SIMON… EL MAGO

Hoy Domingo 2 de mayo me senté a escuchar predicar a mi esposa. Tengo 62 años de edad. Treintitres años de conocer a Cristo. Treinta años de trabajar como consejero matrimonial. Diez y siete de pastorear. Tengo un doctorado en teología. He escrito catorce libros con diferentes temas familiares y pastorales. He pasado por tres micro infartos.  He predicado ante multitudes, como la noche del cinco de Diciembre del dos mil ocho cuando prediqué en el estadio Cuscatlán ante unas treintidos mil personas. He recorrido varios países desde Canadá hasta Lima, Perú. Durante diez años predicamos con mi esposa un estudio bíblico todos los jueves en Casa Presidencial. Escribo un artículo diario en mi blog. Pero, ¿sabe qué?  sigo aprendiendo. Fue lo que me sucedió hoy que estuve escuchando la prédica de mi esposa en nuestra congregación Visión de Fe…
Habló de Simón el mago. Imagínese, como diría Saulo de Tarso, todo lo que he alcanzado en el corto tiempo de vida que llevo y nunca había visto lo que ella vio. Claro, el Espíritu Santo se lo reveló. Y yo tomé nota, lo estudié y aquí estoy… escribiendo lo que aprendí. Se lo contaré…
Simón era un mago, un hechicero. Tenía en la palma de sus manos a mucha gente de su tiempo. Era el sobador del pueblo, como quien dice. Era el curandero del barrio. Era el todo-lo-puedo de la colonia… Un día escuchó predicar a un diácono de aquellos tiempos. Se llamaba Felipe. Su mensaje lo impactó tanto que acepto ser discípulo de Cristo. ¿Qué le parece? Creyó tanto que se bautizó. Eso dice su historia. Bueno, hasta aquí no hay nada que impacte. Usted dirá ¿qué de importante tiene que Simón acepto a Jesús y se bautizó? ¿Acaso no es lo que deben hacer todos? ¡Claro que si!, pero lo que no vi antes, a pesar de todo mi árbol cultural y ministerial, es que este famoso Simón, a pesar que andaba con Felipe de arriba para abajo… seguía siendo mago. Seguía siendo hechicero. Como quien dice, seguía siendo el sobador del barrio. Seguía siendo el que leía la mano  a sus clientes. Y el horóscopo. Era el Walter Mercado del pueblo. Después de orar, ayunar y leer su devocional diario, atendía a sus clientes habituales. Luego cerraba su clínica y cumplía su privilegio: Acompañaba a Felipe, el evangelista… Y eso le daba cierta credibilidad ante los demás y ante él mismo… ¡Cuidado! Viene lo mejor… Porque llegó  Pedro, el apóstol, y con él  llegó el discernimiento de espíritus. Y se descubrió la verdad. Tenía un espíritu de egoísmo tan profundo que ofreció dinero por el Don de imposición de manos para que el Espíritu Santo viniera sobre los que él tocara… Pero el famoso Pedro lo paró en seco. Escuchemos su admonición… «Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero. No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás»
Y… ¿Entonces…? ¿No que se había convertido a Cristo? ¿No que se había bautizado? ¿No que andaba cargando el maletín de Felipe a donde él iba? ¿No era Simón el que llevaba las botellas de agua que Felipe tomaba en sus actividades? ¿Y su confesión de fe? Si Pedro le dice que se arrepintiera, quiere decir que mintió cuando hizo su confesión. ¿No le parece sospechoso esto? ¿Cuántos simones estaremos sentados en las sillas de las congregaciones cantando, cuidando el parqueo, limpiando el piso, dando la bienvenida, predicando a la gente, ganando almas, llevándole el maletín al pastor, poniéndole su vaso de agua en el púlpito, contando la ofrenda del servicio, llevando la contabilidad de la Iglesia, diciendo el  «amén» que se acostumbra, bautizando a los nuevos convertidos, cuidando niños en la escuela dominical…? ¿Estamos seguros que hemos nacido de nuevo, queridos hermanos, ministros, pastores, predicadores…? ¿No será que algunos de nosotros, antes de ir a la Iglesia, cerramos nuestras clínicas de oscurantismo y hechicerías también…? ¡Se lo dejo, como decimos en Guatemala, de deber para mañana…!

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