Daniel 11:36 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Ya el versículo Dan 11:35 daba a entender que, desde los sucesos narrados en la sección anterior «hasta el tiempo final», quedarían muchas cosas por cumplir, «porque el plazo fijado está aún por venir».

1. Es, pues, aquí, ya desde el versículo Dan 11:36, donde no sólo todos los premilenaristas, sino aun amilenaristas de la talla de Keil y Leupold, ven un salto de muchos siglos, hasta ponernos delante de los ojos la figura del Anticristo, a quien se llama, con artículo, «el rey», sin calificarlo por ahora como rey del norte o del sur. La descripción, aunque somera, que de él se hace en los versículos Dan 11:36-39 no cuadra con lo que sabemos de Antíoco, de Herodes el Grande ni de cualquier otro personaje en quien los amilenaristas en general han visto cumplidas las características que aquí se reseñan.

(A) La primera frase del versículos Dan 11:36 («hará lo que quiera») se ha cumplido en muchos déspotas; en este mismo capítulo y en el versículo Dan 11:3 la hemos visto cumplida en Alejandro Magno. Pero lo que sigue del versículo Dan 11:36 no se ha cumplido en ningún déspota; en cambio, la fraseología misma equivale a la que describe al Anticristo: (a) «Se ensoberbecerá y se engreirá por encima de todos los dioses» puede verse, en parecidos términos, en 2Ts 2:4, con respecto al Anticristo; (b) «proferirá cosas inauditas contra el Dios de los dioses» equivale a lo que, con respecto al Anticristo, leemos en Apo 13:5, Apo 13:6.

(B) La exaltación de este personaje sobre todos los dioses se repite al final del versículo Dan 11:37; pero hay otros dos detalles en dicho versículo que no encajan con lo que sabemos de cualquier personaje histórico de alguna importancia en los asuntos de este mundo: (a) «no respetará a los dioses (mejor que al Dios) de sus padres» es una frase que describe el rabioso ateísmo de este personaje siniestro. Dice Ryrie: «El Anticristo no tendrá respeto a ninguna religión ni a herencias religiosas. Será duro, cruel e inhumano». Tanto Antíoco Epífanes como Herodes y otros monstruos han tenido sus dioses. Déspotas verdaderamente ateos no se han conocido hasta el siglo XX. (b) Ya se entienda lo del «deseo de las mujeres» en sentido objetivo (desear mujeres) o subjetivo (lo que las mujeres desean), ninguno de estos dos sentidos pueden aplicarse a Antíoco ni a Herodes. Sin embargo, hay otras dos explicaciones de dicha expresión. La primera es la que identifica «el deseo de las mujeres» con Tamuz (el Adonis de los griegos), lo cual tiene el respaldo de Eze 8:14. Esto no tendría mucho que ver con el Anticristo. La segunda, propugnada especialmente por A. Gaebelein, sostiene que «se refiere al deseo de las mujeres judías de llegar a ser la madre del Mesías prometido». Opine el lector.

(C) Los versículos Dan 11:38 y Dan 11:39 resultan difíciles de entender, en especial por la mención del «dios de las fortalezas» (v. Dan 11:38), «ese dios extraño» (v. Dan 11:39) con el que quiere suplir su ateísmo el Anticristo; pero un autor tan experto (¡y amilenarista!) como Keil (citado por Carballosa) escribe lo siguiente:

«El dios de las fortalezas es la personificación de la guerra, y la idea es ésta: no considerará otro dios sino solamente la guerra; el capturar fortalezas constituirá su dios, y adorará ese dios por encima de todo como su medio para obtener el poder mundial. De este dios, guerra como el objeto de deificación, podría decirse que sus padres no supieron nada, porque ningún otro rey había hecho de la guerra su religión, su dios, a quien ofreció en sacrificio todo, oro, plata, piedras preciosas, joyas.»

