Apocalipsis 10:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Tras de lo narrado en el capítulo anterior, cualquiera esperaría el toque de la séptima trompeta, pero esto no sucede hasta Apo 11:15. En el intervalo tenemos cuatro secuencias: dos partes en el capítulo actual, las cuales forman un todo: un mensaje de consuelo y un encargo a Juan para que profetice; otras dos secuencias en el capítulo Apo 11:1-19: la medición del templo y la aparición de los dos testigos. Ya vimos una interrupción similar después del sexto sello al final del capítulo Apo 6:1-17, pues todo el capítulo Apo 7:1-17 está dedicado a presentarnos dos secuencias diferentes: el sellado de los 144.000 de las tribus de Israel, y la presencia en el cielo de una multitud incontable de extracción universal, procedente de la Gran Tribulación. Ahora tenemos un brusco salto de perspectiva.

1. Juan ve (v. Apo 10:1) descender del cielo otro ángel. Contra lo que han opinado algunos, este ángel no es Jesucristo, puesto que, a pesar de su apariencia gloriosa, recibe órdenes, mientras que en este mismo capítulo se oye por tres veces la voz divina, fácilmente identificable como voz de Cristo. Por otra parte, Juan no lo adora como a Cristo (Apo 1:17). Además, nunca en el Apocalipsis se llama ángel a Cristo. Es otro ángel para distinguirlo del de la sexta trompeta. Veamos su descripción:

(A) De él se dice que es forzudo (lit. Gr. iskhurós). El vocablo hebreo correspondiente es guéber, en el sentido de «guerrero fuerte y valiente» (comp. con Apo 19:18). Al futuro Mesías se le llama en Isa 9:6 «Dios fuerte» (hebr. El-Guibbor). Quizás podría tratarse del arcángel Gabriel, pues su nombre significa «Dios es mi fuerza», y así nos explicaríamos que fuese precisamente él quien, como en Dan 8:16; Dan 9:21; Luc 1:19, Luc 1:26, se encargase de llevar un mensaje consolador de tipo mesiánico.

(B) Va envuelto en una nube (lit.). Esto nos lleva al Sal 104:3, Sal 104:4 (comp. con Éxo 24:15.; Dan 7:13; Mar 9:7; Hch 1:9; 1Ts 4:17; Apo 1:7; Apo 11:12; Apo 14:14) e insinúa la blancura de su vestido de lino, comparable a la de una nube nímbea.

(C) En torno a su cabeza, lleva un halo irisado, al estilo plástico de la angelología etrusca, de influencia claramente oriental. El arco iris es símbolo de gloria espiritual, pero especialmente de misericordia y de paz (Gén 9:13).

(D) Su rostro como el sol, y sus pies como columna de fuego es una descripción gloriosa, comparable, pero no igual, a la de Apo 1:15, y no nos ha de extrañar en una aparición angélica, pues vemos que la apariencia del ángel de Apo 22:8 debió de ser extraordinariamente majestuosa como para que Juan se dispusiese a adorarle.

2. En el versículo Apo 10:2 tenemos el mensaje y la actitud del ángel. Lleva un pequeñísimo rollo (el vocablo griego indica el diminutivo de un diminutivo de otro diminutivo de biblos, libro). Es, pues, muy distinto del rollo de Apo 5:1., que sólo el Cordero podía mirar y abrir. Además, este pequeño rollo está ya abierto (gr. eneogménon, en participio de pretérito perfecto de la voz media-pasiva), lo cual indica que, además de contener pocos oráculos, éstos son relativamente claros. La actitud del ángel denota una figura colosal que pone el pie derecho (el de la fuerza) sobre el mar; el izquierdo, sobre la tierra; y la mano derecha (v. Apo 10:5) levantada hacia el cielo (en la izquierda, lleva el rollo), en actitud de jurar por los tres elementos. Visto desde Patmos en esta postura, aparecería proyectado sobre el horizonte marino de Palestina, lugar del sol naciente.

3. El ángel expone su mensaje (v. Apo 10:3) a gritos, como si fuesen rugidos de león. Pero el original no dice brúkhei, ruge, sino múkatai, muge. ¿Será una depauperación del griego de la koiné, como opina Bartina? ¿No querrá, más bien, la Palabra de Dios unir, en un solo símbolo, la majestad del león y la potencia del toro? En todo caso, se indican dichas cualidades: intensidad, potencia y majestad. Luego que el ángel profiere sus grandes voces, como mugidos de león, «siete truenos emitieron sus voces». El salmo 29 asocia siete veces al trueno la voz de Dios (comp. con Jua 12:18). Al ser el 7 número de plenitud y perfección, estos siete truenos, como en Apo 8:5, son como 7 mensajes que las 7 islas griegas de las inmediaciones de Patmos van repitiendo hasta perderse en la lejanía.

4. Cuando Juan se dispone a escribir lo que han revelado los 7 truenos con sus voces, una voz del cielo (v. Apo 10:4) ordena a Juan que selle dichas cosas; es decir, que mantenga oculto lo que acaba de oír (comp. con Dan 12:4). Se nota, al final del versículo, el paralelismo semítico tan frecuente en la Biblia y singularmente en las expresiones de Cristo (Apo 22:10). Puede verse también en Dan 8:26; Dan 12:9-12.

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