Una mezcla preparativa (Breves palabras a los afligidos)

Ya vemos que la suma de las alegrías que los acontecimientos que podemos llamar buenos, y que ciertamente forman parte de la gracia común de Dios, no son puramente felices, y que con ellas, hay tristezas mezcladas como se mezclan las lágrimas de gozo y de dolor.

Y esto debe ser así, en mi criterio, ¿Cómo entonces anhelaría nuestra alma la eterna dicha en la gloria con Cristo?

¡Por esta razón prefiero a mi SEÑOR que me asegura que un día cercano, mis luchas terminarán, la agonía de batallar contra mi pecado obstinado ya no será más, y la enfermedad, la muerte y la aflicción dejarán de ser¡ ¡Bendito sea el Nombre del SEÑOR que nos consuela y nos hace desearle, bendita sea Su gracia que nos guía a la verdad.Quiero regalar a mis lectores este pasaje del profeta Habacuc en su tercer capítulo, entre otros del nuevo pacto, esperando que la misma Palabra pueda consolar y animar a aquellos de mis hermanos que están pasando momentos de aflicción.

«…Aunque la higuera no eche brotes, ni haya fruto en las viñas; aunque falte el producto del olivo, y los campos no produzcan alimento; aunque falten las ovejas del aprisco, y no haya vacas en los establos, con todo yo me alegraré en el SEÑOR, me regocijaré en el Dios de mi salvación. El Señor DIOS es mi fortaleza; El ha hecho mis pies como los de las ciervas, y por las alturas me hace caminar…»

Es necesario entender que, solo podemos gozarnos en el SEÑOR de esta manera, cuando comprendemos que todos los acontecimientos que ocurren a nuestro alrededor son controlados por Dios y EL los usa para la gloria y alabanza de Su Nombre. Es por esta razón amados, que Pablo afirma con plena certeza de fe que: «…a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien…»

Así que no hay cosa por pequeña que ocurra, que sea o no dolorosa, que no redunde en un beneficio eterno por la gracia y la misericordia de Dios. Somos responsables de reconocer o no la Soberanía de Dios sobre los asuntos humanos.

Hay hermanos amados hermanos, que se resienten porque no han comprendido algunas cosas del cristianismo bíblico, hay hermanos sinceros que han tomado algunas promesas de Dios de manera inadecuada y padecen de muchos dolores sin los consuelos que Dios da, no porque Dios no pueda concederlos, sino, porque teniendo las riquezas de sus consuelos delante de ellos, no los pueden ver.

Dice Romanos 8:35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?

¿Cual es la promesa en este breve versículo? ¿Que seremos librados de tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro y espada? No, no hermanos amados, la promesa es que, en medio de estas cosas, podemos tener la certeza de que nada, ni nadie nos podrá separara de su inmenso amor. Una espada puede estar atravesando mi corazón, o mi cuerpo puede estar en una hoguera ardiendo, y aún allí, el amor de Dios estará conmigo.

Cuando entendemos esto, tenemos una visión diferente del dolor y podemos glorificar a Dios sabiendo que nada nos podrá separar de un Amor que es desde antes de la fundación del mundo, y que estos muchos dolores solo nos preparan para disfrutar plenamente las delicias y los gozos de la consumación del Reino.

Puedo unirme a Pablo y decír que:

«…estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro…»

La ausencia de enfermedad, la salud y la prosperidad material, la felicidad temporal, ninguna de estas cosas es necesariamente una señal de tener en si mismo el amor de Dios, Dios puede darlas, pero puede que decida no concederlas. Dios se reserva el derecho soberano de dar a cada uno como quiere, pero en su inmensa bondad nos recuerda a cada momento que nada nos puede separar de su amor.

Recuerdo mis lágrimas al llegar al final de la lectura del pastor puritano, Bautista y Reformado Juan Bunyan, autor del progreso del peregrino, recuerdo al personaje cristiano atravesando las aguas de la muerte algo que era necesario pasar para llegar a Sión, ¡Mi corazón ardía de amor por la gracia de Dios! ¡Entendí que que las tribulaciones, las luchas contra el pecado y satanás y la misma muerte eran necesarias antes de entrar en la bella Ciudad Celestial, recordé las palabras de David el pastor rey en su salmo 23:

«…Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento…»

Incluso cuando vaya caminando a la muerte, ¡Oh bendito sea el SEÑOR! ¡Dios estará a mi lado!, ¡No pasará un segundo en que no esté junto a mi, porque es mi Pastor, nada me faltará!

Amado hermano, quiero con toda mi alma que comprendas que en el mismo instante en que veas el sufrimiento y el dolor como una bendición e Dios que te hace anhelar fervientemente que el Reino de Dios sea consumado y que ya podamos verle cara a cara, cuando entiendas que no te perteneces a ti mismo, y que Dios es tu dueño y creador, cuando te rindas ante su Soberanía, tendrás consuelo y paz.

¡Yo solo espero ese día, yo solo espero ese día! Mis lágrimas hoy están mezcladas, unas de gozo, otras de tristeza, pero ya viene Aquel Día en que toda lágrima será enjugada, y veremos a nuestro Amado Salvador, y postrados a sus pies de adoremos eternamente, ¡Cuanto yo anhelo ese día! Dios te bendiga mi amigo y hermano lector, espero que estas muy breves palabras, que jamás pueden explicar la amplitud de este tema, puedan darte una sed especial para buscar en Su Palabra el consuelo que necesitas.

«…Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo…» Apocalipsis 21.-

© Por Fares Palacios. Bautista Reformado. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.