Daniel 2:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Hay cierta dificultad en la fecha de lo que aquí se relata, pues se nos dice (v. Dan 2:1) que ocurrió «en el segundo año del reinado de Nabucodonosor», al ser así que Daniel fue deportado a Babilonia en el primer año de dicho reinado (Dan 1:1.), y estuvo bajo tutores durante tres años antes de ser presentado al rey (Dan 1:5, Dan 1:18). ¿Cómo pudo, pues, ocurrir esto en el segundo año? La solución más probable es la que aportan Wiseman, Thiele, Finegan y Walvoord: Se cuenta, al estilo semita, un año entero y fragmentos de otros dos para obtener tres. Así que, cuando Nabucodonosor puso sitio a Jerusalén y se llevó, entre otros, a Daniel (agosto del 605 a. de C.), fue el primer año de estudios de Daniel. El 7 de septiembre del mismo año fue entronizado rey de Babilonia, tras la muerte de su padre Nabopolasar, ocurrida el 16 de agosto. Del Nisán (entre marzo y abril) del 604 al Nisán del 603 a. de C. tenemos el primer año del reinado de Nabucodonosor (los meses de accesión al trono: septiembre del 605 a marzo del 604 no se cuentan como un año de reinado) y es el segundo año de estudios de Daniel. Finalmente, del Nisán del 603 al del 602 tenemos el segundo año del reinado de Nabucodonosor, que es ya el tercero de los estudios de Daniel, y el año (meses más tarde) en que Nabucodonosor soñó sueños (v. Dan 2:1. Lit.).

1. La perplejidad que tuvo Nabucodonosor ante el sueño que había tenido. Lo había olvidado, pero le había quedado la impresión de que era un sueño importante y perturbador: «se turbó su espíritu y no podía dormir» (v. Dan 2:1, al final). Nabucodonosor era un perturbador del Israel de Dios, y ahora Dios le perturbaba a él. Todos los tesoros y deleites que este poderoso monarca poseía no le podían conceder ningún reposo.

2. La prueba a que sometió a sus magos, astrólogos, etc. (v. Dan 2:2), para que le explicasen sus sueños. Muy ufanos se presentarían ante el rey, orgullosos de que los llamase a ellos (¡no a Daniel!) Pero el rey les pide un imposible, humanamente hablando: Les dice (v. Dan 2:3) que ha tenido un sueño, y que está turbado por el deseo de comprenderlo. Ellos (v. Dan 2:4) le piden en arameo (y aquí comienza la porción aramea que se extiende hasta Dan 7:28) que les declare el sueño y ellos le darán la interpretación.

3. El rey insiste (v. Dan 2:5) en que le declaren el sueño y se lo interpreten bajo pena de muerte y de que sus casas sean convertidas en muladares o, quizás, en campos abonados de estiércol. Si logran (v. Dan 2:6) mostrarle al rey el sueño y la interpretación, serán colmados de honores. Comenta Alonso Díaz: «La exigencia inaudita del rey de que los adivinos le descubran no solamente la interpretación, sino el sueño mismo, prepara el que se den por vencidos y resalte más a continuación la figura de Daniel».

4. Vuelven a insistir los magos en que el rey tiene que decirles el sueño y, entonces, si no le dan la interpretación, la culpa será de ellos (v. Dan 2:7). Pero el poder arbitrario es sordo a las razones. El rey se deja llevar de la pasión (v. Dan 2:8), les dirige palabras muy fuertes y les acusa de que quieren afrentarle (v. Dan 2:9): «Ciertamente preparáis respuesta mentirosa y falsa que decir delante de mí, entretanto que pasa el tiempo», es decir, ya sea hasta que se le pase al rey el deseo de conocer su sueño, ya sea hasta que lo haya olvidado tan perfectamente que puedan ellos inventar uno nuevo sin que él se de cuenta del engaño. Por eso, quizás, tiene él tanta prisa en que se lo digan sin demora.

5. En vano apelan ellos: (A) A que no hay hombre en este mundo (v. Dan 2:10) que sea capaz de declarar el asunto al rey, sólo lo pueden hacer (v. Dan 2:11) los dioses que no viven entre los seres de carne; por cierto, yerran en cuanto al número de dioses, pero dicen la verdad en cuanto a que sólo Dios, que es Espíritu y el padre de los espíritus, puede conocer perfectamente el espíritu del hombre y todo lo que hay en su corazón, aunque el propio individuo lo olvide o no se percate de ello. (B) También apelan a que (v. Dan 2:10) ningún rey, príncipe ni señor exigió cosa semejante a ningún mago, ni astrólogo ni caldeo (es decir, vidente babilónico. V. el comentario a 1:4).

6. El rey pronuncia sentencia de muerte contra todos los sabios de Babilonia (v. Dan 2:12), pues con ella les había amenazado (v. Dan 2:5) si no le satisfacían su deseo, y una misma había de ser para todos ellos (v. Dan 2:9). Se publica, pues, el edicto correspondiente (v. Dan 2:13) y, aunque Daniel y sus compañeros no habían sido llamados antes a la presencia del rey, no por eso quedan exentos.

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