Hechos 10:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Observemos con todo interés todas las circunstancias del comienzo de esta gran obra que forma parte del misterio de la piedad: Cristo, predicado a los gentiles y creído en el mundo (1Ti 3:16). Hasta ahora, ni la predicación del Evangelio había sido dirigida a los paganos, ni había sido bautizado ninguno de ellos. Cornelio fue el primero.

I. De este Cornelio se nos dice que era un hombre grande y bueno, dos cualidades que raras veces se hallan en una misma persona; pero donde se encuentran, se abrillantan mutuamente; la bondad confiere a la grandeza su verdadero valor; la grandeza confiere a la bondad las mayores oportunidades de ser útil para los demás.

1. Era Cornelio (v. Hch 10:1) centurión, es decir, jefe de un centenar de soldados, de una compañía, llamada la Italiana porque, por lo menos cuando se constituyó, estaba formada por voluntarios italianos. Como observa Trenchard, «todos los centuriones que se mencionan en el Nuevo Testamento son personas dignas y varios de ellos dan muestras de discernimiento espiritual» (comp. con Mat 8:5-13). Es curioso que el primer convertido de la gentilidad al Evangelio (ya estaba convertido a Dios) fuese un soldado, con lo que los militares han de animarse a ver que su oficio es compatible con la piedad, mientras que para los judíos no pudo menos de ser una mortificación el que, además de ser anunciado el Reino a los gentiles, precisamente el primero en ser recibido en él fuese un miembro del ejército romano.

2. Sus cualidades espirituales se describen en detalle (v. Hch 10:2): «Era piadoso y temeroso de Dios», frase que designa a los que, sin ser prosélitos de pleno derecho, por no estar circuncidados, adoraban al Dios verdadero, guardaban muchos preceptos y costumbres de los judíos, iban a Jerusalén, etc. Su ejemplo era contagioso, de modo que no sólo él temía a Dios, sino toda su casa: toda su familia, que incluía a los sirvientes. Era caritativo, pues hacía muchas limosnas al pueblo, esto es, a los israelitas pobres. También era hombre de oración: «Oraba a Dios continuamente», es decir, observaba fielmente las horas de oración propias de los judíos. Siempre que el temor de Dios reina en el corazón, de allí brotan espontáneamente obras de caridad y de piedad.

II. La orden que recibió del cielo para que enviase a llamar a Pedro.

1. Cómo y de qué manera se le comunicó esta orden. Tuvo una visión en la que un ángel le habló. Fue como a la hora novena del día, es decir, hacia las tres de la tarde, la hora del sacrificio vespertino. Como él mismo dice (v. Hch 10:30), se hallaba orando en su casa, mientras en el templo de Jerusalén se ofrecía el sacrificio. Vio claramente al ángel de Dios que entraba donde él estaba (v. Hch 10:3). El ángel le llamó por su nombre, para darle a entender que Dios tomaba especial buena nota de él. Como en todas las apariciones sobrenaturales, Cornelio (v. Hch 10:4) se le quedó mirando fijamente, lleno de miedo (NVI) y dijo: ¿Qué es, Señor? (lit.). Como si diciendo: «¿Qué ocurre, para que tenga yo esta visión?» La expresión demuestra su deseo de conocer la voluntad de Dios y su disposición a cumplirla.

2. Cuál fue el mensaje del ángel:

(A) Le asegura que es acepto a Dios (v. Hch 10:4): «Tus oraciones y tus limosnas han subido como un memorial (como un recordatorio) delante de Dios», como subía el incienso desde el altar de los perfumes del templo. Oraciones y limosnas han de ir de la mano. Dando limosnas de lo que tenemos, todo nos es limpio (Luc 11:41). Y hemos de acompañar con oraciones las limosnas, a fin de que Dios las acepte favorablemente. Así es como, con toda sinceridad, oraba y daba limosnas Cornelio; por eso, subieron al Cielo como un recordatorio a Dios.

(B) Le ordena que envíe a llamar a Pedro (vv. Hch 10:5, Hch 10:6): «Envía … y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro, etc.». Aquí tenemos dos cosas en extremo sorprendentes: (a) Cornelio teme a Dios, hace muchas limosnas y ora a Dios continuamente y, sin embargo, se le ordena abrazar la religión cristiana. ¿Por qué? Porque el que había creído ya la promesa del Mesías, tiene que creer ahora el cumplimiento de tal promesa. Ni las limosnas ni las oraciones pueden subir como un memorial a Dios, si no estamos dispuestos a creer en Jesucristo; (b) Cornelio tiene ante sí un ángel de Dios que le está hablando y, sin embargo, no ha de recibir del ángel el Evangelio de Jesucristo, sino de labios de un hombre. ¡Qué honor el del apóstol, al predicar lo que al ángel no se le permite hacer, y todavía es mayor honor el que Dios envíe un ángel para ordenar a Cornelio que envíe a llamar a Pedro! Juntar a un fiel ministro de Dios y a una persona deseosa de oír el Evangelio es realmente obra digna de un ángel.

III. La obediencia inmediata de Cornelio a esta orden (vv. Hch 10:7, Hch 10:8). «Tan pronto como se fue el ángel … Cornelio … envió a Jope». Se dio prisa, sin demora alguna, a cumplir la orden. En todo asunto donde se juega el provecho de nuestra alma, es conveniente no perder tiempo. Cornelio (v. Hch 10:7) llamó a dos de sus criados y a un devoto soldado de los que le servían constantemente. Un centurión devoto tenía también soldados devotos. La devoción puede entrar muy hondo en los soldados, quienes están siempre expuestos a mayores peligros, pero entra todavía mejor cuando ha penetrado también en los jefes y oficiales. «A éstos (v. Hch 10:8) envió a Jope, después de haberles contado todo». No sólo les dice el lugar en que han de hallar a Pedro, sino también el motivo por el que les envía, a fin de que le den prisa a Pedro.

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