Romanos 10:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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1. Pablo comienza declarando su gran afecto a los de su raza (comp. con Rom 9:1-3), con respecto a los cuales abriga un buen deseo y da un buen testimonio. (A) Su gran deseo es que se salven (v. Rom 10:1). Ése es el anhelo de su corazón y su oración a Dios. No era un cumplido formal, de labios para fuera, como son muchos buenos deseos; y, como el deseo del corazón es el alma de la oración, Pablo ofrecía a Dios en oración ese ardiente deseo de su corazón. (B) El testimonio que da era la razón (v. Rom 10:2: «Porque yo les doy testimonio …») de su buen deseo con respecto a Israel. Da testimonio de que tienen celo de Dios, buscan agradarle y serle aceptos, pero no según el perfecto conocimiento; era un celo fanático, que no se apoyaba en lo que Dios exige realmente del hombre (v. Miq 6:8) y es la base para una correcta comprensión de su designio salvífico. No se sometían al plan de Dios, sino querían que Dios se sometiese a los planes de ellos. Comenta J. Murray: «El celo es una cualidad neutral y puede ser el mayor de los vicios. Lo que determina su carácter ético es el objeto al que se dirige».

2. A continuación, Pablo pasa a declarar en qué consistía el error fatal de los judíos: Ignoraban voluntariamente qué es lo que realmente exige Dios para aceptar a una persona y se contentaban con una profesión externa de la religión y el cumplimiento, también exterior, de los preceptos de la Ley. Al establecer su propio programa de justificación, no se sometían al que Dios ha instituido (v. Rom 10:3). El fariseo de la parábola de Luc 18:11, Luc 18:12 estaba tan satisfecho de sus actos de piedad y caridad que, lejos de andar humildemente delante de Dios, se jactaba de dar a Dios más de lo que éste le pedía, mientras que Isaías, al ver la gloria de Dios y su propio pecado, clamó (Isa 6:5): «¡Ay de mí, que estoy perdido!»

3. La base de esta equivocación farisaica era pensar que la ley era en sí misma un fin y, por tanto, algo perpetuo, en lugar de ser algo provisorio, como ayo que conducía a Cristo hasta que éste viniera y la hiciese caducar (v. Rom 10:4), al sustituirla por algo mejor. Que telos significa aquí el «final» de la Ley, y no el «objetivo» al que la Ley tendía es algo tan claro que el propio J. Murray lo admite como la única interpretación correcta del versículo. Como dice F. F. Bruce: «Cristo es la terminación de la Ley en el sentido de que el orden antiguo del que formaba parte la Ley ha caducado en Cristo, y es reemplazado por el nuevo orden del Espíritu». Para que se vea claramente cuán lejos estamos aquí del antinomianismo, permítaseme citar una ilustración propuesta por A. G. Fruchtenbaum: «Un código nuevo siempre contiene algunos de los preceptos del código anterior, pero eso no quiere decir que el antiguo esté todavía vigente … Permítaseme ilustrarlo con algo que muchos de nosotros hemos experimentado. Yo recibí mi primer permiso de conducir en el estado de California, y mientras conduje en California, estuve sujeto a las leyes de tráfico de dicho Estado. Pero después de un par de años me trasladé a Nueva York. Tan pronto como me fui de California, dejé de estar sujeto a las leyes de tráfico de California … Ahora estaba sujeto a una nueva ley, las leyes de tráfico de Nueva York … Había muchas leyes semejantes en los dos Estados; por ejemplo, la ley de detenerse ante una luz roja. Pero cuando yo me paraba ante una luz roja, no lo hacía en obediencia al Estado de California como antes, sino en obediencia al Estado de Nueva York».

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