Lamentaciones 1:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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I. Las miserias de Jerusalén.

1. En cuanto al aspecto civil de su actual estado:

(A) Una ciudad que antes era populosa está ahora despoblada (v. Lam 1:1). La llenaban no sólo gente del propio pueblo judío, sino también de otros países que se habían acogido a ella y con los que mantenía un provechoso comercio, pero ahora su propio pueblo es deportado al exilio, y ella está sentada en solitario. Los principales lugares de la ciudad no son ahora, como solían ser, lugares de concurrencia. ¡Cómo ha quedado viuda! (v. Lam 1:1). Su rey-esposo ha tenido que marchar al destierro, y ha sido privada también de sus hijos.

(B) Una ciudad que antes era señora, pues ejercía dominio como capital de las provincias (las tribus de Israel) está ahora en sujeción, hecha tributaria (v. Lam 1:1). Los vocablos hebreos para «señora» y «tributaria», respectivamente (sarati y lamás), designan literalmente a una princesa que es llevada a trabajos forzados (¡a un campo de concentración!), por lo que Ryrie hace notar que «el contraste entre princesa y trabajadora forzada (tributaria) muestra la extensión de la caída de Jerusalén». Y no sólo señoreaba en Israel, sino también en países como Moab y Edom, «que estaban sometidos a Israel en los días de David y Salomón» (rabino Goldman). Unas naciones la amaban, otras la temían; unas le llevaban presentes, otras le pagaban impuestos y tributos. Pero ahora, no sólo ha perdido a sus amigos y está sola, sin o que ha perdido su libertad y es tributaria; primero pagó tributo a Egipto, y ahora a Babilonia. El pecado no sólo conduce a la soledad, sino también a la esclavitud.

(C) Una ciudad que estaba llena de gozo y alegría está ahora llena de pesadumbre. Allá subían las tribus de Israel a regocijarse delante de Jehová; era el gozo de toda la tierra, pero ahora llora amargamente en la noche (v. Lam 1:2), llora en silencio y soledad; en la noche, cuando otros descansan, ella tiene su pensamiento fijo en sus aflicciones. Su cabeza es como aguas, y sus ojos como fuentes de lágrimas, de forma que llora día y noche (Jer 9:1); sus lágrimas están continuamente en sus mejillas.

(D) Los que estaban separados de los gentiles habitan ahora entre los gentiles (v. Lam 1:3); los que eran un pueblo especial de Dios son ahora una mezcla de razas y n aciones. Judá está desterrada (v. Lam 1:3), fuera de su país al país de sus enemigos, entre los que son extraños a Dios y a los pactos de la promesa, con los cuales ella no halla descanso (v. Lam 1:3). Al citar, no habría anhelado volver a Jerusalén». «Sus hijos (v. Lam 1:5) salieron para la cautividad delante del enemigo; los que tenían que haber sido la simiente de la generación siguiente son deportados, por lo que parece lo más probable que el país se quede todavía desolado por falta de herederos». Quienes viven entre su propia gente, libres y en su país, estarían más agradecidos por las mercedes que reciben, si considerasen las miserias de los que se ven forzados a vivir en países extraños.

(E) Los que estaban acostumbrados a conquistar están ahora en condición de conquistados (v. Lam 1:3): «Todos sus perseguidores la alcanzaron entre las estrechuras». Esto, dice Goldman, «podría entenderse literalmente, con referencia al alcance dado a los fugitivos en estrechos desfiladeros, pero probablemente debe preferirse el sentido figurado de peligros y dificultades que alcanzan y cercan a la gente». Así que, al no haber escape, no pudo menos de caer en manos del enemigo (v. Lam 1:7). En todas partes (v. Lam 1:5) «sus enemigos han sido puestos por cabeza, en el puesto del dominio (comp. con Deu 28:44), sus aborrecedores fueron prosperados».

(F) Los que habían sido un pueblo digno y honorable, en quienes Dios había puesto honor, y a los que las naciones vecinas pagaban sus respetos, son ahora tenidos en menosprecio (v. Lam 1:8): «Todos los que la honraban la han menospreciado». Ellos mismos se han rebajado por sus pecados, y contra ellos (v. Lam 1:9) «el enemigo se ha engrandecido». El pecado es la mayor afrenta de un pueblo.

(G) Los que vivían en una tierra fértil, fructífera, estaban ahora a punto de perecer por falta del alimento necesario (v. Lam 1:11): «Todo su pueblo gime en busca de pan», pues llegó a faltar el pan para la gente del pueblo (Jer 52:6), y en su cautiverio tuvieron que pasar grandes apuros para mendigar un pedazo de pan (Lam 5:6). Tanto es así que (v. Lam 1:11) «dieron por la comida todas sus cosas preciosas, es decir, sus tesoros más valiosos, para recobrar la vida (lit. para hacer subir el alma); tan desmayados estaban».

2. En cuanto al aspecto religioso de su actual estado:

(A) Sus fiestas religiosas no eran observadas (v. Lam 1:4): «Las calzadas de Sion están de luto, llenas de maleza, porque no hay quien venga a las fiestas solemnes». Esas fiestas habían sido descuidadas y profanadas (Isa 1:11, Isa 1:12); y, por consiguiente, así como las calzadas de Sion (v. Lam 1:4) estaban de luto, así también «las puertas de Sion (v. Lam 1:4) estaban desoladas, pues ya no pasaban por ellas los fieles judíos que venían a rendir a Jehová culto de adoración».

