Cantares 4:8 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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1. En el versículo Cnt 4:8, el pastorcillo (con la mayor probabilidad, según acabamos de indicar) invita a su amada sulamita a salir cuanto antes de la residencia regia, que él describe como guaridas de los leones y montes de los leopardos. Los llama así, sin duda, por los peligros que allí la acechan, y la invita a unirse con él fuera de las cumbres del norte de Palestina.

2. En lo restante del capítulo, el amante pastorcillo expresa su amor a la sulamita con frases que superan con mucho a los cumplidos convencionales, calculados, del rey Salomón. El repetido verbo hebreo libabtini, libabtini del versículo Cnt 4:9 es difícil de traducir literalmente. La mejor versión sería: «Me has dado un nuevo corazón», lo cual tiene mucha más fuerza que el «me has robado el corazón» (que, a primera vista, parece decir lo contrario de lo que significa el hebreo). Dice Lehrman: La reunión le ha investido de coraje para llevársela de su forzado confinamiento. Agrega: «con uno de tus ojos» (lit.), porque, según costumbre oriental, ella se había levantado el velo y había descubierto justamente un ojo para dirigirse a él. Con ello, había descubierto también una gargantilla que llevaba al cuello. Sus caricias (v. Cnt 4:10) le resultan a él muy dulces, más agradables que el vino (comp. con Cnt 1:2). Miel y leche (los preciados productos de la Tierra Prometida) halla él en los labios y debajo de la lengua de ella. El Líbano era famoso por su fragancia (v. Ose 14:7).

3. También la llama (v. Cnt 4:12) huerto cerrado para todos, excepto para él; casta, modesta, virginal, la sulamita está vallada contra la intrusión de ajenos: fuente sellada. Al ser el agua escasa en el Oriente, dice Lehrman, los propietarios de fuentes las sellan con barro, el cual se seca rápidamente bajo la acción del sol. El sello es aquí el símbolo e índice de propiedad privada (comp. con Cnt 8:9). Los renuevos (v. Cnt 4:13) son los finos y deliciosos productos de tan hermoso huerto (vv. Cnt 4:13, Cnt 4:14). Tanto los frutos como las especias aromáticas son de lo más fino. «Plantío de Jehová» se llama proféticamente a los otrora afligidos de Sion (Isa 61:3), y la Iglesia es, con Cristo, vid plantada por el mismo agricultor (Jua 15:1). Finalmente, el pastor compara a su amada con un pozo-fuente de aguas vivas (v. Cnt 4:15; comp. con Jer 2:13; Jua 4:14; Jua 7:38), con que no sólo se riega el huerto, sino que de ahí sacia su sed el poseedor del huerto. Como huerto de riego es profetizado Israel en Jer 31:12.

4. A todos estos requiebros del pastorcillo, y al tomar nota especial de que él la ha llamado «huerto cerrado», la sulamita prorrumpe (v. Cnt 4:16) en un ardiente apóstrofe a los vientos del norte y del sur, al Aquilón y al Austro, para que soplen fuertemente sobre ese huerto suyo que es ella misma, a fin de que se desprendan sus aromas. Como se ve por las dos últimas líneas del versículo Cnt 4:16 y por el versículo Cnt 5:1 del capítulo siguiente, la sulamita abre completamente su corazón a su amado y se expresa como quien ha celebrado ya solemnemente las tan deseadas nupcias: «Venga mi amado a su huerto y coma de su dulce fruta». El creyente no puede disfrutar mucho de su propio huerto, a no ser que Cristo, el amado de su alma, venga a él y produzca en él la gracia necesaria para que los frutos de ese huerto redunden en gloria de nuestro Señor y Salvador.

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