivir, y reafirmarles su amor y cuidado que hará que no sufran consecuencias en el presente o en el futuro inmediato por causa del pasado. (6) José confirma el cumplimiento del Pacto y pide que sus restos sean llevados a Canaán,Exo 50:22-26. Esta última sección se concentra en José y describe tres aspectos muy importantes en el desarrollo del cumplimiento del Pacto. Primero, se menciona a los hijos, nietos y bisnietos indicando que la familia de José —y de los otros hermanos— seguían multiplicándose en Egipto. Indica también la satisfacción que un gran hombre tuvo en su vida familiar. A pesar de toda la fama y ocupación política, no descuida la importancia de la familia. Para José, no es el honor o la memoria política lo que finalmente cuenta sino la continuación de su descendencia. ¡Cuántos hombres grandes en la historia, que han dejado riquezas y fama, han visto a su familia desintegrarse aún durante sus propias vidas! La fe bíblica en todos sus testimonios dan suprema importancia a la familia. Segundo, hace la conexión correcta con los antepasados. Hay una promesa de Dios que pertenece a esta descendencia. Esa promesa fue hecha a los patriarcas y su cumplimiento es inalterable, porque Dios es fiel. Es resaltante que ese cumplimiento no tiene una agenda política. Políticamente él pudo haber conseguido el apoyo imperial de Egipto, invadir Canaán y establecer a su pueblo allí. Las circunstancias históricas eran favorables y el pueblo había crecido mucho. Pero él afirma enfáticamente que es la intervención directa de Dios en tres actos propios de él —visitación, favor y ayuda— la que hará posible que el pueblo sea liberado de Egipto y establecido en la tierra prometida. Para José, un gran político y un famoso estadista, el cumplimiento de las promesas de Dios para su pueblo, llámese Israel o la iglesia, no depende de acontecimientos históricos favorables. Tampoco se asegura con la sobrevivencia holgada de un pueblo, ni se garantiza con una supremacía política. Ese cumplimiento depende sóla y exclusivamente de la fidelidad de Dios quien se dignó en hacer un Pacto con Abraham, Isaac y Jacob y un Nuevo Pacto en Jesucristo. José no juega a ser el libertador ni se apresura al éxodo. Su llamado fue el de “preservar la vida”. Por más que se haya apropiado de la visión del éxodo, decide esperar completamente en Dios y en el tiempo que Dios ha elegido para esa liberación. Tercero, José reconoce que está llegando al final de su vida y transmite la visión o promesa patriarcal a la descendencia, los hijos de Israel. Ahora ya el primogénito perdió su importancia primera porque la descendencia escogida es ya un pueblo numeroso. A través de un juramento solemne José compromete a los hijos de Israel a dos cosas: que mantengan su fe y esperanza en el Dios de los patriarcas que ha declarado su propósito para este pueblo. Y pide también que cuando llegue el día de la liberación, sus restos sean llevados a Canaán. El no pide un “permiso oficial” ni firma “un decreto oficial” para que se lo sepulte en Canaán. El prefiere esperar y participar con el pueblo en el éxodo. Por un lado, esta es una decisión de fe, basada en la seguridad de la fidelidad de Dios; por la otra, es un acto de compromiso para las generaciones siguientes: ellos deben salir de Egipto. La sección termina con el relato de que José muere y es sepultado en Egipto. Se cumplen en él los rituales propios a su cargo y dignidad egipcia. Así termina el libro de Génesis con un ataúd en Egipto, esperando el siguiente capítulo en la historia de la salvación: el éxodo. Y pasarán muchos años y mucha aflicción antes que se cumpla la promesa de Dios. Pero ese cumplimiento llega. Dios visita a su pueblo y los restos de José son llevados a su sepulcro final en Canaán (Exo 13:19; Jos 24:32). Una filosofía de vida José tuvo dos criterios para normar su vida y sin duda fueron su filosofía (Jos 50:19-20): 1. Se vio a sí mismo como un siervo de Dios y no pretendió ocupar el lugar que no le correspondía. Toda la prominencia política y el poder que podía ejercer no lo hicieron perder la perspectiva de la posición que ocupaba con respecto a Dios. 2. Se vio a sí mismo como instrumento para facilitar el plan de Dios para el bien de su pueblo. José se sintió honrado de poder hacer una contribución significativa al pueblo de Dios.


