Yo los junté a los dos, mas la excesiva familiaridad
y el acontecer cotidiano los han llevado a abandonar la íntima relación
que tenían entre sí y también la comunión conmigo.
Renueven juntos su relación conmigo, dejando las viejas costumbres
y las ideas preconcebidas.
Hagan a un lado todo lo que piensan el uno del otro,
y concéntrense más bien en Mí juntos.
Ámenme juntos. Alábenme juntos. Cántenme juntos.
Ríndanme culto juntos. Adórenme juntos.
Busquen Mi rostro juntos. Clamen a Mí juntos.
Entonces los llenaré, y los tres seremos uno.
Seremos «cordón de tres dobleces».
Las mujeres estén sometidas a sus propios maridos como al Señor.
Porque el marido es cabeza de la mujer, >así como Cristo es cabeza de la iglesia, siendo El mismo
el Salvador del cuerpo.
Pero así como la iglesia está sujeta a Cristo,
también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo.
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia
y se dio a sí mismo por ella,
para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento
del agua con la palabra,
a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria,
sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera
santa e inmaculada.
Así también deben amar los maridos a sus mujeres, como a sus
propios cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
Porque nadie aborreció jamás su propio cuerpo, sino que lo sustenta
y lo cuida, así como también Cristo a la iglesia;
porque somos miembros de su cuerpo.
POR ESTO EL HOMBRE DEJARA A SU PADRE Y A SU MADRE,
Y SE UNIRA A SU MUJER, Y LOS DOS SERAN UNA SOLA CARNE.
Grande es este misterio, pero hablo con referencia a Cristo
y a la iglesia.
En todo caso, cada uno de vosotros ame también a su mujer como
a sí mismo, y que la mujer respete a su marido.
Efesios 5 : 22, 33
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