Daniel 4:19 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Interpretación del sueño de Nabucodonosor. Una vez que se le diga: «Tú eres ese hombre» (2Sa 12:7), queda muy poco por añadir. La cosa estaba tan clara que, tan pronto como Daniel escuchó el sueño, «quedó atónito (mejor, aterrado) durante una hora» (lit.), es decir, por algún tiempo. «Una hora» expresa gran lapso de tiempo pero sólo relativamente (comp. con Apo 8:1). Dice Ryrie: «No porque el sueño le resultase ininteligible, sino por su repugnancia a declarar el juicio de Dios al rey, a quien se ve que había llegado a amar».

1. El rey se dio cuenta del aturdimiento de Daniel y, al pensar que tardaba en hablar por temor de ofenderle, le animó a decirle las cosas claras: «Beltsasar le dijo a Daniel (v. Dan 4:19) , no te turben ni el sueño ni su interpretación». Sin duda dijo esto como quien sinceramente deseaba saber la verdad, por amarga que fuese. Daniel muestra el afecto que sentía hacia el rey al decirle: «Señor mío, sea el sueño para tus enemigos; y su interpretación, para tus adversarios». Resulta poco menos que increíble que haya autores que entiendan estas palabras como si Daniel quisiera decir que el sueño iba a causar alegría a los enemigos de Nabucodonosor. El sentido es obvio: «Sea para tus enemigos el castigo que este sueño significa». Aunque este rey era un opresor del pueblo de Dios, al presente era, sin embargo, el príncipe de Daniel.

2. La interpretación es solamente una repetición del sueño, con aplicación personal al rey caldeo (vv. Dan 4:20-23): «El árbol que viste … eres tú mismo, oh rey, etc.». En cuanto al decreto que, de parte del Altísimo, había recaído sobre el rey (v. Dan 4:24), la sentencia (vv. Dan 4:25, Dan 4:26) era que sería depuesto de su trono, y aun echado de entre los hombres para morar con las bestias del campo, de forma que le apacentarían con hierba del campo como a los bueyes (recuérdese lo dicho sobre la locura boantrópica) y, también como los bueyes, dormiría al raso (v. Dan 4:26: «serás bañado con el rocío del cielo»). Esto había de ser durante siete tiempos, es decir (con la mayor probabilidad), siete años, al cabo de los cuales, vuelto en sí, reconocería la soberanía de Dios sobre los hombres. La última frase del versículo Dan 4:26 dice literalmente: «luego que hayas reconocido que (quien) gobierna (son) los cielos». Comenta Alonso Díaz: «La expresión los cielos para designar a Dios, tan frecuente en el tardío judaísmo (cf. Mat 3:2: el reino de los cielos ), únicamente se usa aquí en todo el Antiguo Testamento». Compárese con la expresión del Hijo Pródigo (Luc 15:18, Luc 15:21): «Padre, he pecado contra el cielo y ante ti».

3. La exhortación que, como fiel profeta de Dios, le hizo Daniel al rey al acabar la interpretación del sueño (v. Dan 4:27). Véase: (A) Con qué humildad le da su consejo, con qué ternura y con qué respeto: «Por tanto, oh rey, acepta mi consejo». (B) Con qué prudencia, afecto y sabiduría le aconseja lo que debe hacer: No le aconseja que vaya a un médico para que le prescriba algo contra una posible recaída en la enfermedad, sino que rompa con sus pecados. Había oprimido a sus súbditos y se había comportado de mala manera con sus aliados.

4. La última frase del versículo Dan 4:27 dice literalmente: «si habrá duración para tu prosperidad», pero la conjunción aramea hen no es propiamente condicional, sino que, más bien, equivale al adverbio de modo «así». Sobre este versículo Dan 4:27 (BHS Dan 4:24 en la Biblia Hebrea) dice Alonso Díaz: «Este verso ha sido campo de discusión entre protestantes y católicos. La posibilidad del arrepentimiento queda clara con estas palabras. Los acontecimientos no los maneja un hado inexorable, sino un Dios personal y bondadoso». Me parece que el docto jesuita nota del traductor está aquí dando golpes al aire, pues no conozco a ningún «protestante» (al menos, evangélico) que niegue la posibilidad del arrepentimiento ni defienda que «los acontecimientos los maneja un hado inexorable». Pero permítaseme añadir que el texto sagrado no significa que los pecados se puedan expiar o redimir con obras de misericordia, y es una pena que las ediciones de la Reina-Valera anteriores a la del 1977 hayan introducido aquí el verbo redimir (tomado de la Vulgata Latina), cuando el verbo arameo significa literalmente «romper con». Dice a este propósito el Dr. Walvoord: «Este pasaje ha creado alguna controversia a causa de una mala traducción de la Vulgata, que dice: Redime tus pecados por medio de obras de caridad y tus iniquidades por medio de obras de misericordia con los pobres . Esto, por supuesto, no es lo que está registrado en el libro de Daniel. A Nabucodonosor no se le promete perdón con base en buenas obras o limosnas a los pobres; sino que, más bien, lo que dice es que, si es rey prudente y benévolo, disminuirá la necesidad de que Dios intervenga con un juicio inmediato a causa del orgullo de Nabucodonosor».

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