(4) Muerte y sepultura de Jacob, 49:29-50:13. La narración de la muerte y sepultura de Jacob es bastante extensa y detallada. Por ello nos sirve para encontrar orientaciones sabias al enfrentar esta experiencia común a los seres humanos. Una vez terminada la bendición, último acto significante de un patriarca, Jacob reconoce que el final de su peregrinación terrenal ha llegado. Y como ser humano y como hombre de fe hace todas las preparaciones necesarias para enfrentar la última experiencia humana terrenal. El primer acto de preparación tiene que ver con su sepultura, y reitera ser sepultado en Canaán. Ello refleja el cumplimiento de una tradición familiar. Hay una sepultura familiar y la muerte se mira como una reunión con los antepasados. Es interesante notar que Jacob da una lista de todos los antepasados sepultados allí y se empeña en describir correctamente el lugar del sepulcro y el derecho de propiedad familiar adquirido legítimamente. Esta reiteración refleja además la fe en las promesas de Dios: Canaán será la tierra de Israel. El segundo acto de preparación tiene que ver con la transmisión de la visión o promesa patriarcal. Se asegura que el propósito divino continúe en su descendencia. Por ello, termina de dar todas las instrucciones necesarias a sus hijos. El tercer acto de preparación tiene que ver con el aspecto físico de la muerte. La narración resalta que Jacob enfrenta la muerte espiritual y físicamente con dignidad. Cuando se dio cuenta que “su hora había llegado” usó su última energía para volver a acostarse en la cama y recibir a la muerte sin resistencia, remordimientos o temor. Para aquel que había aceptado y cumplido el llamamiento de Dios, y quien había vivido en la fe en Dios, la muerte no era aterradora. Era el “acabar una carrera” con el gozo puesto en el premio por excelencia. Cuánta necesidad hay hoy día de permitir que la gente enfrente la muerte con dignidad. Por causa de la falta de aceptación completa de esta limitación humana, y por causa de los efectos del pecado, nuestra sociedad resiste a la muerte y usa recursos y técnicas costosos para prolongar, no la vida, sino la agonía de la muerte. La muerte jamás será vencida en el laboratorio científico, sino en la fe en el poder de Dios quien resucitó a Jesucristo de entre los muertos (1Co 15:54-57). Y usted, ¿quién es? 1Co 49:1-28 En cierto sentido más que bendiciones las palabras de Jacob a sus hijos fueron oráculos o profecías, es decir ciertas predicciones de lo que les iba a acontecer en los días postreros (v. 1). Jacob conocía bastante bien a cada uno de sus hijos y resume sus cualidades y debilidades para formular lo que de acuerdo con su manera de ser podría ocurrirles en la vida. Tratando de crear un paralelismo entre los hijos de Jacob y nosotros nos vendría bien la pregunta: ¿A quien de ellos me parezco yo? 1. Inestable como Rubén (v. 3). Rubén era principal en dignidad y principal en poder. Con muchos recursos personales y materiales. Lleno de posibilidades. Su debilidad era tener un carácter inestable como las aguas. Se dejaba controlar por las circunstancias del momento sin importarle mucho su destino. Esa inestabilidad lo condujo a cometer un pecado que su padre nunca pudo olvidar y que al fin le costó el derecho de ser el hijo primogénito (1Ch 5:1). Rubén nunca fue a su padre ni a Dios para pedir perdón. Su orgullo pudo más que su humildad. 2. Violento como Simón o Leví (v. 5). Sus armas eran instrumentos de violencia y en su desenfreno lisiaron bueyes. Su furor fue fiero, y su ira cruel. El carácter iracundo, grosero, agresivo siempre conduce a actuar más allá de lo que podría juzgarse como justa venganza. El daño hecho a su hermana Dina debía ser señalado, pero sin duda ellos obraron con exceso.El resultado de su violencia produjo que tuvieran que vivir separados de sus hermanos y esparcidos entre las tribus de Israel. El carácter iracundo siempre conduce al aislamiento y a tener que vivir separado pues irrita al que lo posee y daña a quienes lo rodean. Aún así, la muerte significa una separación y causa dolor y tristeza en los seres queridos. La manera propia de enfrentar estos sentimientos es expresarlos y pasar necesariamente por el proceso de duelo que incluyen actos emotivos y rituales. José, y toda la familia, expresa su dolor con llanto, recurso natural dado por Dios para descargas emotivas (catarsis). Los rituales canalizan cultural y religiosamente