Isaías 10:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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El profeta había hablado ya de un niño que había de nacer y sobre cuyos hombros había de gravitar la responsabilidad del gobierno (Isa 9:6). Ahora va a especificar su estirpe y las cualidades de que estará dotado.

1. El Mesías había de nacer, a su debido tiempo, de la estirpe de David, como renuevo del que Jehová había dicho (Isa 4:2) que había de ser hermoso y glorioso. Este renuevo había de brotar del tronco de Isaí. Así como Cristo es llamado «el hijo de David», a David se le suele llamar «el hijo de Isaí». Dice Slotki: «El padre de David simboliza la dinastía davídica». En otro notable anuncio profético, el ángel Gabriel declaró a la Virgen María que al hijo que le había de nacer, el Señor Dios le dará el trono de su padre David (Luc 1:32). Aunque nació como un brote (v. Isa 11:1) y creció como un tierno retoño (Isa 53:2), expuesto a los malos tratos de los hombres, salió victorioso sobre sus enemigos. Se dice que saldrá de Isaí, más bien que de David, porque la casa de Isaí era de baja posición antes que David ascendiera al trono (1Sa 18:18) y, al nacer el Mesías, había vuelto a su baja posición, como lo muestra la pobreza material de María y de José.

2. Los dones con que el Espíritu Santo le había de equipar (vv. Isa 11:2, Isa 11:3). Este tierno brote había de ser regado con el rocío de los cielos hasta llegar a ser una fuerte vara con que gobernar a judíos y gentiles. El Espíritu Santo que se posaba temporalmente sobre reyes, profetas, jueces, etc., a fin de capacitarlos para sus funciones específicas, no se posará sobre el Mesías, sino que reposará sobre Él (v. Isa 11:2) de modo completo y permanente (Isa 42:1; Isa 48:16; Isa 61:1; Mat 3:16; Jua 1:32; Jua 3:34). A continuación vienen los dones con que el Espíritu le había de dotar: «Espíritu de sabiduría y de entendimiento; espíritu de consejo y de fortaleza; espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. Y su deleite estará en el temor de Jehová» (vv. Isa 11:2, Isa 11:3). Observemos algunos detalles:

(A) Fácilmente se advierte la estructura binaria de los dones: tres pares de a dos, y termina con uno que los resume a todos, como el espigón que atravesaba el candelabro de los siete brazos, y llegaba así al número perfecto: siete.

(B) Slotki hace ver que el primer par expresa las cualidades de orden intelectual; el segundo, las de carácter administrativo; y el tercero, las de carácter espiritual. También hace notar la similitud con Bezaleel (Éxo 35:31) en cuanto al primer par.

(C) Jesús comenzó su predicación precisamente con estas palabras: … EI Espíritu del Señor está sobre mí» (Luc 4:18). Su sabiduría era notoria a todos, ya desde niño (Luc 2:47). Su entendimiento, esto es, la habilidad de aplicar los principios a las situaciones concretas, fue también notorio en todos los casos que se le presentaron. Su consejo siempre era certero y atinado. Sabía muy bien cómo administrar los asuntos del reino espiritual para gloria de Dios y beneficio de los hombres. También tenía fama de fuerte y valiente en el modo de enseñar los caminos de Dios, sin temor a los hombres ni acepción de personas (Mat 22:16). Su conocimiento de Dios y su íntima comunión con el Padre fueron inigualables (v. Mat 11:27; Luc 10:22; Jua 1:18; Jua 6:46; Jua 10:15; Jua 17:21, Jua 17:25).

3. Su gobierno estará caracterizado por la justicia y la equidad (vv. Isa 11:3-5): «No juzgará según las apariencias, puesto que sabrá lo que hay en el interior del hombre (Jua 2:25), ni decidirá por lo que sepa de oídas, no tendrá que recurrir a informaciones de segunda mano, como suele ocurrirles a los gobernantes de este mundo. Estará siempre ceñido de justicia y de fidelidad (v. Isa 11:5); serán para Él ceñidor de honor y cinturón de fortaleza. Así no habrá nadie que se le oponga ni le resista cuando haga justicia a favor de los necesitados (hebr. dalim) u oprimidos, y de los mansos de la tierra (hebr. anwey érets, esto es, los anawim Jehová, los pobres en el espíritu de Mat 5:3)». Las dos últimas frases del versículo Isa 11:4 están construidas en paralelismo de sinonimia, por lo que han de leerse del modo siguiente: «y herirá (al culpable de) la tierra con la vara de su boca, y con el aliento (hebr. ruaj) de sus labios matará al impío». Un vistazo a 2Ts 2:8, compárese con Apo 19:15-21, nos ayudará a comprender dicho paralelismo.

4. Durante su reinado habrá gran paz y tranquilidad (vv. Isa 11:6-9, comp. con Isa 9:6). La paz, como cúmulo de todos los bienes, se cifra especialmente en dos bienes fundamentales:

(A) La unidad o concordia, descrita en los versículos Isa 11:6 y Isa 11:7, hasta el punto de que el lobo morará pacíficamente con el cordero. Del mismo modo, los hombres de peores disposiciones temperamentales se avendrán a convivir pacíficamente durante el reinado milenario del Mesías. Cristo, que es nuestra paz, vino a matar las enemistades y establecer entre los suyos una paz fundada en el amor; esto no se logra por completo ahora, debido al poder del pecado que todavía anida en nuestra naturaleza caída. El leopardo, lejos de devorar al cabrito, se acostará con él. Y como el carácter depende, en gran parte, de la dieta, los animales carnívoros se volverán vegetarianos (v. Isa 11:7). Esto se cumple, en sentido espiritual, en las personas que de veras y con todo el corazón reciben el Evangelio de Jesucristo: quienes eran, antes de su conversión, temibles y feroces como leones, se tornan después amables y mansos como corderos. Entonces se cumplirá también lo de Isa 2:4.

(B) La seguridad o tranquilidad libre de temores. Cristo, el gran Pastor de las ovejas, cuidará de su rebaño, no sólo para que no se destruyan unas a otras, sino también para que no se le permita a ningún enemigo del exterior la ocasión de molestarlas. El pueblo de Dios será libertado, no sólo del mal, sino también del temor al mal. El fruto de todo esto será la afabilidad y docilidad de los hombres, una excelente disposición para recibir instrucción, de forma que «la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar» (v. Isa 11:9). No habrá tampoco temor de las fieras, pues los animales que ahora son tremendamente feroces y temibles, serán entonces tan mansos que un niño los pastoreará (v. Isa 11:6, al final). Se nos presenta una condición paradisíaca. Igualmente, el áspid y la víbora dejarán de destilar su ponzoña (v. Isa 11:8), de modo que los padres podrán permitir a sus niños pequeños jugar impunemente con ellos. Donde antes había engendros de víboras, habrá generaciones de santos.

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