¿Cómo Recuperar a Mi Esposa?
Son las 3:00 de la tarde del día 10 de noviembre del año 2001. Me encuentro en la sala de mi casa, con mi familia, estoy empacando: es el último día que estaré en casa, ya que hoy me caso. Escribíamos una historia de amor única, y este día haríamos un pacto delante de Dios para amarnos por el resto de nuestras vidas. No había duda, estábamos enamorados, estábamos seguros del paso que tomábamos, sabíamos que era una decisión importante, nos amábamos y eso nos daba la fuerza para unir nuestras vidas en matrimonio. Unas horas más tarde, esperándola en el altar, le juré fidelidad, honrarla, amarla, respetarla, protegerla hasta que la muerte nos separara, estar allí para ella en las buenas y en las malas. Al salir de la iglesia, tomados de la mano, recuerdo cuando le dije “Mi amor, hoy es para siempre… TE AMO!”
5 años más tarde me encontraba en un restaurante con mi esposa y ella ponía sobre la mesa las hojas impresas de una conversación que yo había tenido con otra mujer vía correo electrónico, una conversación que inclusive llevaba frases que hace 6 años yo le había dicho a ella, yo había caído en adulterio y la palabra “divorcio” salió de su boca.
¿Qué pasó en esos 5 años? ¿Cómo llegamos allí? ¿Cómo pude escribir aquellos correos a otra mujer si yo amaba a mi esposa? ¿Así validaba mi promesa en el altar? Durante los años anteriores poco a poco fue cediendo mis sentimientos al pecado, cedí el liderazgo de mi casa, perdí credibilidad, el hombre que mi esposa amaba, no se parecía en nada a aquel hombre que juró amarla para siempre. Cinco años después estaba frente a ella fallando a TODAS las promesas que había pactado en el pasado.
Descuidé los detalles, deje de acercarme poco a poco a ella, descuidamos juntos una vida devocional, descuidé el detenerme para verla a los ojos y decirle cuanto la amaba, dejé que mi orgullo dejara que el sol se pusiera sobre nuestro enojo, con mis acciones había DECIDIDO no amarla, porque sé que el amor es una DECISIÓN.
Buscamos ayuda, fueron días difíciles, fueron días que marcaron el resto de nuestras vidas. Dios nos dio una nueva oportunidad, puso perdón en el corazón de mi esposa y tomamos la decisión de no dar marcha atrás y recuperar nuestro matrimonio. Buscamos juntos las “excusas” que tuve para pecar, lo hablamos claro, descubrimos que el plan del enemigo había empezado años atrás.
Vino lo más difícil y duro, recuperar la credibilidad, el amor y la intimidad con mi esposa, la etapa de la restauración. ¿Por qué fue difícil y duro? Porque no es de un día para otro el que pudiera lograrlo, quise darme por vencido, pensé que no la recuperaría, que mi pasado me perseguiría siempre; sin embargo, no cedí, ¡pues yo decidí recuperar mi matrimonio!
Si estás atravesando una situación similar en tu matrimonio, lo primero que debes buscar es un arrepentimiento GENUINO y REAL delante de Dios, comprometerte con ÉL a no fallar más, debes terminar con toda comunicación que tengas con el pecado, debes ser RADICAL en esta decisión.
Nada de lo que podré exponerte a continuación tiene validez si no TERMINAS radicalmente con el pecado; cuando nos sentimos descubiertos, nos encontramos con las consecuencias, las cuales sabíamos que existirían, pero al vivir una doble vida no teníamos consciencia de lo duras que serían. Ten cuidado, que tu arrepentimiento no sea “emocional” o “temporal”, soy claro en esto, por eso, debes cortar con el pecado, si hay un testigo en el momento que lo hagas, es mucho mejor.
Si tu arrepentimiento es genuino y real, estoy seguro, te enfocaras en recuperar tu matrimonio porque reconocerás que tu lugar está en casa.
¿Como lograrlo?
1) ACEPTA QUE DIOS CONFÍA EN TI
Yo entendí durante el proceso de la restauración que después que recibí el perdón de mi esposa, Dios depositaba su confianza en mí nuevamente para cuidar de ella, Dios seguía creyendo en mí, seguía confiando en que tomaría las decisiones correctas. Yo comencé a validar día a día con acciones correctas esta confianza. Dios jamás hubiera puesto en ella perdón, si Él no creyera en que sería el hombre que la llevaría a cumplir el propósito que Él tiene en ella.
2) REVALORA LOS RECLAMOS
Cuando tu esposa te reclame, porque sucederá, no pienses que su perdón no fue REAL, escúchala, acércate y ámala, entiéndela, demuéstrale con hechos que ya no eres el mismo hombre, ella necesita escucharlo, ella te necesita a su lado, esos reclamos solo dicen lo importante que eres para ella y que necesita que le asegures que siguen adelante en el proceso de restauración.
3) NO TE HUNDAS EN CULPA
Si Dios te perdonó, si tu esposa te perdonó y tienes una nueva oportunidad, no cedas ante un pensamiento de culpa o lástima, no pienses que mereces que te traten mal; es cierto, al caer, perdiste liderazgo en tu hogar, pero no lo recuperarás actuando como “acomplejado”. Debes ser valiente, levantarte, y luchar, demostrar con acciones sólidas que tu matrimonio sigue buscando el propósito que Dios les dio.
4) BUSQUEN A DIOS JUNTOS
No descuides tu vida devocional con ella, si tu esposa no se acerca los primeros días o semanas, hazlo tú, retoma el liderazgo en esto, lee Su palabra, congrégate consistentemente en tu iglesia, ten comunión con otras parejas que sabes que están sólidas espiritualmente. Acércate a Él y Él se encargará de que ella se acerque a ti nuevamente, ¡ánimo!
5) DALE TIEMPO A LA INTIMIDAD
La intimidad sexual llegará, procúrala, ella está lastimada, pero no te alejes, acércate a ella, ella te conoce muy bien, recuerda que su sexualidad fue dañada al romperse la confianza, pero procura con paciencia recuperarla. Toma tiempo para escucharla, habla del tema con ella, abiertamente.
6) RECUPERA LOS DETALLES
¿Cómo la conquistaste originalmente? ¿Qué has olvidado hacer que a ella le sorprendía y le gustaba de ti? Toma la iniciativa y hazlo con sinceridad y genuinidad, una y otra, y otra vez.
7) HABLA CON LA VERDAD
Di la verdad en TODO, no mientas, tu credibilidad está en juego, y debes validarla hasta en los pequeños detalles. Comprométete con la verdad.
Durante todo este proceso ámala, ámala como la primera vez, conquístala como la primera vez cuando cuidabas de su carácter y del tuyo. Ámala cada día de tu vida, honrándola, respetándola, guiándola. Inicia de nuevo protegiéndola como el hombre que fuiste diseñado para ser.
Hoy tengo el privilegio de ser pastor de matrimonios de la iglesia donde me congrego, mi esposa sirve a mi lado, su pasión por ayudar a otros hoy es el reflejo de una decisión a no rendirse y creerle a DIOS ¡que el hombre que hoy está a su lado LA AMA!
No soy perfecto, mi matrimonio no es perfecto, hemos pasado por otras luchas, pero hay amor y allí la misericordia de DIOS es abundante para nuestras vidas.
¡Que Dios te bendiga!
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