las expresiones y acciones que ayudan a la aceptación final y reajuste necesario ante la pérdida. Primeramente se realiza en Jacob el ritual egipcio. Se lo embalsama, actividad destacada de los egipcios por el cual el cadáver queda conservado en lo que conocemos como momia. Este acto estaba reservado sólo a faraones, príncipes o personas egipcias muy importantes. Jacob es considerado alguien digno de tal privilegio. Luego, se cumplen con él los días de luto propio de los egipcios: 70 días. 3. Alabado por su valentía como Judá (v. 8). Los hermanos de Judá lo alaban porque con dignidad y valor ha sabido someter a sus enemigos. Un ejemplo de esa valentía esta ilustrada en Num 10:14. De su simiente saldrán los reyes de Israel y Jesucristo el Rey de reyes y Señor de señores. Su control durará hasta que venga Siloh. Según esta expresión podría traducirse: "Hasta que venga aquel a quien pertenece el cetro"; además, la palabra "Siloh" también quiere decir "descanso y paz". Eso nos permite otra posibilidad de traducción: "Hasta que venga aquel a que trae descanso y paz." Sin duda, lo mejor es juntar ambas traducciones para decir: "Hasta que venga aquel a quien pertenece el cetro, pues él trae descanso y paz." 4. Próspero como Zabulón (v. 13). Puerto de navíos es una rica figura del lugar donde el comercio fluye y se intercambia entre naciones. Al ser el punto de encuentro marítimo, la región de Zabulón, gozaría de los beneficios económicos. Hasta Sidón: Sidón era un punto en la geografía, pero en los equivalentes morales un lugar de inmoralidad. El peligro de la prosperidad económica es que facilita el desorden moral. Si podemos usar nuestra prosperidad económica para ser de ayuda a quienes se encuentran zozobrando en un mar de ansiedades entonces seremos un consolador y seguro puerto de navíos como Zabulón. 5. Tímido y conformista como Isacar (v. 14). Vio que el lugar de descanso era bueno... Una persona fuerte como un asno, pero inclinada a buscar siempre lo que no exige mucho esfuerzo y las cosas fáciles. Y se sometió al tributo laboral: Isacar no estaba dispuesto a cambiar la comodidad aunque ello le costara un poco más. Muchas personas hoy prefieren dejar que las cosas se resuelvan por sí mismas en lugar de enfrentarlas con valor, aunque eso signifique perder un poco de comodidad. 6. Astuto como Dan (v. 16). Como víbora junto al sendero: Una persona que sabe aprovechar el momento de la oportunidad y sacar la mayor ventaja a su favor. Saben cuál es la mejor manera de derrotar a sus enemigos y emitir el juicio adecuado en medio de las divergencias. Los que son como Dan saben relacionarse con las personas de tal manera que las pueden llegar a controlar. Esta capacidad, bien usada, puede ser muy útil en el liderazgo cristiano. 7. Afortunados como Gad (v. 19). El nombre Gad significa "buena fortuna" o "afortunado", aquel hombre que a pesar de ser atacado por un batallón tiene la dicha de revertir el orden para ser él quien llega a controlar la pelea y vencer. La persona que frente a los problemas no se acobarda ni corre, sino busca la manera de atacarlos por atrás y finalmente sale victorioso. 8. Satisfecho como Aser (v. 20). Aser es símbolo de esos bienaventurados que tiene cubiertas todas sus necesidades personales, pero que a la vez tienen la capacidad de compartir lo que poseen con otras personas. En cierto modo todos los cristianos debiéramos sentirnos y ser como Aser. Satisfechos por la obra amorosa del Señor para con nosotros y dispuestos a compartir a Jesucristo con otras personas. 9. Libre y feliz como Neftalí (v. 21). Libre como una venada suelta. Otras traducciones dicen: "Como una encina frondosa que arroja ramas hermosas." Expresa la libertad de quien ha estado en cautiverio pero ahora disfruta con todo su ser su nueva oportunidad de vivir. Feliz como la que tiene hermosos venaditos. Otra traducción hace hablar a la venada diciendo que "pronunciará dichos hermosos". La felicidad es tal que un animal llega a hablar y proclamar su gozo. Neftalí es el símbolo de aquellos que disfrutan su nueva vida en Cristo y reflejan con todo su ser el gozo de la presencia del Espíritu de Dios. 10. Fructífero como José (v. 22). La razón de su prosperidad no radica en sí mismo sino en que el Dios de su padre le ayudará (v. 25). Este es el deseo de Jesús, que cada uno de sus discípulos sea fructífero. El secreto es mantenernos bien vinculados al Señor. 