(B) «Sus sacerdotes gimen» (v. Lam 1:4) por las desolaciones del templo; sus cánticos se han convertido en gemidos y suspiros. En los días de prosperidad de Sion (Sal 68:25), iban las doncellas con panderos; y se toma buena nota aquí de que (v. Lam 1:4) «sus doncellas están afligidas y, por eso, ella está en amargura»; esto es, todos los habitantes de Sion están afligidos y, para ellos, el oprobio de ella es una carga (Zac. 3:18).

(C) Sus lugares religiosos eran profanados (v. Lam 1:10): «Ella ha visto entrar en su santuario a las naciones, es decir, a los gentiles», adonde ni los israelitas podían entrar, por muy devotos y reverentes que fueran, sino sólo los sacerdotes. Ahora los gentiles entran allá en masa y sin ningún respeto, pues no van a adorar, sino a saquear.

(D) Todas las cosas valiosas que adornaban el templo y servían para el culto al verdadero Dios eran botín para el enemigo (v. Lam 1:10): «Extendió su mano el enemigo a todas sus cosas preciosas». Cuáles eran esas cosas preciosas podemos aprenderlo en Isa 64:11, donde, a la queja del incendio del templo, se añade: «… y todas nuestras cosas más estimadas han sido destruidas»; el Arca y el altar, y todas las demás señales de la presencia de Dios en medio de ellos, estimables sobre toda otra cosa, habían sido hechas pedazos ahora y transportadas lejos de allí. Así que (v. Lam 1:6) «desapareció de la hija de Sion toda su hermosura, la hermosura de la santidad». Cuando fue destruido el templo, la santa y hermosa casa de Dios, desapareció también la hermosura de Sion.

(E) Los enemigos de Sion hacían burla de sus días religiosos (v. Lam 1:7): «La miraron los enemigos, y se burlaron de su ruina». Así dice el texto masorético actual, pero la Vulgata (es decir, Jerónimo) leyó shabb totéha, sus sábados (y ésa es la lectura que M. Henry comenta, con base en la AV inglesa), en lugar de mishbatéha, su desaparición. M. Henry cita un par de hexámetros de Juvenal, en que el poeta ridiculiza a los judíos por perder una séptima parte del tiempo:

«Guardan los sábados a su costa,

pues se pierde así un día entre siete».

Mientras que si el día de descanso se santifica como es debido, puede ser más provechoso que todos los demás días de la semana juntos. Los enemigos de los judíos podían decir ahora (aunque descartemos la versión «sus sábados»): «¿Qué provecho sacáis de observar las ordenanzas de vuestro Dios, quien ahora os abandona en vuestra aflicción?»

(F) Su estado era ahora el reverso de lo que anteriormente había sido (v. Lam 1:7): Ahora, en los días de su aflicción, cuando todo aparece negro y desalentador, ella recuerda también todos los bienes que tuvo desde los tiempos antiguos. Con frecuencia, Dios nos hace apreciar los beneficios mediante la ausencia de ellos.

II. Los pecados de Jerusalén son la causa de todas estas calamidades. Es Jehová quien la afligió por la multitud de sus transgresiones (v. Lam 1:5) y lo hizo como justo Juez. ¿Son muchas sus congojas? Sus pecados son muchos más (v. Jer 30:14); y no son poca cosa, sino cosa grave (v. Lam 1:8): «Pecado grave cometió Jerusalén, por lo cual se ha vuelto cosa impura». El hebreo es muy expresivo, pues dice: «Pecado pecó Jerusalén, etc.»; como si dijese: «Pecó con toda voluntad y deliberación». Así pecó la que tal profesión de fe en Dios hacía y la que de tales privilegios disfrutaba; «por eso (v. Lam 1:9) ha caído de modo tan sorprendente». Habían sido opresores los unos de los otros, los ricos de los pobres (v. Jer 34:11), y eran ahora especialmente los ricos los sujetos a opresión y servidumbre (v. Lam 1:3). Y, en el v. Lam 1:8, «todos los que la honraban la han menospreciado, porque vieron su vergüenza, esto es, su desnudez moral y espiritual». Dice Goldman: «La imagen de este versículo es la de una mujer que otrora fue honrada y aceptada por todos, pero ha sido sorprendida en pecado, y ahora es esquivada como impura». Según Asensio (en opinión del traductor, con toda razón véase el v. Lam 1:9 ), la imagen es la de «una mujer desnuda durante su menstruación».

III. Se queja de sus amigos Jerusalén por la falsedad con que se han comportado con ella (v. Lam 1:2): «Todos sus enemigos la han traicionado, se le volvieron enemigos». «Sus príncipes (v. Lam 1:6) han venido a ser como ciervos que, a la primera alarma, se han apresurado a huir, famélicos por falta de pasto y van a ser alcanzados por el cazador, pues (v. Lam 1:6) caminan sin fuerzas delante del perseguidor.» Tampoco sus vecinos se portan amistosamente, pues (v. Lam 1:7) «… no hubo quien la ayudase»; «… no tiene quien la consuele» (v. Lam 1:9), nadie que simpatice con ella o le preste algún alivio.

IV. Jerusalén apela a su Dios y lo encomienda todo a la consideración compasiva de Jehová (v. Lam 1:9): «Mira, oh Jehová, mi aflicción»; y de nuevo (v. Lam 1:11): «Mira, oh Jehová, y ve cómo estoy de despreciada». La única forma de sentirnos aliviados bajo nuestras cargas es depositarlas primero en los hombros de Dios y dejar a Su discreción el obrar con nosotros como mejor le parezca.

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