¡Pero mis ojos y mi corazón se dirigen hacia Jesús!

(Lo siguiente es del diario de John Newton)

El 1 de enero, 1773
Este es el noveno año nuevo que he visto en esta iglesia. Tengo razón en decir, “¡El Señor corona a cada año con su bondad!” La entrada de este año me encuentra a mí y a mi querida Mary con salud y paz. Todavía estoy favorecido con fuerza, y con algo de libertad en mi tarea pastoral, y espero que el Señor todavía se agrade en utilizarme como instrumento, para edificar a Su pueblo, y para despertar a los pecadores perdidos.

Pero en cuanto a mi…
Mi uso de gracia está débil,
Mis consolaciones pocas,
Mi corazón lleno de maldad,
Mis cargas principales son, una imaginación salvaje no gobernada, y una voluntad rara, pecaminosa que se rebela en contra de leer las Escrituras y hacer oración en secreto.
Estas han sido mis quejas por muchos años ya, y no tengo porque quejarme menos que antes. ¡Pero mis ojos y mi corazón se dirigen hacia Jesús! Suyo soy; a Él deseo servir; a Él, quisiera dedicarme y rendirme de nuevo, hoy.
O Señor, acepta, apoya, protege, enseña, consuela, y bendíceme. Sé tu… Mi Brazo,
Mi Ojo,
Mi Gozo y
Mi Salvación.
Mortifica el poder del pecado – y engrandece la imagen de su santidad en mi corazón. Úngeme con aceite fresco, hazme mas humilde, fiel, diligente y obediente. Permíteme atender en todas las cosas…
A Tu Palabra como mi regla,
A Tu gloria como mi fin, y
A depender en Tu poder y promesa para mi seguridad y éxito
.
Ahora estoy en el año 49 de mi vida, y puedo esperar que dentro de pocos años por lo mucho, iré a un lugar de donde jamás regresaré; ni tengo la certeza de seguir aquí solo un año ¡ni un mes, ni un día! Que tu gracia me guarde para siempre hasta mi cambio designado venga, y cuando me venga el citatorio, que pueda ser capacitado para regocijarme en ti, ¡como la fuerza de mi corazón y como mi porción para siempre!

John Newton (24 de julio de 1725 – 21 de diciembre de 1807), es un autor inglés de himnos conocido cristiana: «Amazing Grace» («Sublime Gracia»).

SUBLIME GRACIA
Sublime gracia del Señor,
que a mí, pecador, salvó.
Estuve ciego mas hoy veo ya,
perdido y Él me halló.
Su gracia me enseñó a temer,
mis dudas ahuyentó.
¡Oh, cuán precioso fue a mi ser,
cuando Él me transformó!
En los peligros o aflicción
que yo he tenido aquí,
Su gracia siempre me libró,
y me guiará feliz.
Y cuando en Sión por siglos mil
brillando esté cual sol,
yo cantaré por siempre allí
Su amor que me sa
lvó.

***

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.