11. Agresivo como Benjamín (v. 27). En el sentido negativo la agresividad puede ser hiriente y traer lágrimas y dolor a otras personas. Este fue el caso de Benjamín. En el sentido positivo la agresividad puede ser ese impulso hacia la lucha por lo noble, lo bueno, lo que merece tomar los riesgos para ofrecer a otros algo nuevo y digno. Que Dios nos ayude a evitar ser como Benjamín y a canalizar nuestra agresividad para el bien. Este resumen de los hijos de Jacob resalta las cualidades que cada uno manifestaba. Representa un desafío para nosotros para buscar imitar lo bueno y evitar lo malo en cada uno. Seguramente Jacob pudo reflexionar sobre las influencias que habían dejado sus huellas en cada uno de los hijos. Por más llamativo y cuidadoso que haya sido el privilegio egipcio, quedaba lo más importante: la sepultura hebrea en Canaán. Y José toma la iniciativa en dar cumplimiento a este acto. El primer paso necesario es obtener el permiso oficial de traslado. Aquí podemos notar también algunas características sobresalientes de José como un líder. Por más privilegios que él haya tenido, y por más necesario y comprensible sean que él sepulte a su padre, solicita el permiso correspondiente de su autoridad superior. Aun en un acto familiar, vestido de dolor y digno de compasión, José se hace sujeto a la autoridad y no da lugar a desconfianzas. Dos cosas son resaltantes en el pedido de permiso. Primero, él no lo pide directamente al faraón. Ruega a sus “colegas”, a los de la corte, que lo hagan por él. Puede ser que la situación era muy emotiva y que tal vez él no tuviera la energía emocional para ello. Pero más bien refleja un comportamiento correcto y prudente que explica cómo José se mantuvo en el pináculo de poder, en un ambiente político donde abundan las intrigas y detracciones. José aparentemente servía sin competencia ni abusos. Lo hacía en “colaboración” y respeto con los otros funcionarios del faraón. Este era un momento que él necesitaba la ayuda de sus colaboradores y en sumisión se hace reconocedor que él aún con toda la autoridad que tenía, “necesita” del concurso de los demás. La humildad y la prudencia no son generalmente las armas que se usan en retener cargos políticos, sino la competencia, la intriga, la eliminación y el abuso de poder. En José, como en Daniel, no se podía “hallar ningún pretexto, ni corrupción ni negligencia” porque era fiel en todo (Dan 6:4). Segundo, José declara que el permiso que pide se debe a un juramento hecho a su padre y es temporal. El se compromete a regresar a Egipto y seguir sirviendo al imperio. En la cultura egipcia, los antepasados eran considerados en muy alta estima y el faraón comprendería muy bien este pedido de José. El regreso era una garantía al faraón que José seguía reconociéndose como súbdito. El faraón concede el permiso, provee todo lo necesario para un cortejo digno y ordena que las más altas autoridades, representativas de todas las esferas gubernativas de Egipto, escoltas y sirvientes acompañen a José en esta sepultura. Así como José reconoció la investidura del faraón, éste reconoce la alta investidura de José y lo trata con toda dignidad. A pesar de toda la esplendidez imperial, Israel debe recibir el ritual y sepultura propios de su pueblo. En cumplimiento, toda la familia se traslada con José a Canaán, excepto los niños y el ganado que garantizan un regreso seguro (Exo 10:8-11). La ruta que sigue el cortejo es muy significante, ya que no es la directa, sino la ruta a Canaán por el este, lo cual significó el cruce de la península de Sinaí. Esta es la ruta que tomarán los hijos de Israel para conquistar Canaán. En un sentido, Jacob ya estaba anticipando esa conquista. Al llegar al Jordán y antes de cruzarlo, se cumple el ritual hebreo de lamentación y siete días de duelo. La única referencia de ubicación de este lugar es que queda al lado oriental del río Jordán. Aparentemente los cananeos se impresionan por la lamentación intensa e identificando a la caravana como egipcia, ponen al lugar un nombre recordatorio del evento: Abelmizraim. Y por último se realiza la sepultura hebrea. Son los hijos —no los médicos egipcios— quienes finalmente sepultan a Jacob. Y la sepultura es en el sepulcro patriarcal de Macpela, Hebrón, no las monumentales sepulturas de Egipto. (5) José asegura la sobrevivencia de la familia de Jacob en Egipto,Exo 50:14-21. Una vez muerto Jacob, la vida de la familia no termina. Todos regresan