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1 Juan 2 - Biblia de Jerusalén 1998

Cristo, nuestro abogado

1. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos un abogado ante el Padre: a Jesucristo, el Justo.

2. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

3. En esto sabemos que le conocemos: en que guardamos sus mandamientos.

4. Quien dice: "Yo le conozco" y no guarda sus mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en él.

5. Pero quien guarda su palabra, ciertamente en él el amor de Dios ha llegado a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él.

6. Quien dice que permanece en él, debe vivir como vivió él.

El nuevo mandamiento

7. Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo, que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado.

8. Y sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo - que es verdadero en él y en vosotros - pues las tinieblas pasan y la luz verdadera brilla ya.

9. Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano, está aún en las tinieblas.

10. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza.

11. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.

12. Os escribo a vosotros, hijos míos, porque se os han perdonado los pecados por su nombre.

13. Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al Maligno.

14. Os escribo, hijos, porque conocéis al Padre. Os escribo a vosotros, padres, porque ya conocéis al que es desde el principio. Os escribo, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al Maligno.

15. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él.

16. Porque todo cuanto hay en el mundo - la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la jactancia de las riquezas - no viene del Padre, sino del mundo.

17. El mundo y sus concupiscencias pasan; pero quien cumple la voluntad de Dios permanece para siempre.

El anticristo

18. Hijos míos, es la última hora. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es ya la última hora.

19. Salieron de entre nosotros; pero no eran de los nuestros. Pues si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Así se ha puesto de manifiesto que no todos son de los nuestros.

20. Vosotros tenéis la unción del Santo, y todos vosotros lo sabéis.

21. No os escribí porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis y porque ningún mentiroso procede de la verdad.

22. ¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ese es el Anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.

23. Todo el que niega al Hijo no posee al Padre. Todo el que confiesa al Hijo posee también al Padre.

24. En cuanto a vosotros, lo que oísteis desde el principio permanezca en vosotros. Si permanece en vosotros lo que oísteis desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre,

25. y esta es la promesa que él mismo os hizo: la vida eterna.

26. Os he escrito esto respecto a los que tratan de engañaros.

27. Y en cuanto a vosotros, la unción que de él habéis recibido permanece en vosotros y no necesitáis que nadie os enseñe. Pero como su unción os enseña acerca de todas las cosas - y es verdadera y no mentirosa - según os enseñó, permaneced en él.

28. Y ahora, hijos míos, permaneced en él para que, cuando se manifieste, tengamos plena confianza y no quedemos avergonzados lejos de él en su Venida.

29. Si sabéis que él es justo, reconoced que todo el que obra la justicia ha nacido de él.