2. La mayoría de los autores, incluidos gran parte de los amilenaristas (y, entre ellos, aun los catolicorromanos como Alonso Díaz), entienden la porción de los versículos Dan 11:40-45 como cosa del futuro. Dice Alonso Díaz: «Esta predicción incumplida sigue el esquema creado ya antes por la apocalíptica, que predecía un conflicto final entre los paganos y los judíos en las proximidades de Jerusalén (cf. Joe 3:9-21; Zac 12:2-9; Zac 14:2, Zac 14:3; Eze 38:1-23; Eze 39:1-29, etc.)». En efecto, aunque estamos ante una porción difícil, una cosa es segura: La referencia es al tiempo del fin (v. Dan 11:40) y ese «él» contra el que combaten tanto el rey del sur como el del norte no puede ser otro que el Anticristo. Veamos:

(A) Quiénes son esos dos reyes del sur y del norte que contienden con el Anticristo. Si el rey del sur representaba, en la primera parte del presente capítulo, a Egipto, es de esperar que lo incluya también ahora, pero, como hace notar Walvoord, «es probable que incluya mucho más que Egipto y puede ser identificado como un ejército africano». La opinión de este traductor es que se trata de una confederación árabe o, para ser más exactos, musulmana. En cuanto al rey del norte, caben pocas dudas de que se trata de la confederación aludida en los capítulos Eze 38:1-23 y Eze 39:1-29 de Ezequiel, es decir, una coalición comunista. Por muy extraño que parezca, estas dos confederaciones lucharán contra el Anticristo y sus fuerzas. No se olvide que, según Dan 9:27, habrá hecho un pacto con muchos, incluidos los judíos, por una semana, y que, al entrar en la tierra gloriosa (v. Dan 11:41, comp. con v. Dan 11:16 y Dan 8:9), tendrá su base militar en Palestina.

(B) Al invadir, entre otras tierras (v. Dan 11:40, al final), la Palestina (v. Dan 11:41), el sagrado texto especifica que el Anticristo matará a muchos («y muchos caerán» RV 1977. Ésa es la versión correcta ), «pero (v. Dan 11:41) escaparán de su mano Edom, Moab y la mayoría de los hijos de Edom», lo cual está de acuerdo con lo que leemos en Isa 11:14; Jer 48:47; Jer 49:6.

(C) Los versículos Dan 11:42 y Dan 11:43 dan a entender que el Anticristo no se contentará con derrotar al rey del sur, Egipto y sus aliados árabes, sino que se apoderará de sus tesoros. La frase final del versículo 43 dice literalmente: «y los libios y los etíopes (seguirán) en sus pasos», es decir, vendrán también a formar «parte de sus dominios» (Ryrie), lo cual es natural, puesto que serán aliados de Egipto.

(D) Los versículos Dan 11:44 y Dan 11:45 nos ofrecen un resumen de lo que Apocalipsis describe con todo detalle. Las noticias del oriente y del norte que lo atemorizarán se refieren, con la mayor probabilidad, a la gigantesca invasión procedente del oriente (China) que vemos en Apo 9:13-21 y Apo 16:12: «… doscientos millones. Yo oí su número» dice Juan (Apo 9:16) . Es curioso hacer notar que esa cifra precisamente representa el número de hombres que la China comunista puede poner hoy en pie de guerra. Los del norte serán los restos de la confederación comunista, en cuyo auxilio habrán venido las fuerzas del oriente. El choque de las fuerzas del Anticristo con ese ejército colosal habrá de ser, por fuerza, tan aterrador que no es extraño que el ángel de Apo 9:15 anuncie la matanza de la tercera parte de la humanidad. Una comparación de esto con la guerra de Gog y Magog que se predice en Ezequiel, capítulos Eze 38:1-23 y Eze 39:1-29, daría a entender que las guerras del Anticristo, en las que el pueblo de Israel se ve envuelto de una u otra manera, son dos, no una: la primera (de la que habla el v. Dan 11:44) tendría que ver con la gran batalla de Armagedón (Apo 16:16). Después de esto tendríamos al Anticristo en paz y triunfante, y habrá trasladado su cuartel general desde un punto de Palestina «entre los mares y el monte glorioso y santo» (v. Dan 11:45) al centro de la Comunidad Europea, Roma (Ap. caps. Apo 17:1-18 y Apo 18:1-24), donde todavía se habrá sostenido la religión apóstata a lomos de la Bestia (v. Apo 17:3); la segunda guerra será la que el Anticristo y sus fuerzas llevarán a cabo contra el pueblo de Dios, y cuya batalla decisiva se librará en las afueras de Jerusalén (Zac 14:2-4; Apo 19:19). Allí es donde el Anticristo y sus fuerzas habrán llegado a su fin, sin que tenga quien le ayude (v. Dan 11:45, comp. con Apo 19:20).

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