a Egipto y reinician sus actividades. José, por haber sido designado en lugar del primogénito, queda como el patriarca de la familia. Además, por su posición política, él tenía autoridad y poder sobre todos, incluyendo su propia familia hebrea. Esta situación alarma a sus hermanos, quienes temen un acto de venganza por parte de José. La tradición familiar de los patriarcas estaba llena de conflictos que muchas veces quedaban “apaciguados” por respeto al pa- triarca. Los hermanos de José toman la iniciativa y esta vez, son ellos los que enfrentan a José y procuran una solución final y definitiva. Hasta ahora en la narración no hubo un acto específico de expresión de arrepentimiento o pedido de perdón por parte de los hermanos a José. Fue siempre éste el que había tomado la iniciativa en la reanudación del relacionamiento. Movidos por el temor causado por un sentimiento de culpa que hasta ahora no pudieron resolver, se unen y acuerdan un “plan” para con José. Pero este plan no es de destruir a José, sino el de pedir perdón y buscar una reconciliación completa. Tal vez la intención original fue simplemente el conseguir un “perdón o favor político” que les permitiera sobrevivir en una sociedad donde no podrían tener autoridad o representación. Es interesante que los hermanos atribuyen a José dos posibles actitudes que fueron las que les hicieron maquinar en contra de él: rencor y deseos de venganza. Así se presentan ante José y manifiestan dos propuestas de solución. La primera es un pedido de perdón que póstumamente lo ponen en los mismos labios de Jacob su padre. Así el pedido tiene más autoridad, más fuerza. Ellos no se sienten todavía capaces de peticionar directamente a José, sino que necesitan un intermediario o “padrino”. Mucho de esto hay todavía en nuestro pueblo latino. No hemos llegado a la madurez de enfrentar las situaciones directamente y con dignidad. El pedido de perdón es por la maldad —dimensión social— o el mal que el pecado ocasiona, y por el pecado —dimensión religiosa— contrario a Dios. Aquí hay pesar no sólo por la consecuencia del pecado, común en muchos pedidos de perdón de líderes religiosos y políticos hoy día que han caído en faltas: “Pido perdón por el mal que mi acción ha causado.” Esto no es arrepentimiento de pecado, sino pesar por la consecuencia del pecado. Pero hay también expresión de un arrepentimiento por el pecado, por la acción misma que está fuera de la voluntad de Dios, no importa si causa o no consecuencia en otros. La segunda propuesta es un ofrecimiento de sumisión: se postran y se declaran siervos de José. Aquí hay una imitación perfecta de lo que Jacob hizo con Esaú y que José y los hermanos vieron con sus propios ojos cuando niños (Exo 33:1-8). La primera reacción de reconciliación es la expresión de fuertes emociones por parte de José y de sus hermanos. En todo conflicto personal se acumulan fuertes sentimientos que impiden muchas veces la actuación racional y la resolución. Estos sentimientos deben ser ventilados apropiada y previamente al intento de una comunicación razonada. La otra reacción es la que corresponde únicamente a José. Con entereza él resuelve la situación de la siguiente manera. Primero, les conforta en lo que es más urgente: no temáis (v.19). Este es uno de los sentimientos más fuertes y paralizantes del hombre que está en desobediencia a Dios. Segundo, les informa cuál es el lugar o llamado que él ha tenido en la vida: él no está en el lugar de Dios, sino que fue escogido como instrumento para mantener vida. El seguirá actuando consecuentemente con ese llamado. Afirma su liderazgo patriarcal y su cargo imperial, pero les asegura que esos cargos los tiene para responsabilizarse del sustento a ellos y de la generación que les sigue. Tercero, ubica a los hermanos en el lugar que les corresponde. En verdad, ellos pensaron hacer mal y lo que hicieron fue una maldad. Sólo Dios pudo cambiar la consecuencia de esa maldad. Es Dios quien tiene el control último de todas las circunstancias y hace cumplir su propósito a pesar del pecado humano. Aquí José reafirma su “filosofía de la historia”. Por eso, ya no tiene en cuenta la consecuencia de esa maldad, pero no puede resolver el sentimiento de culpabilidad de sus hermanos. Cada uno tendrá que enfrentarse con Dios por sus pecados, porque sólo Dios puede perdonar los pecados. Todo lo que él puede hacer por sus hermanos es fortalecerles espiritualmente, ser