Cantares 5:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Cantares 5:1 | Comentario Bíblico Online

1. Ante la invitación de la amante sulamita, el amado pastor se imagina (v. Cnt 5:1) que ya se halla en posesión del jardín-huerto que es ella, y que ha recogido, tanto los aromas, como la miel, el vino y la leche de que él mismo había hablado en Cnt 4:10-14. No está claro, en realidad, quién pronuncia la invitación de la última parte del versículo. Parece obvio que habría de ser el novio mismo, pero desconcierta ese amados, después del amigos, que son los convidados. «Sugieren algunos, dice Lehrman, que unas pocas amistosas damas de la corte, al ver la dicha de los amantes al hallarse juntos, les urgen a aprovechar la ocasión lo mejor posible.» Según Ryrie, es el mismo Dios, que bendice la unión de la pareja; es difícil ver tal intervención dentro de este contexto, sin negar su posibilidad. Watchman Nee llega a ver aquí, en los invitados, nada menos que a la Trinidad entera, quien disfruta de todos los frutos del huerto. Dios solo, dice, y no el hombre, es quien recibe el fruto de la vida del creyente.

2. En los versículos Cnt 5:2., la novia refiere un sueño turbador que ha tenido. Han pasado ya, probablemente, varios días después de los desposorios. «Yo dormía, pero mi corazón velaba» no significa que el amor la tuviese despierta, sino que su mente se veía agitada por ensueños mientras dormía. La propia conciencia puede recriminar en sueños al creyente que languidece espiritualmente.

(A) En el sueño, escucha la voz de su amado, que llama, etc. (Nótense los cuatro epítetos amorosos: hermana, amiga, paloma, perfecta, mejor, sin tacha, irreprochable; el mismo vocablo de Job 1:1, etc.). «Ábreme …». La situación es comparable a la del Señor llamando a la puerta de la iglesia de Laodicea (Apo 3:20). Para dar mayor fuerza a su súplica, agrega: «Porque mi cabeza está llena de rocío, etc.». Quizás venía de casa de su madre tras largo viaje a pie y la había cubierto el rocío que cae copiosamente en Palestina antes de la madrugada (comp. Jue 6:38).

(B) Las razones que, en sueños, da ella para no levantarse a abrirle son en extremo triviales (v. Cnt 5:3): «Me he desnudado de mi ropa … Me he lavado los pies …». De no ser en sueños, sería inexplicable tal actitud en una esposa realmente enamorada de su esposo. Por desgracia, no es en sueños, sino en vela, como muchas veces ponemos frívolas excusas para negarle al Señor lo que nos demanda: «No puedo, no tengo tiempo, no es de mi incumbencia, etc.».

(C) El amado no se desalienta (v. Cnt 5:4) y trata de abrir la puerta, metiendo la mano por la abertura que permitía a los amigos y parientes levantar desde fuera la aldaba interior. No hay ningún motivo para ver en este gesto ningún sentido erótico, pues contradice al contexto. Como se ve por el versículo Cnt 5:5, la cerradura estaba asegurada con pestillo o cerrojo; así que no pudo abrir. Es cierto que el Señor abre el corazón desde dentro (Hch 16:14) cuando se trata de oír la Palabra de Dios para conversión, pero llama desde fuera (Apo 3:20) cuando se trata de abrirle para comunión.

(D) Al ver la mano del amado, se le enternece el corazón a la sulamita (v. Cnt 5:4) y se levanta ligera (v. Cnt 5:5) para abrirle. Era la mano con que el amado pastor la había abrazado (Cnt 2:6). Las cicatrices en las manos del Resucitado deberían ser suficiente motivo para hacernos más diligentes en amarle y servirle. Las manos y los dedos de la sulamita gotearon mirra sobre la manecilla del cerrojo (v. Cnt 5:5), ya fuese porque el amado había rociado con esencia la puerta al intentar abrirla o, más probable, porque ella misma se había ungido con mirra antes de retirarse a dormir. Si reservásemos para el Señor el perfume de nuestras gracias (comp. con Luc 7:46; Jua 12:3), en lugar de ser remisos en ejercitarlas para Él, nuestra vida espiritual sería próspera y floreciente.

(E) Pero ya era demasiado tarde (v. Cnt 5:6). Su amado se había ido; lo cual le causó un tremendo desconsuelo. La tercera línea del versículo dice textualmente: «Mi alma salió en su hablar». Versiones y comentarios suelen entender esta frase en el sentido de que el corazón de ella se fue tras él o de que ella salió en su seguimiento. Únicamente la Nueva Biblia Española ofrece la siguiente espléndida versión: «Al escucharlo se me escapa el alma». En efecto, ésta es también la versión rabínica. Comenta Lehrman: «Su desilusión le produjo una momentánea pérdida de conciencia»; es decir, desfalleció y estuvo a punto de desmayarse. Opina Rashi que el novio, al no poder entrar, dijo algunas palabras, algo así como: Ahora no voy a entrar puesto que no quisiste abrirme. Ya repuesta de su desmayo, salió a buscarlo, pero no le halló ni respondió él. De modo parecido, si no le abrimos al Señor cuando llama a la puerta de nuestro corazón, es de temer que no nos responda cuando le llamemos; de este modo, castiga Cristo nuestra demora y suspende la comunicación de sus dulces consuelos a los que son remisos en escuchar su voz y obedecerle.

(F) En su desconsuelo (nótese la semejanza con Cnt 3:1-3), salió en busca de su amado. Era ya noche cerrada; quizá medianoche. Los guardas que rondan por la ciudad, los vigilantes de turno que patrullaban por las calles, tomándola por mujer de mala vida, la detuvieron; sin duda, ella quiso desasirse de ellos, por lo que la golpearon (v. Cnt 5:7) y se quedaron con el manto que ella llevaba puesto (comp. con Sal 69:26). La primera vez (Cnt 3:2-4), los guardas (comparables espiritualmente con los ministros de Dios, supervisores) no pudieron decirle dónde estaba el Amado (sólo el Espíritu Santo puede en realidad, hacerlo), pero no la descaminaron ni la hirieron; en cambio, ahora, ella buscaba en ellos algún consuelo y no halló otra cosa que reproche y baldón; lejos de cubrir la multitud de pecados, la expusieron a la vergüenza, descubriéndola a la vista de cualquier transeúnte malintencionado. Bien pudieron venirle a las mientes los lamentos del Sal 69:20.

(G) Despierta ya, su disposición es muy diversa de la que tenía en sueños. El mismo ensueño había estimulado el amor hacia su deseado esposo. De ahí, su anhelante súplica, su conjuro (v. Cnt 5:8) a las damas de la corte a que la asistan en la búsqueda de su amado; y si le hallan antes que ella, que le hagan saber que está enferma (que desfallece) de amor. Mejor es desfallecer por amor a Cristo que reanimarse en el amor del mundo.

Cantares 5:1 explicación
Cantares 5:1 reflexión para meditar
Cantares 5:1 resumen corto para entender
Cantares 5:1 explicación teológica para estudiar
Cantares 5:1 resumen para niños
Cantares 5:1 interpretación bíblica del texto

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí