La Mente carnal es enemiga de Dios

«Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios.» Romanos 8: 7.

«Ya que la mente puesta en la carne es enemiga de Dios.» (La Biblia de las Américas)

Esta es una denuncia muy solemne que el apóstol Pablo aquí formula contra la mente carnal. Él la declara enemiga de Dios. Cuando recordamos lo que el hombre fue una vez, considerado sólo un poco menor que los ángeles, el compañero con el que Dios se paseaba en el huerto del Edén al aire del día; cuando pensamos que el hombre fue creado a imagen de su Hacedor, puro, sin mancha e inmaculado, no podemos menos que sentirnos amargamente afligidos al descubrir una acusación como esta, proferida en contra de nosotros como raza. Debemos colgar nuestras arpas sobre los sauces al oír la voz de Jehová, cuando habla solemnemente a Su criatura rebelde. «¡Cómo caíste del cielo, hijo de la mañana!» «Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura, . . . los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector.»


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