proveedor de todo lo necesario para el diario vivir, y reafirmarles su amor y cuidado que hará que no sufran consecuencias en el presente o en el futuro inmediato por causa del pasado. (6) José confirma el cumplimiento del Pacto y pide que sus restos sean llevados a Canaán,Exo 50:22-26. Esta última sección se concentra en José y describe tres aspectos muy importantes en el desarrollo del cumplimiento del Pacto. Primero, se menciona a los hijos, nietos y bisnietos indicando que la familia de José —y de los otros hermanos— seguían multiplicándose en Egipto. Indica también la satisfacción que un gran hombre tuvo en su vida familiar. A pesar de toda la fama y ocupación política, no descuida la importancia de la familia. Para José, no es el honor o la memoria política lo que finalmente cuenta sino la continuación de su descendencia. ¡Cuántos hombres grandes en la historia, que han dejado riquezas y fama, han visto a su familia desintegrarse aún durante sus propias vidas! La fe bíblica en todos sus testimonios dan suprema importancia a la familia. Segundo, hace la conexión correcta con los antepasados. Hay una promesa de Dios que pertenece a esta descendencia. Esa promesa fue hecha a los patriarcas y su cumplimiento es inalterable, porque Dios es fiel. Es resaltante que ese cumplimiento no tiene una agenda política. Políticamente él pudo haber conseguido el apoyo imperial de Egipto, invadir Canaán y establecer a su pueblo allí. Las circunstancias históricas eran favorables y el pueblo había crecido mucho. Pero él afirma enfáticamente que es la intervención directa de Dios en tres actos propios de él —visitación, favor y ayuda— la que hará posible que el pueblo sea liberado de Egipto y establecido en la tierra prometida. Para José, un gran político y un famoso estadista, el cumplimiento de las promesas de Dios para su pueblo, llámese Israel o la iglesia, no depende de acontecimientos históricos favorables. Tampoco se asegura con la sobrevivencia holgada de un pueblo, ni se garantiza con una supremacía política. Ese cumplimiento depende sóla y exclusivamente de la fidelidad de Dios quien se dignó en hacer un Pacto con Abraham, Isaac y Jacob y un Nuevo Pacto en Jesucristo. José no juega a ser el libertador ni se apresura al éxodo. Su llamado fue el de “preservar la vida”. Por más que se haya apropiado de la visión del éxodo, decide esperar completamente en Dios y en el tiempo que Dios ha elegido para esa liberación. Tercero, José reconoce que está llegando al final de su vida y transmite la visión o promesa patriarcal a la descendencia, los hijos de Israel. Ahora ya el primogénito perdió su importancia primera porque la descendencia escogida es ya un pueblo numeroso. A través de un juramento solemne José compromete a los hijos de Israel a dos cosas: que mantengan su fe y esperanza en el Dios de los patriarcas que ha declarado su propósito para este pueblo. Y pide también que cuando llegue el día de la liberación, sus restos sean llevados a Canaán. El no pide un “permiso oficial” ni firma “un decreto oficial” para que se lo sepulte en Canaán. El prefiere esperar y participar con el pueblo en el éxodo. Por un lado, esta es una decisión de fe, basada en la seguridad de la fidelidad de Dios; por la otra, es un acto de compromiso para las generaciones siguientes: ellos deben salir de Egipto. La sección termina con el relato de que José muere y es sepultado en Egipto. Se cumplen en él los rituales propios a su cargo y dignidad egipcia. Así termina el libro de Génesis con un ataúd en Egipto, esperando el siguiente capítulo en la historia de la salvación: el éxodo. Y pasarán muchos años y mucha aflicción antes que se cumpla la promesa de Dios. Pero ese cumplimiento llega. Dios visita a su pueblo y los restos de José son llevados a su sepulcro final en Canaán (Exo 13:19; Jos 24:32). Una filosofía de vida José tuvo dos criterios para normar su vida y sin duda fueron su filosofía (Jos 50:19-20): 1. Se vio a sí mismo como un siervo de Dios y no pretendió ocupar el lugar que no le correspondía. Toda la prominencia política y el poder que podía ejercer no lo hicieron perder la perspectiva de la posición que ocupaba con respecto a Dios. 2. Se vio a sí mismo como instrumento para facilitar el plan de Dios para el bien de su pueblo. José se sintió honrado de poder hacer una contribución significativa al pueblo de Dios.



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