Tito 1:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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1. Pablo comienza con un largo saludo (65 palabras en el original), sólo inferior en largura al de las epístolas a los romanos (93 palabras) y a los gálatas (75 palabras). Como en Rom 1:1, se llama a sí mismo «siervo» (gr. doúlos) y «apóstol». También como en Romanos (y en otras epístolas), su saludo-bendición menciona (v. Tit 1:4) «gracia y paz», pues la añadidura de «misericordia», que se halla bien atestiguada en las dos epístolas a Timoteo, no se halla aquí, según los MSS más importantes. También es de notar que la expresión «siervo de Dios» (v. Tit 1:1) solamente aparece aquí, mientras que en Romanos y Filipenses hallamos «siervo de Jesucristo».

2. Conforme a las particulares características de la epístola, el saludo toma también un sesgo especial (vv. Tit 1:1-3): «… para llevar a los elegidos con la esperanza puesta en la vida eterna, que prometió desde la eternidad el Dios que no puede mentir y que ahora, a su debido tiempo, ha sacado a la luz su palabra por medio de la predicación que me ha sido confiada por orden de Dios nuestro Salvador» (NVI). Los siguientes puntos requieren análisis especial:

(A) El original del versículo Tit 1:1 dice: «… y apóstol de Jesucristo conforme a (gr. katá) la fe de los elegidos de Dios», pero es menester dar a la preposición katá un sentido final, como en 2Ti 1:1, según la interpretan la mayoría de los autores modernos, al seguir a los antiguos escritores griegos de la Iglesia. La fe de los elegidos de Dios viene por el oír la Palabra de Dios, y para oír la Palabra de Dios hace falta que haya quien la proclame. Ahora bien, un apóstol es un embajador de Cristo con las necesarias garantías de credibilidad. Ésta, y no otra, es la razón por la que Pablo no se olvida de mencionar sus credenciales de apóstol al comienzo de sus cartas.

(B) Pero la verdad del Evangelio no va dirigida solamente al intelecto, sino también, y de modo principal, a que se traduzca en una vida santa. Por eso dice Pablo: «al conocimiento de la verdad que conduce a (de nuevo, katá) la piedad». Pablo llama a dicho conocimiento epígnosis (lit. superconocimiento), porque no es una gnosis intelectual (1Co 8:1), sino más bien un reconocimiento de lo que la revelación de Dios significa para la eterna salvación del hombre. Dice Collantes: «Esta fe, así como lleva consigo el conocimiento especulativo de la realidad sobrenatural, también tiende a modelar la vida conforme a la piedad, porque es simplemente la única que establece las relaciones justas y debidas entre el hombre y Dios».

(C) Dependiendo de todo lo que antecede (no sólo de «que conduce a la piedad»), Pablo viene a decir que su apostolado, lo mismo que la fe de los que creen mediante su predicación, tiene una base firme: «sobre la esperanza de la vida eterna» (v. Tit 1:2, lit.). Esta esperanza, a su vez, está basada en la promesa de un Dios que no puede mentir. Este Dios tenía su plan de salvación oculto en su seno desde la eternidad, pero ahora, a su debido tiempo (v. Tit 1:3) manifestó su palabra (lit.), es decir, ha dado a conocer su decisión eterna de salvar al hombre en un mensaje que ha encomendado al apóstol para que lo proclame a los cuatro vientos. No es un encargo opcional, que Pablo podría administrar según le pareciese, sino que le ha sido encomendado «conforme al mandato (gr. epitaguén) de Dios nuestro Salvador» (lit.). No se puede olvidar que en el origen del plan de nuestra salvación está Dios, es decir, Dios Padre (comp. con Hch 2:23, entre otros lugares). Jesucristo es el medio por el cual (y en el cual, 2Co 5:19) se llevó a cabo nuestra redención.

3. A continuación (v. Tit 1:4) viene la dirección del destinatario de la epístola: «a Tito, verdadero (gr. gnésio, genuino, como en 1Ti 1:2) hijo en la fe común», es decir, en la creencia cristiana (fe objetiva) que ambos, Pablo y Tito (con todos los demás cristianos) comparten. La bendición que sigue a continuación es parecida a la que dirigió a Timoteo en sus dos cartas, con dos únicas variantes: (a) en 1Ti 1:2; 2Ti 1:2, dice: «Gracia, misericordia y paz»; aquí, como ya dijimos anteriormente, lo de «misericordia» carece de la necesaria garantía en el original; (b) en los citados lugares de 1 y 2 Timoteo, dice «… Cristo Jesús nuestro Señor»; aquí, en cambio, dice: «… Cristo Jesús nuestro Salvador»; algo que se pone de relieve en tal forma en toda esta epístola, que el vocablo Salvador sale tantas veces (seis) como entre todas las epístolas del apóstol juntas.

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